LILIAN ¡Es increíble! —Pensé—. Estaba vomitando en el inodoro de Richard “Playboy” Hernández. Y, para colmo, él estaba ahí, sosteniéndome el cabello. Quería que lo nuestro fuera un encuentro casual y luego adiós —como acostumbraba ser para él—. Pero no, tuve que ser tan estúpida al beber sin haber comido. Debí aceptar el sándwich que me ofreció mi amiga Lissy antes de salir del apartamento.Y, no conforme con la escena del exorcista que hice en su lujoso baño de miles de dólares, me desmayé en el suelo. Tuvo que ser así porque, al abrir los ojos, estaba en un jodido hospital, usando una estúpida bata de hospital, con una vía de suero en mi vena, con el cabello apelmazado y el aliento a vómito. Pero esperen, que no termina ahí, el sexy y ardiente
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