LILIAN
En la vida hay días buenos, días malos y días catastróficos. Ese día fue uno muy catastrófico. Del uno al diez, le di un ocho, para no ser tan pesimista.
Mientras Richard me abrazaba en la cama, el episodio de histeria se repetía en mi cabeza. Tan desesperada como estaba por un poco de afecto, me desnudé y le grité que tuviera sexo conmigo. Algo simbólico como deshacerme de la ropa cuando en verdad quería mostrarle mis heridas internas.
¡Estoy loca!, eso me gritaba mientras me desvestía. No podía creer que fuera capaz de hacer algo así. Su reacción me impactó mucho más, porque de todos los hombres que habían pasado por mi vida, no pensé que Richard Hernández fuera del tipo que te abrazaba hasta que dejes de llorar. Quizás no era un maldito
RICHARD Estaba furioso. Muy furioso. ¿Cómo me había quedado si un jodido condón? Y justo con ella, con la mujer que encendía en mí una pasión desconocida.Me metí al baño para analizar mis opciones. No era que tenía miedo de estar con ella sin protección, pero corría el riesgo de dejarme llevar por el momento y que lo lamentáramos más tarde. Mi prioridad era ella y no mi polla erecta. —¡Mierda! ¡Jodido imbécil! —Me quejé al ver que se había marchado. Ella seguro ya estaba llenando su cabeza de mierda y no quería que lo hiciera. Busqué su número en el directorio de mi teléfono y la llamé, no respondió.Me apresuré a ponerme mi uniforme y a recoger alguna ropa que estaba en el suelo. No tenía mucho tiempo, debía
LILIAN Estaba feliz de volver a casa. Toda la situación con Richard me había afectado más de lo que debía. Se suponía que lo nuestro no trascendería a más que aquella noche de sexo en su apartamento. Dormir abrazada con él, aquel desayuno, lo de ser amigos con beneficios… todo eso fue un error. Él no era el tipo que se comprometía y yo tampoco necesitaba complicarme más la vida.Al entrar al apartamento, me encontré a Lizzy sentada en el sofá con las piernas cruzadas y con un enorme tarro de helado en sus manos.No me podía creer todo lo que me decía. Que Charles Jones le propusiera matrimonio era lo más romántico que había escuchado en la vida. Lissy estaba aterrorizada. Pensaba que él era una clase de acosador. Ya hubiera querido yo que me acosara a mí. Mi amiga
RICHARDMi plan era sacarla de ahí, apartarla del idiota de Fred para que dejara de ver sus tetas apretadas en aquella blusa transparente. Mi plan era disculparme y volver a lo de amigos con beneficios, pero su plan era hundirme en un jodido hoyo oscuro.Sus palabras explotaron en mi cara como una bomba nuclear. «Él o tú, me da igual». Que ella me comparara con un imbécil fracasado lame culo fue la enorme gota que rebasó el vaso. Eso fue todo. No lo intentaría más.Jódete, Lilian; estuve a segundos de gritarle, pero no lo daría esa satisfacción.—Te llevaré a casa —dije, deslizando mi mano fuera de su entrepierna. Su excitación se había escurrido en mis dedos. Los sequé con mis vaqueros y puse en marcha mi auto. Lilian balbuceó la dirección de su edificio y me detuve frente a &eacut
LILIAN Me dolía lo que se llamaba todo. Desde la punta de la cabeza hasta los pies. Mi dulce y comprensiva amiga me preparó un baño de sales y espumas en su tina. No sin antes darme una regañina de padre y señor nuestro. Minutos antes me había empujado a la boca dos analgésicos, junto a un vaso enorme de zumo de naranja y dos trozos de pan tostado… por exigencia de ella. Escuché con atención la historia de Lissy y su beso épico frente al club Seven. Lamenté por segunda vez haber ido al baño y perderme de conocer al famoso Charles Jones. Necesitaba ver el rostro detrás del romance. Mi amiga estaba conmocionada y abatida por aquel acontecimiento. Le dije que no le diera tantas vueltas y se lanzara al vacío. ¿Qué perdía con intentarlo?Lissy sonrió, tímidame
Richard se volvió a su lugar, encendió la hornilla, colocó un sartén y vertió el aceite. Alterné la mirada entre la tabla y él, cosa que podría terminar por arrancarme un dedo.—¿Qué estamos preparando, exactamente? —Llevaba dos zanahorias para cuando hice la pregunta. Temía que si hablaba antes mi voz sonara nasal y agitada.—Fricasé de pollo, con la sazón boricua. ¡Te vas a chupar los dedos!O me los podrías chupar tú, quise decir, pero eso arruinaría por completo mi plan de solo amigos. Lo había decidido de camino a su apartamento. El sexo solo nos haría una cosa: dependientes, un par de adictos que no podrían rehabilitarse. Solo amigos, sí, ese era el plan.La preparación y cocción se llevó más de una hora. Durante ese tiempo, él me cont&
RICHARD —Idiota. ¡Eres un completo idiota!Estaba atascado en la jodida friend zone por no querer ceder, por no doblegar mi estúpido orgullo. Yo no era el tipo que iba a rogar por sexo. No lo era. Y ella, esa castaña de ojos miel, estaba tumbando todas las bases que sostenían mi estructurada vida.Me desvestí de camino al baño y resolví por mi propia mano lo empalmado que me había dejado Lilian White. Aquel juego de pool fue el más ardiente de toda mi vida. Ver su jugoso trasero contonearse detrás de mí me volvía a loco. Hubiera sido más fácil si no supiera lo suave que se sentía su piel en mis manos, si no recordara con detalle cada sonido, cada punto erógeno de su perfecto cuerpo. Mi cabeza gritaba sexo, mi polla latía por sexo… quería sexo. ¿Por qué carajos no estaba te
El viento movía el cabello de Lil sobre mi rostro durante el trayecto a casa. Me encantaba como cosquilleaba mi piel y sentir su aroma a vainilla, mezclándose con el de pasto. Mi familia vivía en una zona lejana de la ciudad, en una granja con todas las letras.Extrañaba mucho cruzar el camino de tierra, que precedía la entrada de la casa donde crecí, y ver aquellas tejas rojas del techo, que contrastaban con el color marrón de paredes de madera.Tenía mucho tiempo sin venir y, a medida que nos acercábamos, el peso que cargaba en mi espalda se fue cayendo, quedando detrás de mí.Abandoné la vista al frente y miré a Lil. Estaba mordisqueando su dedo pulgar, cortando trocitos de piel con sus dientes. Acerqué mi mano a su rostro y la aparté de su boca. Apreté mis dedos entre los suyos, diciéndole con ello que todo estaría bien. Fue hasta ent
LILIANMis manos temblaban cuando cerré la puerta del baño. No solo fui atrevida, sino cruel. No había planeado nada de lo que pasó; solo lo hice. Pero no había marcha atrás, lo hecho, hecho estaba.Deslicé la puerta de acrílico azul que separaba el sanitario de la ducha. El baño era pequeño, pero tenía lo único que necesitaba: agua caliente. Abrí el grifo y dejé que el agua corriera en mi piel sudada. Tomé un jabón y lo deslicé por mi cuerpo, formando una suave capa de espuma. No sabía que necesitaba una ducha larga hasta que estuve ahí. Había acumulado horas de tensión en mis hombros, desde el momento que me subí al auto de Richard.Todavía conservaba la esperanza de que intentara disuadirme para que aceptara ser más que su amiga. Pero se desvaneció cu