Richard se volvió a su lugar, encendió la hornilla, colocó un sartén y vertió el aceite. Alterné la mirada entre la tabla y él, cosa que podría terminar por arrancarme un dedo.
—¿Qué estamos preparando, exactamente? —Llevaba dos zanahorias para cuando hice la pregunta. Temía que si hablaba antes mi voz sonara nasal y agitada.
—Fricasé de pollo, con la sazón boricua. ¡Te vas a chupar los dedos!
O me los podrías chupar tú, quise decir, pero eso arruinaría por completo mi plan de solo amigos. Lo había decidido de camino a su apartamento. El sexo solo nos haría una cosa: dependientes, un par de adictos que no podrían rehabilitarse. Solo amigos, sí, ese era el plan.
La preparación y cocción se llevó más de una hora. Durante ese tiempo, él me cont&
RICHARD —Idiota. ¡Eres un completo idiota!Estaba atascado en la jodida friend zone por no querer ceder, por no doblegar mi estúpido orgullo. Yo no era el tipo que iba a rogar por sexo. No lo era. Y ella, esa castaña de ojos miel, estaba tumbando todas las bases que sostenían mi estructurada vida.Me desvestí de camino al baño y resolví por mi propia mano lo empalmado que me había dejado Lilian White. Aquel juego de pool fue el más ardiente de toda mi vida. Ver su jugoso trasero contonearse detrás de mí me volvía a loco. Hubiera sido más fácil si no supiera lo suave que se sentía su piel en mis manos, si no recordara con detalle cada sonido, cada punto erógeno de su perfecto cuerpo. Mi cabeza gritaba sexo, mi polla latía por sexo… quería sexo. ¿Por qué carajos no estaba te
El viento movía el cabello de Lil sobre mi rostro durante el trayecto a casa. Me encantaba como cosquilleaba mi piel y sentir su aroma a vainilla, mezclándose con el de pasto. Mi familia vivía en una zona lejana de la ciudad, en una granja con todas las letras.Extrañaba mucho cruzar el camino de tierra, que precedía la entrada de la casa donde crecí, y ver aquellas tejas rojas del techo, que contrastaban con el color marrón de paredes de madera.Tenía mucho tiempo sin venir y, a medida que nos acercábamos, el peso que cargaba en mi espalda se fue cayendo, quedando detrás de mí.Abandoné la vista al frente y miré a Lil. Estaba mordisqueando su dedo pulgar, cortando trocitos de piel con sus dientes. Acerqué mi mano a su rostro y la aparté de su boca. Apreté mis dedos entre los suyos, diciéndole con ello que todo estaría bien. Fue hasta ent
LILIANMis manos temblaban cuando cerré la puerta del baño. No solo fui atrevida, sino cruel. No había planeado nada de lo que pasó; solo lo hice. Pero no había marcha atrás, lo hecho, hecho estaba.Deslicé la puerta de acrílico azul que separaba el sanitario de la ducha. El baño era pequeño, pero tenía lo único que necesitaba: agua caliente. Abrí el grifo y dejé que el agua corriera en mi piel sudada. Tomé un jabón y lo deslicé por mi cuerpo, formando una suave capa de espuma. No sabía que necesitaba una ducha larga hasta que estuve ahí. Había acumulado horas de tensión en mis hombros, desde el momento que me subí al auto de Richard.Todavía conservaba la esperanza de que intentara disuadirme para que aceptara ser más que su amiga. Pero se desvaneció cu
La casa de los padres de Richard gritaba hogar por todas partes. Aunque era rústica, por la decoración, se sentía cálida y acogedora. Las paredes de madera conservaban el color original, marrón. Pequeños marcos llenaban las paredes, en todas había fotografías de ellos. Había rostros que no estaban presentes en la mesa, asumí que eran primos, tíos o abuelos. No quise preguntar.La mesa era un enorme tablón de cedro pulido, con ocho puestos. Añadieron una silla más para que entráramos todos. El grupo familiar lo componía Rebeca, Raiza, su esposo, Ramón, Reinaldo y Richard. Además de sus padres, por supuesto. Comer en familia era otra cosa que nunca había experimentado. Texas estaba resultado todo un acontecimiento para mí.—Te damos gracias, señor, por estos alimentos. Provéele a los más necesitados y bend&
RICHARDMientras ella me gritaba que me iba a matar yo pensaba, ya me estás matando. Lo hacía al desnudarse delante de mí, lo hacía cada vez que me miraba, lo hacía incluso cuando no estaba a mi lado.Dejar de besarla sobre el muelle me costó Dios y su ayuda. Quería follarla duro sobre el muelle, luego en el agua y después en la cabaña del lago. Pero quería que probara un poco de su propia medicina. Y también convencerme de que seguía teniendo el control.—¡Richard Tercero Hernández! —gritó mi madre al vernos empapados en la cocina. La risita de Lilian hizo eco en la cocina. Se estaba burlando de mi segundo nombre. Todo el mundo lo hacía cuando lo escuchaba y ella no iba a perder la oportunidad.—Fue ella —repliqué, señalando a Lilian.&
LILIAN La línea divisoria entre nuestro falso noviazgo y la amistad se desdibujaba cada vez más. Habíamos pasado del sexo casual, a amigos con beneficios y luego a solo amigos en un parpadear. No sabía si el hecho de que me abrazara a su pecho significaba lo mismo para él que para mí. Con él me sentía protegida y hasta llegué a creer que me quería realmente. Y no de la forma de amigos, sino como una novia de verdad. Entonces le pregunté: —¿Qué haces, Richard? —Estoy abrazando a mi amiga —Su confirmación me descompuso en miles de piezas. Eso era para él: la amiga que le contó su patético pasado. Maldije en silencio por haber dejado que entrara en mi vida, que invadiera espacios de mi corazón que había clausurado muchos años atrás. Me aparté de él y me levanté de la cama. No podía seguir permitiendo que “nuestra amistad” se profundizara. Me dolía, me lastimaba como espinas clavadas en el pecho.
Lentamente, se separó de mí, dejándome con una enorme sensación de inestabilidad. Sentía que flotaba en el aire como una hoja hasta que dijo: «Así no quedarán dudas».La sangre se heló en mis venas. De estúpida creí que él deseaba ese beso tanto o más que yo, pero Richard solo estaba fingiendo. Él solo... actuaba.Me aparté de él y salí corriendo. No me detuve hasta llegar a la habitación. Me encerré en el baño y devolví en el inodoro la porción de torta que acababa de comer.Cuando escuché dos toques en la puerta, entré en pánico. ¿Qué le iba a decir? Richard, pensé que querías besarme y se me rompió el corazón al saber que estabas fingiendo. No, no diría eso. ¿Qué tan estúpida sería si lo hiciera?
RICHARD En el mismo momento que el taxi se alejó de su edificio, la comencé a extrañar. Después de lo de Kate, juré nunca enamorarme y estaba luchando con uñas y dientes para no hacerlo de la enigmática Lilian White. Esa mujer me volvía loco. Unas veces era tierna y vulnerable y otras una fiera vengativa. Y lo peor era que me gustaban sus dos versiones.Llegué a mi apartamento y me tumbé en la cama. Esos fueron los tres días más tensos que había vivido alguna vez y estaba agotado. No tanto por el falso noviazgo, sino por la jodida abstinencia y el juego de solo amigos. Sé que dije aquella noche que sería solo su amigo, pero eso no era lo quería y, la verdad, me daba miedo analizar qué era lo que en verdad quería con esa mujer.Me maldije varias veces por haber permitido que la situaci&oacut