Richard
Me detuve frente al ascensor y esperé. Llevaba mi chaqueta colgada de un brazo y sostenía un bolso en la otra. Las puertas se abrieron y entré de inmediato. Entonces escuché una voz que dijo: «Deténgalo, por favor». Interpuse las manos y logré detener las puertas. Lilian entró, sin hacer contacto visual conmigo.
—Gracias —musitó.
—No fue nada.
—No por esto. Por lo de la otra noche.
—¿Te refieres al sexo, al vómito en mi baño, al hospital o por llevarte el bolso?
—¡Eres un idiota! —No lo resistí. Detuve el jodido aparato y la acorralé contra la pared. Su aliento trepidaba sobre el mío, su cuerpo temblaba y sus ojos ardían de deseo.
—Quieres que te bese y te folle en el ascensor. Quieres que baje al sur y te saboreé con mi lengua hasta v
RICHARD Insatisfecho y decepcionado, subí a la habitación, donde me esperaba una cama fría y solitaria. En ese punto de mi vida ya me estaba hartando la soledad. Aunque días antes de ese me había ensalzado por tener una vida libertina y sin responsabilidades, pero ya no estaba tan seguro.Me quité la ropa y me acosté en la cama, mirando al techo. Sueño no tenía ni un poco, lo que me sobraban eran pensamientos… Y todos la incluían a ella.Estaba cansado de que esa mujer estuviera en mi cabeza. Tanto que deseé no haber ido al Seven aquella noche. Mi vida era perfecta antes de ella. ¿Qué se suponía que haría ahora? Encendí el televisor, pero no lo estaba viendo realmente.Un sonido en la puerta me sacó de mis pensamientos. Y hasta di gracias por eso, necesitaba una distracción urgentemen
LILIAN En la vida hay días buenos, días malos y días catastróficos. Ese día fue uno muy catastrófico. Del uno al diez, le di un ocho, para no ser tan pesimista.Mientras Richard me abrazaba en la cama, el episodio de histeria se repetía en mi cabeza. Tan desesperada como estaba por un poco de afecto, me desnudé y le grité que tuviera sexo conmigo. Algo simbólico como deshacerme de la ropa cuando en verdad quería mostrarle mis heridas internas. ¡Estoy loca!, eso me gritaba mientras me desvestía. No podía creer que fuera capaz de hacer algo así. Su reacción me impactó mucho más, porque de todos los hombres que habían pasado por mi vida, no pensé que Richard Hernández fuera del tipo que te abrazaba hasta que dejes de llorar. Quizás no era un maldito
RICHARD Estaba furioso. Muy furioso. ¿Cómo me había quedado si un jodido condón? Y justo con ella, con la mujer que encendía en mí una pasión desconocida.Me metí al baño para analizar mis opciones. No era que tenía miedo de estar con ella sin protección, pero corría el riesgo de dejarme llevar por el momento y que lo lamentáramos más tarde. Mi prioridad era ella y no mi polla erecta. —¡Mierda! ¡Jodido imbécil! —Me quejé al ver que se había marchado. Ella seguro ya estaba llenando su cabeza de mierda y no quería que lo hiciera. Busqué su número en el directorio de mi teléfono y la llamé, no respondió.Me apresuré a ponerme mi uniforme y a recoger alguna ropa que estaba en el suelo. No tenía mucho tiempo, debía
LILIAN Estaba feliz de volver a casa. Toda la situación con Richard me había afectado más de lo que debía. Se suponía que lo nuestro no trascendería a más que aquella noche de sexo en su apartamento. Dormir abrazada con él, aquel desayuno, lo de ser amigos con beneficios… todo eso fue un error. Él no era el tipo que se comprometía y yo tampoco necesitaba complicarme más la vida.Al entrar al apartamento, me encontré a Lizzy sentada en el sofá con las piernas cruzadas y con un enorme tarro de helado en sus manos.No me podía creer todo lo que me decía. Que Charles Jones le propusiera matrimonio era lo más romántico que había escuchado en la vida. Lissy estaba aterrorizada. Pensaba que él era una clase de acosador. Ya hubiera querido yo que me acosara a mí. Mi amiga
RICHARDMi plan era sacarla de ahí, apartarla del idiota de Fred para que dejara de ver sus tetas apretadas en aquella blusa transparente. Mi plan era disculparme y volver a lo de amigos con beneficios, pero su plan era hundirme en un jodido hoyo oscuro.Sus palabras explotaron en mi cara como una bomba nuclear. «Él o tú, me da igual». Que ella me comparara con un imbécil fracasado lame culo fue la enorme gota que rebasó el vaso. Eso fue todo. No lo intentaría más.Jódete, Lilian; estuve a segundos de gritarle, pero no lo daría esa satisfacción.—Te llevaré a casa —dije, deslizando mi mano fuera de su entrepierna. Su excitación se había escurrido en mis dedos. Los sequé con mis vaqueros y puse en marcha mi auto. Lilian balbuceó la dirección de su edificio y me detuve frente a &eacut
LILIAN Me dolía lo que se llamaba todo. Desde la punta de la cabeza hasta los pies. Mi dulce y comprensiva amiga me preparó un baño de sales y espumas en su tina. No sin antes darme una regañina de padre y señor nuestro. Minutos antes me había empujado a la boca dos analgésicos, junto a un vaso enorme de zumo de naranja y dos trozos de pan tostado… por exigencia de ella. Escuché con atención la historia de Lissy y su beso épico frente al club Seven. Lamenté por segunda vez haber ido al baño y perderme de conocer al famoso Charles Jones. Necesitaba ver el rostro detrás del romance. Mi amiga estaba conmocionada y abatida por aquel acontecimiento. Le dije que no le diera tantas vueltas y se lanzara al vacío. ¿Qué perdía con intentarlo?Lissy sonrió, tímidame
Richard se volvió a su lugar, encendió la hornilla, colocó un sartén y vertió el aceite. Alterné la mirada entre la tabla y él, cosa que podría terminar por arrancarme un dedo.—¿Qué estamos preparando, exactamente? —Llevaba dos zanahorias para cuando hice la pregunta. Temía que si hablaba antes mi voz sonara nasal y agitada.—Fricasé de pollo, con la sazón boricua. ¡Te vas a chupar los dedos!O me los podrías chupar tú, quise decir, pero eso arruinaría por completo mi plan de solo amigos. Lo había decidido de camino a su apartamento. El sexo solo nos haría una cosa: dependientes, un par de adictos que no podrían rehabilitarse. Solo amigos, sí, ese era el plan.La preparación y cocción se llevó más de una hora. Durante ese tiempo, él me cont&
RICHARD —Idiota. ¡Eres un completo idiota!Estaba atascado en la jodida friend zone por no querer ceder, por no doblegar mi estúpido orgullo. Yo no era el tipo que iba a rogar por sexo. No lo era. Y ella, esa castaña de ojos miel, estaba tumbando todas las bases que sostenían mi estructurada vida.Me desvestí de camino al baño y resolví por mi propia mano lo empalmado que me había dejado Lilian White. Aquel juego de pool fue el más ardiente de toda mi vida. Ver su jugoso trasero contonearse detrás de mí me volvía a loco. Hubiera sido más fácil si no supiera lo suave que se sentía su piel en mis manos, si no recordara con detalle cada sonido, cada punto erógeno de su perfecto cuerpo. Mi cabeza gritaba sexo, mi polla latía por sexo… quería sexo. ¿Por qué carajos no estaba te