Capítulo 26

Veinte minutos y cinco segundos, seis, siete, ocho… estaba súper-híper-mega-extra aburrida. ¿Qué se suponía que haría sola hasta el día siguiente?  

Me resistí por quince largos minutos a la idea de llamar a Rich,  pero claudiqué al final.

—Alessandra. ¿Eres tú, bebé? —respondió al tercer tono.

—No me digas bebé, suena a una frase sacada de un libro de romance juvenil.

—¿Qué tiene de malo el romance? —No sabía si era una pregunta capciosa, pero igual respondí.  

—En realidad, no lo sé. Solo no me gusta.

—Tu voz es tan extraña. Suenas nasal.

—Tengo un resfriado mortal —dramaticé.

—Es una lástima que esté a miles de kilómetros de ti.

—¡Qué sarcástico e

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