—¡Demonios!—la voz y la mirada penetrante de Ezra al otro lado de la pantalla hizo que los Cuervo y Meredith intercambiaran un par de miradas cómplices, victoriosos, ante el resultado.
Igor, Iván y Daniel no habían dudado en atracar la tienda que Igor usaba para espiar señoras en sus vestuarios. Aún podían sentir a las dependientas perseguirlos con dos palos de escobas. Al menos no habían sido audaces de llamar antes la policía. Así le habían conseguido el vestido, los tacones y algo de maquillaje que en seguida dejaron ver que Meredith Klein y Malak Kaiser compartían talla de pecho. Y en cuanto a físico no tenían nada que envidiarse la una a la otra.—¿Parezco ella?—pregunta Meredith refiriéndose a Malak fingiendo una tierna sonrisa, Ezra y los Cuervos asienten de forma contundente, ella tuerce la sonrisa en una mueca—Pues que pena p—Dominik, hay personas detrá…—la voz de Malak no sirvió para alertar a Dominik. No fue suficiente incentivo para que el líder de los Caruso la tomase en serio. Es más ni siquiera pudo ver su miedo o preocupación.—¿Estás de broma?— torció una sonrisa burlona—Pues claro que hay personas detrás de nosotros María, soy el cabeza de los Caruso—explicó con diversión tomando uno de los mechones dorados de ella para mirarla serio—Ahora dejanos disfrutar de nuestra luna de miel—formula como si no esperara una respuesta por su parte y así era.—Todo está bien. He planeado todo para que mi hermano regrese a Milano por fin después de tantos años, él se casará con la hija de los Lombardo y por lo tanto estará obligado a permanecer en Italia…—aclara sin poder esconder su emoció
—Puedo ser muchas cosas pero jamás el juguete momentáneo que un hombre compra una mujer para satisfacer su deseo sexual—añade mirándolo con asco.Adriano con los ojos fuera de órbita no duda en hacer una señal con las manos a sus hombres para que no intervinieran dado que ya estaban a media trayectoria de dispararla se retiran. De pronto una melodía invade la habitación, era Claro de Luna de Beethoven.—Adriano…—llamó Ezra sin poder esconder su preocupación por la cabeza de Meredith—¿Escuchas Beethoven?¿Qué tienes noventa años?—añade sin poder evitar fruncir el ceño disgustado.—Mide tus palabras—espetó el moreno sin perder de vista ni las distancias con Meredith, tenía colocados cada mano en un lado del asiento y ella en lugar de mostrarse sumisa y echarse para atrás se mantuvo inm&
Cada familia poseía un sello, un lema que capturaba la escencia de sus valores, los Caruso la serpiente, los Bellucci el halcón y los Lombardo el lobo. Mientras que los Caruso velaban por el honor, los Belluci por el poder, los Lombardo lo hacían por la familia.La mansión de los Lombardo estaba ubicada cerca de uno de los monumentos más visitados de Milano aún así estaba custodiada por una entrada totalmente blindada, con un lobo en la entrada, muchos al pasar se paraban para tomarse fotos incluso alguno se había intentado colar para poder apreciar el hermoso camino de frondosos árboles que había dentro, estaba construido de tal manera que cualquiera que se acercara sintiera la necesidad de acercarse a admirar el hogar de los dueños de la zona.Los Lombardo habían sido mucho más propensos a estar rodeados que vivir alejados del resto o al menos había sido así antes del
Ezra con los ojos fuera de órbita no dudó en ir a socorrer la tragedia que estaba a punto de darse en ese mismo instante.—Mide tus palabras o me encargaré de limpiarte la boca yo mismo cuando menciones el nombre de mi hermano, Lombardo—espetó con furia Adriano entre dientes.—Lo mismo te digo—torció una sonrisa ladina en una mueca invirtiendo los roles, ahora era Adriano quien chocó brutalmente contra el poste—Antes de tocar mi hermana te limpias esas manos de cerdo que tienes, Caruso—añadió desganado mientras prácticamente en el mismo instante se apuntan con una pistola haciendo que la tensión se multiplicara aún más.Bianca quien había visto dolida la escena se debatió en ir o no pues sabía que su hermano guardaba en parte la razón aunque también debía entenderla a ella, en el amor no hay leyes ni reglas a
Ver a Meredith en los brazos de Adriano era como ver dos imanes iguales intentar unirse, igual de cabezones, tercos, aún así esa loca mezcla pareció ser suficiente incentivo para que todos dedicaran un silencio de admiración ante el momento. Todos excepto Bianca. Bianca sintió como la amargura y el malestar se apoderaba de ella sin dar tregua, como cuando uno siente la injusticia de padecer un robo de una de sus mejores pertenencias. —Que oportuno, Adriano. Todo un héroe mi futuro marido—sonrió finalmente Bianca sin mostrar su perfecta dentadura antes de colocarse en el regazo de este apartando a una aun confundida Meredith.—Creo que voy a ir a por…—ni siquiera terminó sus palabras, señaló la mesa de la comida con la mirada a lo que Adriano asintió sin más mientras una cariñosa Bianca se esmeraba en repartir caricias y besos en su cuello sin pud
—¿Cómo he terminado aquí?—la voz de Meredith sonó abatida en medio de la gran habitación que a partir de ahora sería suya y al parecer de su difunto marido, al menos por lo que durara la misión de Ezra. Bufó molesta llevándose una mano a su larga melena en un intento de serenarse al recordar que esta era de momento la única forma viable de sobrevivir. Esta gente de otro modo no habría tardado en darle caza, después de todo había asesinado a su líder. Bueno, ella no. Pero al parecer tampoco importaba mucho ese último detalle.Cerró la puerta tras ella y siguió su primer instinto de explorar lo que sería su hábitat mientras estuviese en la mansión Caruso. No estaba muy recargada, eso fue lo que le sorprendió, de hecho era muy simple para ser la habitación del que era el jefe de la mafia o al menos bajo el imaginario
—¿Cómo te llamas niña?—preguntó Alan Kaiser a la niña tirada en el suelo del motel. Sus hombres pronto lo siguieron. Ya no quedaba excepto la miseria.No respondió.Simplemente clavó sus ojos en los del hombre ya entrado en años.Él hizo una señal con la mano a sus hombres para que se fueran y los dejaran solos.Ella se encogió sintiendo su diminuto cuerpo temblar, se abrazó a si misma esperando lo peor. Ni siquiera sabía como había sobrevivido.—¿No tienes nombre?—preguntó el hombre incrédulo.—Se que ya lo sabe—respondió ella dándole la espalda.—Ah, por fin respondes—sonrió el hombre pasándose una mano por su corto pelo de color negro.—Quiero salir de aquí—susurró ella con la mirada fija en la pared.—Has
En otra habitación en la ala opuesta de esa misma mansión, se encontraba Adriano, moviéndose de un lado a otro inquieto en su cama. Hacia años que no dormía en esa casa…Aunque ese sitio ya no se sintiera como un hogar para él. Juró que no volvería a hacerlo de nuevo, que abandonaría la mafia, que se convertiría en un hombre de negocios normal y corriente y hasta este punto se había esforzó hasta llegar a serlo pero todo estaba empezando a temblar…Ahora existía un maldito pero, se dijo. Cuando justamente se prometió que no, que no volvería a haber un pero.Pero ahí estaba, pequeño y claro hecho de que…Había vuelto. Eso era suficiente para avivar fuegos que creía muertos. Extinguidos. Sus demonios no lo dejarían pegar ojo, reviviría una y otra vez sus pesadillas hasta que estas lo consumieran. Era un miserabl