El agente cayó perfectamente para apuntarlos con una pistola de uno en uno sin dejar la sorpresa de su rostro al encontrarse con que la famosa banda Cuervo era formada por enanos y un gigante.
—¿Sabe que tenemos timbre el James Bonde?—pregunta James frunciendo el ceño mirando perplejo a sus hermanos, estos lo miran sin entender tampoco para observar como ahora ya tenían acceso al jardín de la casa de los Cuervo des del salón y todo gracias al agente especial.—¡Me cago en tu p**a madre, es la quinta vez esta tío!—gritó desesperado Iván al ver la puerta en el suelo rota, pues cuando entraba James borracho tampoco controlaba su fuerza y era él quién debía encargarse de ponerla de nuevo.—¿Quién cojones es este tío?—pregunta Igor con sorna mientras observa a James cargar el cuerpo de Meredith con la finalidad de llevarla a una habitación y finalmente pudiese descansar.—Madre mía…—susurra John blanqueando los ojos cansado.—Me llamo Ezra Agron y soy un agente de la ley—hace una pausa intentando recomponer su sorpresa al ver la escena, los temidos criminales no levantaban ni un metro treinta del suelo—Vosotros sois los Cuervo y creo que puedo ofreceros un trato muy tentador—habló finalmente el policía bajando el arma mientras mira de reojo la puerta destrozada—Siento eso, pensaba que el estado de la rehén estaba en peligro—añadió apretando los dientes en un intento de sonreír a los hombres que lo miraban de mala manera.—Está bien Ezra, escuchamos propuestas—habló John serio mirando a su hermano intentando persuadirlo para que al menos escucharan a ese pintoresco hombre.Ezra Agron había estado siguiendo a Meredith des de su primera parada en la Universidad, jamás pensó que alguien se adelantaría a él y la capturaría para llevarla, para finalmente volver a ser trasladada por una banda criminal como la de los Cuervo. Él sabía que Meredith no era Malak porqué conocía muy bien a Malak.—No podemos entregarla, nos la han dado con un estado moribundo, así que si implica que la cedamos a ti vete olvidándote, tendrás que negociar con los Caruso—afirmó el de piel oscura, James, con Meredith en sus brazos des del pasillo de la planta de arriba, siempre había sido muy cotilla.Ezra no dudó en tragar con fuerza al escuchar ese apellido, era lógico que tuvieran interés en Malak pero Meredith… Meredith comparada con Malak era una mosquita muerta, un daño colateral, el error de un señor de ochenta años con mala vista y mucho odio y rencor por una niña que le estaba robando la carrera… El error de haber dado el chivatazo a gente equivocada, sin escrúpulos, pensó que los Cuervo acabarían haciéndole más daño pero se sorprendió al ver que contrariamente parecían un grupo de deshechos sociales que solo querían sobrevivir a su manera como el resto. Por otro lado estaba la pelirroja del demonio. No pudo evitar sentir un nudo en la garganta al sentir su último recuerdo juntos venir a su mente, había sido tan solo una semana atrás pero el simple hecho de mencionar el nombre de esa bruja incendiaba cada pedazo de su piel.—Malak.—Ezra.El viento azotó ambos rostros con fuerza llevándose la suave melena rojiza de ella y el corto pelo rubio de Ezra en el acto. Se encontraban en el tejado de uno de los edificios más prestigiosos de la ciudad de Nueva York, únicamente alumbrados por la luz parpadeante de las luces neón que señalaban la salida de emergencia.—Entrégate.Su voz sonó dura, fría, a pesar de su estado débil y desgastado.El sonido de una carcajada hizo que Ezra se estremeciera sin poderlo evitar.—Mirate, querido sabueso, estás malherido y aún así te preocupas por mi…—señaló ella con burla el estado del policía, la herida de bala en el pecho lo había puesto contra las cuerdas, él siguió apretando con su mano la herida de su pecho, con la mano libre cogió su pistola, para apuntarla sin miramientos.Ella rio de nuevo llevando ambas manos al aire en señal de paz.—Eres duro de roer, pero yo soy mucho peor, sabueso—susurró ella antes de saltar al borde del precipicio y caer de espaldas. Él corrió como pudo para intentar cogerla en su caída pero no pudo, un helicóptero la estaba esperando en la otra cara del edificio.—Nos volveremos a ver cariño, estaré desaparecida hasta que se calmen las aguas, debo cuidar de mi precioso culo—escucho sus palabras a regañadientes dando patadas al suelo molesto.—¡Te odio!—gritó él de mala manera señalando el helicóptero con el dedo acusador.Ella le lanzó un beso al aire.El bufido de Igor Cuervo malhumorado hizo que Ezra volviese a la tierra para encontrarse rodeado por los Cuervo al completo: James el gigante, John el cuidador, Igor el cabecilla, Iván el manitas, Daniel el goloso y Justin el olvidadizo, solía haber un Michael el poeta, pero ese dio la vida por la mujer equivocada, la viuda negra.Malak era perversamente adictiva, seductora, letal, demasiado despiadada. Malak era el tipo de mujer que causaba la perdición de un hombre con el simple bateo de sus pestañas, Meredith era el tipo de mujer del que los hombres suelen rehusar a frecuentar. Solo alguien que no conociese a Malak o odiase mucho a Meredith podía confundirlas.Ezra y Malak parecen tener historia... Una propuesta interesante.
Un vestido violeta, elegante, y hermoso es llevado por una figura femenina y esbelta, parecía sacada de un catálogo de modelos de alguna alta firma de moda. Poseía una cintura que sería fácilmente rodeada por unas manos grandes de hombre, el hombre en cuestión era el de sus sueños, Adriano Caruso. Su eterno amor.Ostentaba una cabellera negra, lo suficientemente lisa y larga como para escurrirse entre los dedos en una caricia, unos ojos azules cautivadores que miraban con inocencia y ternura sin esconderse, y unos labios pequeños, finos y rojizos sin necesidad de maquillaje. Esa era ella, Bianca.De todas las maneras que hay en este mundo de asesinar a una persona, la más dolorosa o al menos una de las más dolorosas es no poder compartir tu alegría con tus seres queridos. Eso ella lo sabía bien. La incertidumbre tintaba de vez en cuando su alegría de dolor y tragedia.Bianca Lombardo se miró por quinta vez en el espejo, entre emocionada, sorprendida, asustada e ilusionada.
22 años atrás.Una niña camina entre las sucias calles de Nueva York, descalza y con el pelo sucio, carga una recién nacida en brazos, a penas es capaz de cargarla y caminar al mismo tiempo. Camina sin parar de voltearse hacia todos los lados como si tuviese miedo de que alguien la estuviese siguiendo, primero mira hacia su derecha, luego a su izquierda, atrás y delante de forma sigilosa. En altas horas de la madrugada pocas personas se pasean, prostitutas, borrachos y algún que otro obrero son lo único que le hace compañía junto a un amanecer que está por nacer.Finalmente llega a su destino, el orfanato, una sonrisa victoriosa se forma en el rostro de la pelirroja al saber que su sacrificio había valido la pena.Para ella no había salvación pero para su hermana sí, pensó.Ella probablemente volvería a Rusia o tal vez a Alemania pero su aprecia
Un vestido violeta, elegante, y hermoso es llevado por una figura femenina y esbelta, parecía sacada de un catálogo de modelos de alguna alta firma de moda. Poseía una cintura que sería fácilmente rodeada por unas manos grandes de hombre, el hombre en cuestión era el de sus sueños, Adriano Caruso. Su eterno amor.Ostentaba una cabellera negra, lo suficientemente lisa y larga como para escurrirse entre los dedos en una caricia, unos ojos azules cautivadores que miraban con inocencia y ternura sin esconderse, y unos labios pequeños, finos y rojizos sin necesidad de maquillaje. Esa era ella, Bianca.De todas las maneras que hay en este mundo de asesinar a una persona, la más dolorosa o al menos una de las más dolorosas es no poder compartir tu alegría con tus seres queridos. Eso ella lo sabía bien. La incertidumbre tintaba de vez en cuando su alegría de dolor y tragedia.Bianca Lom
Meredith se despertó en el reducido dormitorio de paredes verdes, acostada encima de una cama que se le quedaba pequeña. Abrió los ojos a pesar de las pocas ganas o mejor dicho inexistentes que tenía al apreciar que definitivamente su vida se había convertido en un sin sentido. Poco importaba el doctorado, su trabajo, su carrera o si quiera la mismísima Vivianne si lo que estaba en juego o al menos así lo había sentido durante los últimos días era nada más ni nada menos que su cuello.John Cuervo le sonrió de par en par al verla reaccionar, el pelirrojo, hizo su mayor esfuerzo por vendar y curar sus heridas a pesar de que aún y no siendo muy alta Meredith, él a penas rozaba el metro treinta.Lo único que podía hacer por esa mujer era compadecerse, no podía evitar apiadarse de ella pues era obvio que a Meredith ese mundo le quedaba tan grande como a los Cue
La figura de un hombre alto y fornido se pasea inquieta como si en lugar de un hombre fuera una bestia, y como si en lugar de encontrarse en lo que era su hogar, estuviera en una jaula. Así se sentía Adriano en la casa de los Caruso, como una bestia enjaulada.—Bienvenido a casa, soy Sasha, la mano derecha de Dominik —sonrió el rubio con su clásico encanto, extendiendo su mano para luego estrecharse a sí mismo, al ver que el castaño no estaba para la labor.Adriano lo escanea de arriba a abajo con indiferencia.—¿Dónde has estado la última semana?—pregunta Adriano fulminando con la mirada a Ezra.—¿Perdón?—preguntó Ezra sin poder camuflar su sorpresa.—Sé quien eres—espetó Adriano con su clásico tono de voz tenue y apagado—Por eso mismo sé que desapareciste justo después de la boda de mi
—Con una condición—añade seria.—¿Cuál?—Prometeme que mi integridad física no estará en juego ni tampoco la de los Cuervo—añade la última palabra mirando a los hombrecitos que la miran confundidos como si no creyeran que Meredith hubiese pronunciado esas palabras. Ella ignoró ese gesto, prefirió no mirarlos.Ezra hizo un par de intentos por entonar pero finalmente tan solo le salieron un par de muecas, la castaña lo había tomado desprevenido. Por muy lógica que fuese la petición Ezra sabía que no podía prometer algo así cuando no era capaz ni garantizar ni la suya propia, estaban en territorio peligroso aún así formuló su mejor sonrisa en un intento de tranquilizar los ojos de los presentes que lo miraban serios.—Te doy mi palabra que haré mi mejor esfuerzo por protegeros—afi
—¡Demonios!—la voz y la mirada penetrante de Ezra al otro lado de la pantalla hizo que los Cuervo y Meredith intercambiaran un par de miradas cómplices, victoriosos, ante el resultado.Igor, Iván y Daniel no habían dudado en atracar la tienda que Igor usaba para espiar señoras en sus vestuarios. Aún podían sentir a las dependientas perseguirlos con dos palos de escobas. Al menos no habían sido audaces de llamar antes la policía. Así le habían conseguido el vestido, los tacones y algo de maquillaje que en seguida dejaron ver que Meredith Klein y Malak Kaiser compartían talla de pecho. Y en cuanto a físico no tenían nada que envidiarse la una a la otra.—¿Parezco ella?—pregunta Meredith refiriéndose a Malak fingiendo una tierna sonrisa, Ezra y los Cuervos asienten de forma contundente, ella tuerce la sonrisa en una mueca—Pues que pena p
—Dominik, hay personas detrá…—la voz de Malak no sirvió para alertar a Dominik. No fue suficiente incentivo para que el líder de los Caruso la tomase en serio. Es más ni siquiera pudo ver su miedo o preocupación.—¿Estás de broma?— torció una sonrisa burlona—Pues claro que hay personas detrás de nosotros María, soy el cabeza de los Caruso—explicó con diversión tomando uno de los mechones dorados de ella para mirarla serio—Ahora dejanos disfrutar de nuestra luna de miel—formula como si no esperara una respuesta por su parte y así era.—Todo está bien. He planeado todo para que mi hermano regrese a Milano por fin después de tantos años, él se casará con la hija de los Lombardo y por lo tanto estará obligado a permanecer en Italia…—aclara sin poder esconder su emoció