Al anochecer, el ambiente de la ciudad cambio radicalmente. Ya no se podía ver a nadie, se había convertido en una ciudad fantasma, eso nos beneficiaba así que comenzamos a descender hasta unas casas abandonadas fuera del centro de la ciudad correspondiendo a los barrios bajos. Ya allí, nos colamos sin ninguna dificultad por una de las ventanas rotas de atrás y sigilosamente registramos todo el habitáculo por si alguna persona, dada la casualidad, había decidido pasar la noche en esa casa, y para nuestra felicidad no había nadie o al menos la mía porque ya no tenía las fuerzas para andar más. Después de realizar la misión, andar todas esas horas para llegar a la ciudad y estar pensando en mis sentimientos me merecía descansar.Me dispuse a colocar una manta en el suelo para tumbarme y
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