—Si tú, la mirona—me congelo ante su descubrimiento, no puedo creer que aunque el cortinaje es lo suficientemente grande y grueso para cubrirme, ese hombre me ha visto—sal de ahí.Trago saliva, instintivamente mi cuerpo se mueve de lugar, me apartó del cortinaje y observo al tipo frente a la mesa de billar.Es alto, rubio, de ojos azules y delgado, es como ver una escultura de miguel ángel en vida, es apuesto sin duda alguna, ahora entiendo por qué el comportamiento de la chica era similar al de una gata en celo.—D-discúlpeme—susurro bajando la mirada avergonzada, ahí encuentro mis manos moviéndose nerviosamente, no soporto la evidente molestia que su expresión manifiesta—
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