4. El primer amor
Un vestido violeta, elegante, y hermoso es llevado por una figura femenina y esbelta, parecía sacada de un catálogo de modelos de alguna alta firma de moda. Poseía una cintura que sería fácilmente rodeada por unas manos grandes de hombre, el hombre en cuestión era el de sus sueños, Adriano Caruso. Su eterno amor.Ostentaba una cabellera negra, lo suficientemente lisa y larga como para escurrirse entre los dedos en una caricia, unos ojos azules cautivadores que miraban con inocencia y ternura sin esconderse, y unos labios pequeños, finos y rojizos sin necesidad de maquillaje. Esa era ella, Bianca.De todas las maneras que hay en este mundo de asesinar a una persona, la más dolorosa o al menos una de las más dolorosas es no poder compartir tu alegría con tus seres queridos. Eso ella lo sabía bien. La incertidumbre tintaba de vez en cuando su alegría de dolor y tragedia.Bianca Lombardo se miró por quinta vez en el espejo, entre emocionada, sorprendida, asustada e ilusionada.
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