LILIAN
Estaba feliz de volver a casa. Toda la situación con Richard me había afectado más de lo que debía. Se suponía que lo nuestro no trascendería a más que aquella noche de sexo en su apartamento. Dormir abrazada con él, aquel desayuno, lo de ser amigos con beneficios… todo eso fue un error. Él no era el tipo que se comprometía y yo tampoco necesitaba complicarme más la vida.
Al entrar al apartamento, me encontré a Lizzy sentada en el sofá con las piernas cruzadas y con un enorme tarro de helado en sus manos.
No me podía creer todo lo que me decía. Que Charles Jones le propusiera matrimonio era lo más romántico que había escuchado en la vida. Lissy estaba aterrorizada. Pensaba que él era una clase de acosador. Ya hubiera querido yo que me acosara a mí. Mi amiga
RICHARDMi plan era sacarla de ahí, apartarla del idiota de Fred para que dejara de ver sus tetas apretadas en aquella blusa transparente. Mi plan era disculparme y volver a lo de amigos con beneficios, pero su plan era hundirme en un jodido hoyo oscuro.Sus palabras explotaron en mi cara como una bomba nuclear. «Él o tú, me da igual». Que ella me comparara con un imbécil fracasado lame culo fue la enorme gota que rebasó el vaso. Eso fue todo. No lo intentaría más.Jódete, Lilian; estuve a segundos de gritarle, pero no lo daría esa satisfacción.—Te llevaré a casa —dije, deslizando mi mano fuera de su entrepierna. Su excitación se había escurrido en mis dedos. Los sequé con mis vaqueros y puse en marcha mi auto. Lilian balbuceó la dirección de su edificio y me detuve frente a &eacut
LILIAN Me dolía lo que se llamaba todo. Desde la punta de la cabeza hasta los pies. Mi dulce y comprensiva amiga me preparó un baño de sales y espumas en su tina. No sin antes darme una regañina de padre y señor nuestro. Minutos antes me había empujado a la boca dos analgésicos, junto a un vaso enorme de zumo de naranja y dos trozos de pan tostado… por exigencia de ella. Escuché con atención la historia de Lissy y su beso épico frente al club Seven. Lamenté por segunda vez haber ido al baño y perderme de conocer al famoso Charles Jones. Necesitaba ver el rostro detrás del romance. Mi amiga estaba conmocionada y abatida por aquel acontecimiento. Le dije que no le diera tantas vueltas y se lanzara al vacío. ¿Qué perdía con intentarlo?Lissy sonrió, tímidame
Richard se volvió a su lugar, encendió la hornilla, colocó un sartén y vertió el aceite. Alterné la mirada entre la tabla y él, cosa que podría terminar por arrancarme un dedo.—¿Qué estamos preparando, exactamente? —Llevaba dos zanahorias para cuando hice la pregunta. Temía que si hablaba antes mi voz sonara nasal y agitada.—Fricasé de pollo, con la sazón boricua. ¡Te vas a chupar los dedos!O me los podrías chupar tú, quise decir, pero eso arruinaría por completo mi plan de solo amigos. Lo había decidido de camino a su apartamento. El sexo solo nos haría una cosa: dependientes, un par de adictos que no podrían rehabilitarse. Solo amigos, sí, ese era el plan.La preparación y cocción se llevó más de una hora. Durante ese tiempo, él me cont&
RICHARD —Idiota. ¡Eres un completo idiota!Estaba atascado en la jodida friend zone por no querer ceder, por no doblegar mi estúpido orgullo. Yo no era el tipo que iba a rogar por sexo. No lo era. Y ella, esa castaña de ojos miel, estaba tumbando todas las bases que sostenían mi estructurada vida.Me desvestí de camino al baño y resolví por mi propia mano lo empalmado que me había dejado Lilian White. Aquel juego de pool fue el más ardiente de toda mi vida. Ver su jugoso trasero contonearse detrás de mí me volvía a loco. Hubiera sido más fácil si no supiera lo suave que se sentía su piel en mis manos, si no recordara con detalle cada sonido, cada punto erógeno de su perfecto cuerpo. Mi cabeza gritaba sexo, mi polla latía por sexo… quería sexo. ¿Por qué carajos no estaba te
El viento movía el cabello de Lil sobre mi rostro durante el trayecto a casa. Me encantaba como cosquilleaba mi piel y sentir su aroma a vainilla, mezclándose con el de pasto. Mi familia vivía en una zona lejana de la ciudad, en una granja con todas las letras.Extrañaba mucho cruzar el camino de tierra, que precedía la entrada de la casa donde crecí, y ver aquellas tejas rojas del techo, que contrastaban con el color marrón de paredes de madera.Tenía mucho tiempo sin venir y, a medida que nos acercábamos, el peso que cargaba en mi espalda se fue cayendo, quedando detrás de mí.Abandoné la vista al frente y miré a Lil. Estaba mordisqueando su dedo pulgar, cortando trocitos de piel con sus dientes. Acerqué mi mano a su rostro y la aparté de su boca. Apreté mis dedos entre los suyos, diciéndole con ello que todo estaría bien. Fue hasta ent
LILIANMis manos temblaban cuando cerré la puerta del baño. No solo fui atrevida, sino cruel. No había planeado nada de lo que pasó; solo lo hice. Pero no había marcha atrás, lo hecho, hecho estaba.Deslicé la puerta de acrílico azul que separaba el sanitario de la ducha. El baño era pequeño, pero tenía lo único que necesitaba: agua caliente. Abrí el grifo y dejé que el agua corriera en mi piel sudada. Tomé un jabón y lo deslicé por mi cuerpo, formando una suave capa de espuma. No sabía que necesitaba una ducha larga hasta que estuve ahí. Había acumulado horas de tensión en mis hombros, desde el momento que me subí al auto de Richard.Todavía conservaba la esperanza de que intentara disuadirme para que aceptara ser más que su amiga. Pero se desvaneció cu
La casa de los padres de Richard gritaba hogar por todas partes. Aunque era rústica, por la decoración, se sentía cálida y acogedora. Las paredes de madera conservaban el color original, marrón. Pequeños marcos llenaban las paredes, en todas había fotografías de ellos. Había rostros que no estaban presentes en la mesa, asumí que eran primos, tíos o abuelos. No quise preguntar.La mesa era un enorme tablón de cedro pulido, con ocho puestos. Añadieron una silla más para que entráramos todos. El grupo familiar lo componía Rebeca, Raiza, su esposo, Ramón, Reinaldo y Richard. Además de sus padres, por supuesto. Comer en familia era otra cosa que nunca había experimentado. Texas estaba resultado todo un acontecimiento para mí.—Te damos gracias, señor, por estos alimentos. Provéele a los más necesitados y bend&
RICHARDMientras ella me gritaba que me iba a matar yo pensaba, ya me estás matando. Lo hacía al desnudarse delante de mí, lo hacía cada vez que me miraba, lo hacía incluso cuando no estaba a mi lado.Dejar de besarla sobre el muelle me costó Dios y su ayuda. Quería follarla duro sobre el muelle, luego en el agua y después en la cabaña del lago. Pero quería que probara un poco de su propia medicina. Y también convencerme de que seguía teniendo el control.—¡Richard Tercero Hernández! —gritó mi madre al vernos empapados en la cocina. La risita de Lilian hizo eco en la cocina. Se estaba burlando de mi segundo nombre. Todo el mundo lo hacía cuando lo escuchaba y ella no iba a perder la oportunidad.—Fue ella —repliqué, señalando a Lilian.&