19 de febrero de 2015.
Pueblo de Calcata - Italia.
14:00 de la tarde.
Draven Hilens.
Leí en un papel que había debajo de mi puerta. ¿Draven Hilens? Nunca había escuchado un nombre así. ¿Quién era? ¿Era de aquí del pueblo? En Calcata (Italia) todos nos conocemos. Es un pueblo que fue desalojado en la década de los 30, por el riesgo de colapso, aunque nunca pasó eso. Fue repoblado por hippies, turistas y aventureros. La razón por la que nos mudamos aquí no la sé, yo solo en aquel entonces seguía a mis padres hasta que fallecieron. Nunca encontraron sus cuerpos y por ende no se sabe la causa de la muerte. Sólo encontraron algunas de sus pertenencias en el bosque bajo el pueblo. Calcata está situado en la cumbre de riscos a 137 metros de altura y bajo el pueblo, está situado el bosque, ese bosque que me da tanto miedo pisar. Ahora me encuentro vagando por las calles del pueblo, el aburrimiento de estar en casa me ganó y no tengo ni idea de hacia donde ir. Todos me saludaban, como ya dije todos nos conocíamos y nos llevábamos bien, éramos una comunidad pequeña, pero éramos una gran familia. Solíamos pasar los festivos muy importantes todos juntos, así las personas que estaban solas (como yo) no se sentían tan mal esos días. Hace dos meses fue Navidad y la comunidad nos juntamos en la plazoleta del pueblo, pasamos dos días enteros de fiesta, algunos bebían, otros hablaban, otros jugaban, otros cantaban y otros (como yo) solo mirábamos con una sonrisa a todos los presentes. Puede sonar aburrido pero la verdad no lo era, se sentía bien ver como la gente disfrutaba y era feliz. Pero desde hace dos semanas esa felicidad y tranquilidad se vio interrumpida por dos muertes. Una pareja, la chica se llamaba Marta y el chico Javier, los encontraron en el bosque llenos de sangre. Todo el pueblo se estaba volviendo loco, estaban al tanto de cada lugar, de cada persona, pero no había nadie nuevo, estábamos los mismos de siempre. —¿Has escuchado de la tercera muerte? —Negué. ¿Tercera muerte? ¿Ya había más? —Hoy no he encendido la televisión y tampoco he escuchado hablar a nadie —le dije a Jazmín mi amiga. Es una chica morena, bajita, siempre viste con vestidos, tenía pecas y es pelirroja. Fue la primera persona en darme el pésame al enterarse de la muerte de mis padres, también fue la única que estuvo conmigo todo el tiempo. Era muy buena chica, amigable y con un corazón enorme, sus ojos marrones siempre estaban llenos de felicidad, siempre sonreía, aunque el mundo se le cayera encima. —Fue Ricardo, el chico que siempre era muy callado —mi boca se abrió sorprendida. No conocía mucho a ese chico, solo había intercambiado un par de palabras con él, no sabría decir si era majo o no porque no lo conocía del todo, pero por lo que se podía ver y dejaba ver era un chico muy tranquilo y amigable. —No lo conocía mucho —ella asintió. —Lo sé, yo tampoco había hablado mucho con él. —¿Sabes cómo murió? —ella negó. —Dicen que se colgó del techo de su habitación —apreté mi mandíbula —. Parecía un chico sin problemas. —Parecía, tu lo has dicho. Ella me miró y suspiró. Comenzamos a caminar y nos paramos al lado de la valla y miramos hacia el bosque. Casi no se dejaba ver el suelo por la cantidad de árboles y arbustos que había, se dejaban ver algunos animales grandes, como los ciervos o linces. Era bonito pero ese bosque escondía secretos oscuros como, por ejemplo: la misteriosa muerte de mis padres. Aún, después de dos años sigo buscando una explicación a todo lo que pasó. Si fue que murieron o si fue que los mataron. Pero, si es así, si de verdad los mataron ¿quién fue? ¿Por qué lo hicieron? ¿Mis padres tendrían problemas? Nunca supe de ningún problema que tuvieran, puede que nunca me lo contaran. Quería investigar, saber cual fue la razón por la que murieron o los mataron.—¿En qué piensas? —La voz de Jazmín me sacó de mis pensamientos.
—En mis padres, en investigar que pasó —ella me miró un poco en desacuerdo por lo que acababa de decir. —Sé que es difícil perder a tus padres, yo perdí al mío hace tiempo, pero no creo que sea buena idea investigar, puedes correr peligro e incluso el mismo camino que ellos —asentí. Tenía razón, puede que investigando también acabará muerta, pero ¿y si no? ¿Y si encuentro a quien mató a mis padres y hago justicia? Eran muchas las posibilidades de que saliera mal, pero había un por ciento alto de que saliera bien y creo que iba a correr ese riesgo. Por ellos.Por mis padres. Jazmín y yo nos miramos durante unos segundos, ella sabía lo que yo estaba pensando y comenzó a negar con la cabeza. Tendría que bajar a ese bosque, recordar exactamente los lugares donde encontraron las pertenencias de mis padres.Debo admitir que me daba miedo, estaba muy asustada, pero el solo pensar en que podría encontrar al culpable o los culpables de la muerte de mis padres hacia que todo miedo se desvaneciera por unos instantes. —Estaré contigo en todo lo que necesites Brisen, pero ten muchísimo cuidado —me palmeo el hombro —tengo que irme, mi madre me espera —asentí con una media sonrisa. La miré hasta que desapareció por las calles, volví mi vista a ese bosque oscuro.Seguí andando por el camino hasta llegar a la entrada del bosque. Era la primera vez en todos los años que llevaba en Calcata que pisaba ese bosque, y no daba buena impresión verlo, no me imagino estar dentro.Suspiré y comencé a caminar poco a poco, tenía los nervios de punta, estaba temblando del miedo y mi cabeza comenzaba a escuchar voces y ruidos que ni siquiera estaban ahí. Miraba a cada lado de mí, miraba hacia atrás, estaba alerta de cada movimiento. Intenté relajarme, pero con cada paso que daba mi corazón latía más fuerte aún. —¡Eh, tú! —Mi corazón dejó de funcionar. Me giré sobre mi eje y pude ver a un chico bastante atractivo, tenía el pelo blanco, sus ojos eran azules, vestía con un pantalón negro y una camisa blanca, estaba ¿descalzo? ¿Qué hacía descalzo? Negué con la cabeza e intenté tranquilizarme, se fue acercando más a mí, pude ver su mandíbula muy definida y tensa, sus cejas eran pobladas y sus pestañas normales, en sus manos se notaban las venas. Quise salir corriendo ¿quién era ese chico? —Soy Draven Hilens. ¿Me leyó la mente?Sus manos a cada lado de su cuerpo, sus ojos fijos en mí, en su rostro no podías ver nada más que seriedad y frialdad.Trague saliva fuerte, mis ojos no se despegaban de él, todo mi cuerpo estaba petrificado, parecía que mis pies se habían pegado al suelo lleno de hojas.—Te he hecho una pregunta ¿que haces aquí? —Las palabras no me salían de la boca —¿Te ha comido la lengua el gato? ¿Eh, muda? —negué sin dejar de mirarlo.Su belleza y el peligro que desbordaba de su cuerpo me había dejado sin habla. Todo a su alrededor gritaba peligro.Nunca lo había visto por el pueblo ¿era nuevo? ¿Vivía en el bosque?Una forma de tranquilizarme era: no mirarlo, ni siquiera pensar que estaba ahí, fijar mi vista en un punto lejano del bosque.Pero a quien quería engañar, era imposible no pensar que ese hombre estaba a unos metros de mi, que su mirada penetrante estaba puesta en mí y que su rostro serio no cambiaba y se ponía aún más serio al no
Mis piernas temblaban con cada paso que daba, mi mirada no subía del suelo, tenía miedo y sabía que estaba mal tener la cabeza gacha, pero era imposible no tenerla al saber que ese hombre estaba frente a mi a solo unos metros de distancia.—Estuviste en la comisaría de señor Josef ¿no es así? —Asentí y me obligué a mirarlo —. ¿Qué preguntas te hizo? —Fruncí el ceño.—¿Te importa?—Bastante —reí sin ganas y elevé las cejas.—No estuviste presente en la conversación —aclaré mirándolo cruzada de brazos.—Me importa una mierda, ¿qué preguntas te hizo?—¿De verdad crees que te voy a responder? Deja de hacer preguntas estúpidas, solo venia a preguntarte algo —me miró con una sonrisa divertida.Parece ser que nadie se atreve a hablarle de la forma en que yo lo hice, y la verdad es que no sé de dónde mierda he sacado esa valentía, ese chico me daba miedo, más aún cuando su mirada estaba fija en mi cuerpo.—Pregunta entonces —la son
Intenté salir corriendo pero el ya estaba cogiéndome del cuello y pegándome a la pared. ¿Cómo había entrado? ¿Qué le pasa en los ojos? Mi mente empezaba a formular muchas preguntas sin respuesta. El miedo de que me matara se hacía cada vez más grande. El miedo muchas veces se pude confundir con el terror, para mí no es lo mismo, pero puede que para otras personas si lo sea.Para mí el terror es eso que no te deja estar en todos tus sentidos, que solo tiemblas, lloras y quieres gritar para poder intentar escapar de eso que tanto te está asustando.Y el miedo te deja estar en tus completos sentidos, aunque sigues temblando y llorando, pero es un nivel de susto más bajo.Bueno en este momento yo estaba en un estado de terror en el que nunca había estado. Por mi cabeza pasaban muchas formas en las que podría morir y créeme ninguna era buena.Temblaba en los brazos de ese chico de pelo blanco.—Déjame ir —susurré con un nudo en la garganta.—Si te dejo ir seguramente te mate —jadeé del miedo.—¿Entonces no me dejaras hacerlo a mi? —Desvié la mirada hacia la derecha.Sentía que mis piernas iban a dejar de funcionar y si no fuera por Draven caería al suelo. La voz de ese chico hacía ¿Alejarse De Calcata? No
Tenía los nervios de punta, la cercanía de Draven me hacía casi no respirar.—¿Por qué te late tan rápido el corazón? —Negué mirándolo a los labios —¿Me quieres besar muda? —Volví a negar —. ¿Te doy miedo?—Más quisieras —me atreví a mirarlo a los ojos.Su mirada conectaba con la mía, sus ojos comenzaron a ponerse blancos ¿me intentaba asustar? Lo estaba consiguiendo. Tragué saliva e intenté tranquilizarme y pensar en otras cosas.Miré las manos de Draven que poco a poco se iban colocando en mi cintura, dio un estirón de mi cuerpo hacia el suyo.—A mi me gustaría besarte —su voz sonó más grave de lo normal.—Se va a quedar en “gustaría”, no me vas a besar —dije casi en un susurro por nuestra cercanía.—Una pena muda —sonrió.Se separó de mí y volvió a darle otro mordisco a la tostada.—Una vez me preguntaste sobre la muerte de tus
Draven.¿En el mundo de los humanos cuanto se tarde en hacer un pollo asado? ¿Quince minutos, veinte? Ni puta idea. Os preguntaréis que a qué viene esta pregunta tan tonta, bueno llevo viendo como asan a un pollo unos treinta minutos ¿eso no será carbón ya?Llevo cuatro años en este pueblo y el 3-05 es la fiesta del pueblo. Siempre los miro y me sorprendo cada día más, con que poco se conforman y divierten.Flipo...Se disfrutaría mejor con liebres corriendo y el último que atrapase a una tendría un castigo. Es demasiado aburrido eso de hacer comida y bailar hasta que amanezca. La comida sabe mejor cruda saboreando la sangre.Dejando de lado ese tema, los treinta minutos que llevo viendo como asan a un pollo no he visto salir a Bris
Los labios de Draven eran muy fríos, pero se movían con tanta agilidad, con tanto frenesí que me fue imposible no seguirle el beso.Sus manos aún en mi cintura me apretaban más a su cuerpo.Ese beso era muy salvaje, uno con ganas. Era... Mi primer beso y estaba siendo increíble. Aparte de los ruidos de los animales nuestros jadeos por falta de aire también se escuchaban.—Draven —susurré.—¿Quieres parar? —Me miró a los ojos.—Quiero respirar.—¿Respirar? ¿Qué es eso? —Ambos reímos y volvimos a juntar nuestros labios.Me separé rápido de él y me miró con las cejas elevadas.—¿Qué pasa?—Me acabo de dar cuenta, que te he besado y has mordido a una liebre—Draven estalló en carcajadas haciendo que yo lo mirase mal.—Sh, calla, ni lo pienses —volvió a juntar sus labios con los míos.Draven.
El día que mi padre cumplieron tres años muertos me lo pasé mas o menos bien, me había despejado, y no había llorado tanto como otras veces hacía, eso se lo tengo que agradecer a Draven. Él me hizo reír y hacerme sentir menos sola. Me encontraba sentada en el sofá mirando hacia la pantalla de la televisión apagada. El timbre sonó. Extrañada me levanté. Pues no esperaba a nadie. Jazmín me solía llamar antes de venir y Draven entraba como si fuera su casa. Abrí la puerta y casi la cierro de golpe al ver quien era. —¿Así tratas a tus invitados? —Sonrió y pasó sin yo darle permiso. Era Aiello. —Pasa, pasa —dije irónica y cerré la puerta. —Venía hablar contigo —se sent&oa