A veces, el tiempo puede ser efímero, al igual que una flor, en un instante…se marchita… Habían pasado ya ocho años desde aquel día en que su primera cita con aquel había sido también la última, recién se había graduado de la universidad, administración de empresas, aunque, sin experiencia laboral de poco servía tener el título, Astrid ahora era una hermosa joven adulta, que, como todos, tenia grandes esperanzas y expectativas de vida, se estaba mudando a Nueva York, su querida amiga Alessa, a quien había tenido el gusto de conocer en la universidad, le había ofrecido un empleo, y, siendo su mejor oferta y aquella con menos complicaciones, había aceptado sin dudarlo, seria la secretaria de su esposo en lo que se abría una mejor vacante para ella, según lo que la hermosa mujer de piel nívea y cabellos negros y lacios le hab&i
Leer más