El viento movía el cabello de Lil sobre mi rostro durante el trayecto a casa. Me encantaba como cosquilleaba mi piel y sentir su aroma a vainilla, mezclándose con el de pasto. Mi familia vivía en una zona lejana de la ciudad, en una granja con todas las letras.
Extrañaba mucho cruzar el camino de tierra, que precedía la entrada de la casa donde crecí, y ver aquellas tejas rojas del techo, que contrastaban con el color marrón de paredes de madera.
Tenía mucho tiempo sin venir y, a medida que nos acercábamos, el peso que cargaba en mi espalda se fue cayendo, quedando detrás de mí.
Abandoné la vista al frente y miré a Lil. Estaba mordisqueando su dedo pulgar, cortando trocitos de piel con sus dientes. Acerqué mi mano a su rostro y la aparté de su boca. Apreté mis dedos entre los suyos, diciéndole con ello que todo estaría bien. Fue hasta ent
LILIANMis manos temblaban cuando cerré la puerta del baño. No solo fui atrevida, sino cruel. No había planeado nada de lo que pasó; solo lo hice. Pero no había marcha atrás, lo hecho, hecho estaba.Deslicé la puerta de acrílico azul que separaba el sanitario de la ducha. El baño era pequeño, pero tenía lo único que necesitaba: agua caliente. Abrí el grifo y dejé que el agua corriera en mi piel sudada. Tomé un jabón y lo deslicé por mi cuerpo, formando una suave capa de espuma. No sabía que necesitaba una ducha larga hasta que estuve ahí. Había acumulado horas de tensión en mis hombros, desde el momento que me subí al auto de Richard.Todavía conservaba la esperanza de que intentara disuadirme para que aceptara ser más que su amiga. Pero se desvaneció cu
La casa de los padres de Richard gritaba hogar por todas partes. Aunque era rústica, por la decoración, se sentía cálida y acogedora. Las paredes de madera conservaban el color original, marrón. Pequeños marcos llenaban las paredes, en todas había fotografías de ellos. Había rostros que no estaban presentes en la mesa, asumí que eran primos, tíos o abuelos. No quise preguntar.La mesa era un enorme tablón de cedro pulido, con ocho puestos. Añadieron una silla más para que entráramos todos. El grupo familiar lo componía Rebeca, Raiza, su esposo, Ramón, Reinaldo y Richard. Además de sus padres, por supuesto. Comer en familia era otra cosa que nunca había experimentado. Texas estaba resultado todo un acontecimiento para mí.—Te damos gracias, señor, por estos alimentos. Provéele a los más necesitados y bend&
RICHARDMientras ella me gritaba que me iba a matar yo pensaba, ya me estás matando. Lo hacía al desnudarse delante de mí, lo hacía cada vez que me miraba, lo hacía incluso cuando no estaba a mi lado.Dejar de besarla sobre el muelle me costó Dios y su ayuda. Quería follarla duro sobre el muelle, luego en el agua y después en la cabaña del lago. Pero quería que probara un poco de su propia medicina. Y también convencerme de que seguía teniendo el control.—¡Richard Tercero Hernández! —gritó mi madre al vernos empapados en la cocina. La risita de Lilian hizo eco en la cocina. Se estaba burlando de mi segundo nombre. Todo el mundo lo hacía cuando lo escuchaba y ella no iba a perder la oportunidad.—Fue ella —repliqué, señalando a Lilian.&
LILIAN La línea divisoria entre nuestro falso noviazgo y la amistad se desdibujaba cada vez más. Habíamos pasado del sexo casual, a amigos con beneficios y luego a solo amigos en un parpadear. No sabía si el hecho de que me abrazara a su pecho significaba lo mismo para él que para mí. Con él me sentía protegida y hasta llegué a creer que me quería realmente. Y no de la forma de amigos, sino como una novia de verdad. Entonces le pregunté: —¿Qué haces, Richard? —Estoy abrazando a mi amiga —Su confirmación me descompuso en miles de piezas. Eso era para él: la amiga que le contó su patético pasado. Maldije en silencio por haber dejado que entrara en mi vida, que invadiera espacios de mi corazón que había clausurado muchos años atrás. Me aparté de él y me levanté de la cama. No podía seguir permitiendo que “nuestra amistad” se profundizara. Me dolía, me lastimaba como espinas clavadas en el pecho.
Lentamente, se separó de mí, dejándome con una enorme sensación de inestabilidad. Sentía que flotaba en el aire como una hoja hasta que dijo: «Así no quedarán dudas».La sangre se heló en mis venas. De estúpida creí que él deseaba ese beso tanto o más que yo, pero Richard solo estaba fingiendo. Él solo... actuaba.Me aparté de él y salí corriendo. No me detuve hasta llegar a la habitación. Me encerré en el baño y devolví en el inodoro la porción de torta que acababa de comer.Cuando escuché dos toques en la puerta, entré en pánico. ¿Qué le iba a decir? Richard, pensé que querías besarme y se me rompió el corazón al saber que estabas fingiendo. No, no diría eso. ¿Qué tan estúpida sería si lo hiciera?
RICHARD En el mismo momento que el taxi se alejó de su edificio, la comencé a extrañar. Después de lo de Kate, juré nunca enamorarme y estaba luchando con uñas y dientes para no hacerlo de la enigmática Lilian White. Esa mujer me volvía loco. Unas veces era tierna y vulnerable y otras una fiera vengativa. Y lo peor era que me gustaban sus dos versiones.Llegué a mi apartamento y me tumbé en la cama. Esos fueron los tres días más tensos que había vivido alguna vez y estaba agotado. No tanto por el falso noviazgo, sino por la jodida abstinencia y el juego de solo amigos. Sé que dije aquella noche que sería solo su amigo, pero eso no era lo quería y, la verdad, me daba miedo analizar qué era lo que en verdad quería con esa mujer.Me maldije varias veces por haber permitido que la situaci&oacut
Mis ojos saltaban del menú a la pareja de tórtolos —y no hablo de Elizabeth y Charles, precisamente—. Harry y Lil hablaban entre susurros y se toqueteaban las manos como un par de críos enamorados. Estaba que lo mataba a golpes.Yo elegí el salmón ahumado, Elizabeth y Charles la especialidad del Chef: pato confitado crujiente. Y Lil no pidió nada, el remilgado pidió por ella. Nada más y nada menos que Caviar. No le fue suficiente con alardear de su generosa fundación, también tenía que gastar miles de dólares en ella. Lo odiaba como nunca había odiado a nadie en la vida.Mi plato quedó casi limpio y estuvo cerca de terminar abierto en dos, al imaginar que era el rostro de Harry. Necesitaba alejarme por un momento, calmarme antes de hacer algo estúpido. Me levanté de la silla y caminé hasta el baño. Mientras me miraba en el e
LILIAN Mi corazón quedó devastado cuando vi a Richard salir de ese auto. No podía creer que había roto su promesa de abstinencia con ella y no conmigo en Texas. Porque tuvimos oportunidades, varias, y él ni parecía interesado. ¿Qué podía esperar? Su reputación lo antecedía. Me sentí herida, traicionada. Sentimientos que había experimentado muchos años atrás. Lloré todo el trayecto del bar al apartamento. Estaba enojada más conmigo que con él por haber sido tan idiota de ilusionarme con algo que nunca podría existir. Simplemente él y yo no éramos compatibles.Decidí entonces cortar por lo sano, echarle veneno a las raíces que se habían sembrado en mi pecho para que se secaran. Richard Hernández no tenía permiso de habita