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Mi frontera enemiga
Mi frontera enemiga
Por: Leah
Parte 1: El comienzo

02:27h a.m.

Después de 2 días de a ve entrado por la frontera norte al país enemigo y de reducir una parte de su ejército fuimos capaces de encontrar un lugar lo suficientemente seguro para refugiarnos no es un hotel de cinco estrellas pero servía para comer, descansar y escribir nuestras últimas palabras. Es un espacio húmedo y oscuro rodeado de maleza alta, frondosa y con un color verde brillante que nos proporciona un  buen camuflaje, alrededor de ella, unos grandes árboles con numerosas hojas nos cubría de la lluvia y  no permitían la visibilidad desde la altura. Ahora nuestra única salvación es esperar para que nos salven aunque podía  ser casi imposible porque estamos bastante dentro de su territorio. No obstante, cuando entras al ejército lo primero que te enseñan es a que tener esperanza en situaciones de peligro puede sobrellevar tus miedos y encontrar formas de salir adelante.

Y eso es lo que tenemos; esperanza de volver con nuestras familias, amigos, camaradas y a nuestro país.

Firmado:

Sargento Rose Wilson

Hace 43 días:

Todo empezó como un día completamente normal en

nuestro cuartel que se encuentra a las afueras de la ciudad rodeado por numerosas montañas y campos grandes que eran considerados como lugares de entrenamiento.

A las 10:00 p.m. mi escuadrón y yo estábamos realizando una caminata por la montaña con el equipamiento que siempre debíamos llevar: la mochila con dos comidas, agua, mantas térmicas, gafas de visión nocturna y lo más indispensable en una guerra, las balas; el chaleco antibalas creado por la empresa CCR, la mejor empresa de materiales antibalas, y por si fuera poco debíamos llevar dos metralletas M45, colgadas en el cuello una adelante y otra en la mochila, dos pistolas XM17 a cada lado del muslo y un cuchillo en cada una de las botas; más toda la ropa militar... En total llevábamos 35kg pero Sebs y Nobu, dos de mis camaradas y cabos, eran los que llevaban 47kg ya que llevaban, respectivamente, el equipo de comunicaciones y el detonador para activar las bombas. Aún con todo eso nuestro escuadrón  debíamos ser capaces de movernos y luchar sin dificultad alguna.

Llegamos al cuartel después de ese entrenamiento antes de lo previsto asi que les di tiempo libre para que descansaran, después de todo en una batalla descansar se consideraba un privilegio sobretodo para nosotros el escuadrón especial de las fuerzas armadas. Las fuerzas armadas (SFA) tienen la función de entrar en combate en situaciones dónde el ejército no podía, sin ser vistos y destruir la base militar como a todos sus altos rangos. Pero dentro de esa jerarquía nos encontrábamos nosotros los batallones Ratel que son los encargados de proceder rápidamente a los lugares dónde hay un ataque enemigo y retener o disminuir todo lo que puedan al ejército enemigo para dar tiempo al suyo a preparase y defender su país del ataque. Se consideraba una de las tareas más difíciles por eso solo había 5 escuadrones siendo el nuestro el segundo. Después de dejarlos me dirigí hacia mi habitación para quitarme el equipamiento y tomarme una buena ducha pero no esperaba encontrármelo. Si a Ivanrok Morgan el encargado de hacerme la vida imposible tanto en la academia como en el cuartel, él como yo habíamos conseguido el rango de sargento y eramos los lideres del escuadrón Ratel-1 y Ratel-2 respectivamente. Desde la academia militar lo había odiado el con su sonrisa perfecta, sus ojos azules, su pelo negro corto y su gran altura que llamaban la atención tanto de hombres como de mujeres, pero lo peor era que siempre era el numero uno cosa que no me hacía gracia ya que yo siempre debía ser la segunda. Y no importaba lo que hiciera el siempre conseguía ese puesto. Para mi ser la número uno era muy importante no era un capricho. Me había enterado que para entrar en el archivo del ejército y así poder buscar la ubicación donde mandaron a mi padre a pelear, que era confidencial, necesitaba ser un alto rango en el ejército y por eso decidí ser la mejor pero no pensaba que estaría él.

Al verlo, busque alrededor mío alguna forma de evitarlo pero no la encontré así que pensaba en salir corriendo aunque quedará mal pero antes de conseguirlo el ya estaba a mi lado saludándome con una sonrisa.

- Salute! Sargento Wilson- levanto su mano haciendo el saludo militar.

- Salute! Sargento Morgan... ¿Querías algo?- le pregunte con una sonrisa totalmente falsa y en alerta.

- He escuchado que estaba haciendo el entrenamiento de montaña,  ¿Cómo te encuentras?- me dijo con una cara de preocupación. Después de todo era uno de los entrenamientos que se conocían como "infernales"

-Bien... tampoco es un entrenamiento muy complicado- le respondí con mucha pesadez. Porque tenia que hablar con él cuando lo único que quería hacer era bañarme y descansar.

- ¿Estás segura?- Mientras lo decía se comenzó a aproximarse a mi y estuvo a punto de poner su mano en mi hombro pero mis reflejos fueron mas rápidos y me aleje de él. Lo mire y pude ver la decepción marcada en su cara. Después de un silencio que me pareció incomodo volvió a poner su sonrisa y me habló - En realidad, el Teniente de batallón nos ha llamado para hablar después de terminar de comer así que pensaba en que podíamos ir juntos- me dijo mirándome directamente a mis ojos.

- Esta bien, a las 15:00h p.m. en la entrada de la cocina- No se porque pero había momentos que cuando me miraba a los ojos no podía evitar contestar por eso en casi todo momento no lo miraba en los ojos.

- Nos vemos allí- me dijo con una cara iluminada.

Después de irse suspire de cansancio. Mientras pensaba porque el teniente nos quería ver a los DOS a la vez me dirigí a mi habitación, gracias a mi rango tenia el privilegio de tener una habitación individual y espaciosa totalmente ordenada y limpia ya que debía ser un modelo para los otros soldados. Al entrar me fui directamente al armario y me despoje de todo el equipamiento que llevaba, por fin libre pude tener una mayor movilidad y me senté en el escritorio y cogí el cuaderno de los informes para escribir metódicamente lo que habíamos hecho y las mejoras o fallos que habíamos cometido para después solucionarlo en otro entrenamiento. Ya terminado el informe cogí mis cosas y me dirigí a la ducha que estaba al lado de mi habitación; otro de los privilegios de tener mayor rango.

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