Le seguimos sin decir nada. Al otro lado de la puerta daba a un pasillo largo y bien iluminado con diversas puertas que supuse que servían para interrogar a las persona y al final del pasillo había unas escaleras que subían. Llegamos y empezamos a subir, al final de la escalera había una trampilla que mi padre abrió y al salir nos encontrábamos en un salón gigante que en su tiempo podría haber sido lugar de innumerables fiestas pero que ahora se había convertido en una base de operaciones: las paredes estaban marcadas o pintadas con mapas, estrategias, cronogramas; había diversas mesas con material de audio, vídeo, planos y escrituras de la ciudad; armas, etc. pero lo más sorprendente era el hecho que había una gran cantidad de gente que había. Pensaba que solo eran ellos cuatro pero la verdad era otra, no solo había militares sino ciu
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