¡Estás completamente loca!AntonellaEstaba loca, oficialmente estaba loca y de remate. No sé en qué estaba pensando en el momento que me lancé de cabeza al agua. Quizá en perder mi dedo por culpa del nibelungo.Gruñí al pensar que Carina tenía razón, ese anillo no iba a traerme sino desgracias, ¡pero como diablos lo sacaba de mi dedo!Entre el enojo y el miedo nadé hasta las orillas, afortunadamente la noche era oscura y no había manera que el pervertido diera conmigo.Apenas salí del agua me senté sobre una de las rocas para coger un poco de oxígeno, saltar había sido imprudente, no obstante, habría sido mucho más peligroso quedarme en el yate con un completo desconocido, que encima quería cortarme el dedo.Me llevó minutos recuperarme y cuando levanté la cabeza para ver el yate, las luces estaban alejándose de Amalfi y una completa tranquilidad se adueñó de mí.Por lo menos tendría la seguridad de que no vive en los alrededores del pueblo, aunque debía ser un hombre muy rico, para
Ten un buen viajeDanteEl viaje de Amalfi a Nápoles demoró una eternidad y exactamente no sabría decir por qué. Tenía una extraña sensación en el pecho que no podía explicar, era como si presintiera algo. El tipo de dolor que una vez sentí el día que mi padre y mi abuela murieron.—Cálmate, Dante, ya no eres un niño y las supersticiones no existen, son cuentos de viejos —me repetí mientras bajaba del yate para volver a buscar mi coche y volver a casa.Técnicamente, había regresado a casa con las manos vacías y todo por culpa de esa mujer, pero también tenía una razón poderosa para volver a Amalfi y buscarla hasta por debajo de las piedras, si ella creía que podía escapar y quedarse con el anillo de mi familia estaba muy equivocada.Ella no tenía idea de lo que era capaz de hacer por recuperar el nibelungo como ella descaradamente lo llamaba y encontraría una manera decente o no de sacarlo de su dedo, así le tuviese que cortar la mano entera. Pero esa chiquilla no iba a volverse a esc
¡Lo hemos atropellado!AntonellaMis nervios estaban a flor de piel, mi vestido era precioso y desentonaba con mi humilde casa, pero no era un lujo, era una necesidad. Quería estar presente en aquel homenaje y había hecho todo el esfuerzo para hacer realidad mi deseo y el deseo de mi abuelo.—Te ves hermosa —la voz de Carina me hizo ver en su dirección, estaba parada en el umbral de la puerta.Tenía una sonrisa cómplice en sus labios e inevitablemente le correspondí.—No lo habría logrado sin ti —confesé caminando en su dirección mientras ella negaba enérgicamente.—Lo has hecho sola, Antonella, no sé exactamente los motivos por lo que has hecho todo esto. Pero tengo la impresión de que es muy importante para ti, comprendo si no puedes hablarme del tema, no obstante, quiero que sepas que estaré aquí para ti y que seré tu amiga pase lo que pase.Me sentí terriblemente mal por no contarle la verdad, pero no podía fallarle a mi abuelo y revelar un secreto que por años había estado guarda
MendigoAntonellaEl abuelo se acercó al hombre y no tuve más opción que hacerlo también, tenía miedo de acercarme y comprobar que lo había atropellado. ¿Qué es lo que iba a hacer? No quería ir a prisión por matar a un mendigo.No había sido mi culpa, había sido él quien se cruzó la carretera sin precaución. Nadie podía decir lo contrario. Aunque… nadie había visto que lo había atropellado…—¡Antonella, ayúdame! —el grito de mi abuelo me sacó de mis malos pensamientos. El pobre estaba tratando de ayudar al mendigo y yo calculando fríamente lanzar el cuerpo al mar.—¿Lo atropellé? —preguntó arrodillándome junto al cuerpo del hombre.—No, el auto no llegó a tocarlo —respondió con premura.—Bien, dime lo que tengo que hacer —dije con más ánimos y menos culpas que hace unos minutos.—Ayúdame a llevarlo al auto, el hospital queda lejos, voy a revisar sus heridas en la casa y solamente si es necesario volveremos a la ciudad.—Vamos a meternos en problemas, abuelo —dije para hacerlo desistir
¿Quién soy?DanteSentí mi cuerpo dolorido, como si me hubiese roto cada uno de mis huesos. Mi cabeza era un mar de confusión, pensamientos que se confunden entre sí.No sé cuánto tiempo llevaba tratando de concentrarme en algo específico, tomar una imagen, una frase. Algo que me resultara familiar, no obstante, en medio de mi insistencia, la oscuridad cayó sobre mí. Me arrastró a sus profundidades, me sedujo y me rendí.—¡No es un mendigo! —la voz chillona de una mujer me hizo volver en sí, intenté abrir mis ojos y me fue imposible.El dolor taladró sin piedad mi cabeza y gemí al intentar pasar un poco de saliva por mi garganta, estaba seca y lo único que pude experimentar fue la sensación de ardor.—¿Está despierto? —la pregunta fue hecha por un hombre, podía adivinarlo por el tono de voz.—Debe estar despierto, te aseguro que este hombre es un farsante. Te sugiero que lo dejemos y nos marchemos a casa y ahorrarnos problemas —esa voz de nuevo, ¿Por qué tenía que ser tan parlanchina?
¡No voy a ponerme eso!AntonellaMi abuelo estaba loco, completamente loco. No podía creer que se atreviera a tanto, traer a ese hombre a casa era un peligro, sobre todo, para mí. ¿Qué pasaría si recuperaba la memoria que según él había perdido? ¿Qué haría si el hombre me reconociera y hablara sobre lo ocurrido en el yate? Y lo más importante, ¿me acusaría de ladrona de nuevo?—Ve con cuidado, Antonella —la voz de mi abuelo me hizo consciente de que estaba divagando estando al frente del volante, elevé la mirada al retrovisor y me di cuenta de que el hombre dormía de nuevo.¿Ese sería su estado a partir de ahora? ¡Iba a engordar a ese paso!, pero si él pensaba que estaría en mi casa de gratis, iba a enterarse. En la casa todos trabajamos y con memoria o sin ella, él tendría que trabajar como todos. Además, si lo pensaba mejor, tendría la oportunidad de vengarme por amenazarme en el yate y obligarme a saltar de él.—¡Antonella, presta atención al camino! —El grito de mi abuelo volvió a
Eres una mujer cruelDante«Tú eliges, te lo pones o duermes desnudo. Solamente te aviso que, por ese agujero de allí, entran ranas por la noche…», pensé una vez más en el comentario de Antonella antes de salir de la habitación.No tengo recuerdos, no sé quién soy, de donde vengo. Pero tengo la certeza que en mi vida jamás me había topado con una mujer tan malvada. ¡Antonella Moretti era una verdadera bruja!Miré con desagrado el pijama que amable y burlonamente había dejado sobre la cama. ¡No había manera de entrar en una cosa tan pequeña y delicada, iba a destrozarla por completo! Sin embargo, no podía dormir con la ropa puesta, los hematomas en el cuerpo dolían como el infierno, ya el roce de la dura ropa estaba matándome. Aun así, me faltaba valor para meterme dentro de un pijama tan… malditamente infantil.—Date prisa, Dante, necesito darme un baño y cambiarme de ropa. ¡No eres el único que ha tenido un mal día! —El grito de Antonella me sacó de mis cavilaciones.No sabía lo que
En sus manosAntonellaLa conversación con Carina me había hecho pensar en diversos escenarios con respecto a Dante. La visita de extraños era muy sospechosa, puesto que Amalfi recibía turistas, muchos turistas al año, pero la descripción que Carina había hecho de ellos, no encajaba con los visitantes. Amalfi era una isla pacífica, un lugar donde pocas veces sucedía algo interesante.—Buenos días —la voz de Dante me hizo girar en su dirección.El hombre se veía cansado y había ojeras bajo sus precisos ojos verdes. ¡Preciosos ojos verdes! ¿En qué diablos estaba pensando para pensar que era precioso? Me recriminé severamente, aunque tenía que ser ciega para no darme cuenta de que Dante era un tipo guapo.—Buenos días, Dante, ven siéntate.—Gracias, señor Moretti —respondió con amabilidad a la invitación del abuelo.—Antonella, sirve primero a Dante, tiene que recuperar fuerzas —pidió mi abuelo.Por un momento estuve tentada a jugarle una broma y lo habría hecho si su mirada no me hubies