RICHARD
En el mismo momento que el taxi se alejó de su edificio, la comencé a extrañar. Después de lo de Kate, juré nunca enamorarme y estaba luchando con uñas y dientes para no hacerlo de la enigmática Lilian White. Esa mujer me volvía loco. Unas veces era tierna y vulnerable y otras una fiera vengativa. Y lo peor era que me gustaban sus dos versiones.
Llegué a mi apartamento y me tumbé en la cama. Esos fueron los tres días más tensos que había vivido alguna vez y estaba agotado. No tanto por el falso noviazgo, sino por la jodida abstinencia y el juego de solo amigos. Sé que dije aquella noche que sería solo su amigo, pero eso no era lo quería y, la verdad, me daba miedo analizar qué era lo que en verdad quería con esa mujer.
Me maldije varias veces por haber permitido que la situaci&oacut
Mis ojos saltaban del menú a la pareja de tórtolos —y no hablo de Elizabeth y Charles, precisamente—. Harry y Lil hablaban entre susurros y se toqueteaban las manos como un par de críos enamorados. Estaba que lo mataba a golpes.Yo elegí el salmón ahumado, Elizabeth y Charles la especialidad del Chef: pato confitado crujiente. Y Lil no pidió nada, el remilgado pidió por ella. Nada más y nada menos que Caviar. No le fue suficiente con alardear de su generosa fundación, también tenía que gastar miles de dólares en ella. Lo odiaba como nunca había odiado a nadie en la vida.Mi plato quedó casi limpio y estuvo cerca de terminar abierto en dos, al imaginar que era el rostro de Harry. Necesitaba alejarme por un momento, calmarme antes de hacer algo estúpido. Me levanté de la silla y caminé hasta el baño. Mientras me miraba en el e
LILIAN Mi corazón quedó devastado cuando vi a Richard salir de ese auto. No podía creer que había roto su promesa de abstinencia con ella y no conmigo en Texas. Porque tuvimos oportunidades, varias, y él ni parecía interesado. ¿Qué podía esperar? Su reputación lo antecedía. Me sentí herida, traicionada. Sentimientos que había experimentado muchos años atrás. Lloré todo el trayecto del bar al apartamento. Estaba enojada más conmigo que con él por haber sido tan idiota de ilusionarme con algo que nunca podría existir. Simplemente él y yo no éramos compatibles.Decidí entonces cortar por lo sano, echarle veneno a las raíces que se habían sembrado en mi pecho para que se secaran. Richard Hernández no tenía permiso de habita
RICHARD Tardé demasiado tiempo en despegar los pies del suelo, en darme cuenta de lo estúpido que fui. Fallé en mis palabras y en la ausencia de ellas. Me sentía tan herido que quise herirla a ella también. Hacía todo mal. Siempre arruinaba todo con Lil.Necesitaba arreglar las cosas con ella, pero no sabía cómo. Tenía que hablarlo con alguien y, con Charles fuera de las opciones, solo me quedaba una persona.Empujé mi orgullo hacia mis pies y llamé a Raiza. Le dije lo que pasó, todo, con pelos y señales. Ella gritó tan fuerte que por una milésima casi destruye mi tímpano. «Debes arreglarlo, como sea». Lo dijo más como una amenaza que como un consejo, pero yo no sabía arreglar nada, solo sabía empeorar todo.Pensando que ya no había soluci&oac
LILIAN No podía creer que amanecí envuelta en los fuertes brazos de Richard Hernández. Lo que hizo conmigo esa noche me hizo dudar de que en verdad fuera de este mundo. Me hizo y me deshizo como quiso, estuve a su merced y hasta dejó de importarme si me decía que lo nuestro sería solo sexo. Ese tema no lo tocamos, nos olvidamos de todo lo que habíamos hablado y solo nos concentramos en el placer.Una vez fuera de esa burbuja de pasión y lujuria, a la luz del día, la confusión me abordó. ¿Qué significaban las palabras de Richard? ¿Qué implicaba necesitarme de más de una forma? Debí preguntarle antes de tener sexo con él por horas. Pero es que no podía resistirme, cuando él me tocaba me olvidaba de quién era y de lo que quería.—Una larga noche
Veinte minutos y cinco segundos, seis, siete, ocho… estaba súper-híper-mega-extra aburrida. ¿Qué se suponía que haría sola hasta el día siguiente? Me resistí por quince largos minutos a la idea de llamar a Rich, pero claudiqué al final.—Alessandra. ¿Eres tú, bebé? —respondió al tercer tono.—No me digas bebé, suena a una frase sacada de un libro de romance juvenil.—¿Qué tiene de malo el romance? —No sabía si era una pregunta capciosa, pero igual respondí. —En realidad, no lo sé. Solo no me gusta.—Tu voz es tan extraña. Suenas nasal.—Tengo un resfriado mortal —dramaticé.—Es una lástima que esté a miles de kilómetros de ti.—¡Qué sarcástico e
LILIANNo podía dejar que él se fuera sin una explicación. Tenía que arriesgarme a decírselo así quedara como la estúpida que se enamoró de él, a sabiendas de su estilo de vida. Salí del apartamento y corrí para alcanzarlo. Casi caigo de bruces cuando lo vi discutiendo con Natasha. Mi cerebro comenzó a sumar y el resultado era desastroso.—¿La conoces? —pregunté. Ni siquiera se había dado cuenta que estaba detrás de él.—¿Tú la conoces? —contraatacó, enfrentándome.—¡Cielo Santo! Sí. Todos nos conocemos —dijo mi hermana con fastidio.—¿Qué haces aquí? —gruñó él.—Lilian es mi hermana —contestó. Richard lanzó una ma
RICHARD Llegamos a mi apartamento pasadas las seis de la tarde. Obligué a Lilian a recostarse y me tumbé a su lado, necesitaba dormir al menos dos días pare recuperarme del viaje, de Lil en el hospital y de el reencuentro con la reina del narco.Me pareció extraño que Lil no me preguntara de dónde conocía a su hermana. ¿Natasha le habría contado?, ¿sabía Lil en qué estaba metida ella? Probablemente sí, el nombre de Benito González era muy popular en la ciudad y seguro ella había escuchado algo de eso mientras deambulaba por las calles.Desearía no haber conocido a ese hombre, llegar a él fue una consecuencia de mis malas decisiones. Cuando perdí a Raquel, me hundí en un abismo, quería ocupar su lugar, ser yo quien muriera. Me metí en el mundo de las peleas clandestinas y ni siquiera me
LILIAN Al día siguiente de despedirme de Rich, fui al consultorio de Marissa Capellini, la psicóloga que estaba tratando mi condición. Hablé largo y tendido de los traumas de mi infancia y juventud. Ella dijo que el primer paso era reconocerlo y que, mientras estuviera dispuesta a cumplir con el tratamiento, estaría bien.Mi siguiente cita sería en una semana y dejó abierta la posibilidad de volver si necesitaba hablar o me sentía ansiosa.Veinte minutos más tarde, estaba estacionando mi auto en el estacionamiento de mi edificio. Only Girl de Rihanna seguía sonando en mi cabeza mientras andaba a paso lento hasta el ascensor. De pronto, alguien tiró de mí y me cubrió la boca con las manos. Era un hombre, sin duda, su olor y sus manos fuertes lo delataron. Moví mis piernas frenéticamente, intent