Personas Raras.
Sus manos a cada lado de su cuerpo, sus ojos fijos en mí, en su rostro no podías ver nada más que seriedad y frialdad.Trague saliva fuerte, mis ojos no se despegaban de él, todo mi cuerpo estaba petrificado, parecía que mis pies se habían pegado al suelo lleno de hojas.—Te he hecho una pregunta ¿que haces aquí? —Las palabras no me salían de la boca —¿Te ha comido la lengua el gato? ¿Eh, muda? —negué sin dejar de mirarlo.Su belleza y el peligro que desbordaba de su cuerpo me había dejado sin habla. Todo a su alrededor gritaba peligro. Nunca lo había visto por el pueblo ¿era nuevo? ¿Vivía en el bosque? Una forma de tranquilizarme era: no mirarlo, ni siquiera pensar que estaba ahí, fijar mi vista en un punto lejano del bosque. Pero a quien quería engañar, era imposible no pensar que ese hombre estaba a unos metros de mi, que su mirada penetrante estaba puesta en mí y que su rostro serio no cambiaba y se ponía aún más serio al no
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