Madrid.

Era una manía muy grande la que Draven tenía de prohibirme hacer cosas, según él porque corría peligro.

Y si… Era cierto, corría peligro.

—Siempre quise hacer puentign —lo miré mal.

—No lo veo sentido el querer tirarse al vacío de un puente. Imagínate que se rompe el arnés, quedas pegada al suelo como en las caricaturas.

Resoplé y seguí caminando por las calles de Madrid. Habíamos viajado a España, era un lugar que ambos queríamos conocer y aquí estábamos. Buscando un buen entrenamiento, pero Draven siempre ponía pegas a todos.

Esto no se puede hacer porque te matas.

Esto no se puede hacer porque es aburrido.

Esto no se puede hacer porque no le veo el sentido.

Realmente no sé si Draven le ve sentido a la vida.

—Pues dime tú a mí que hacemos.

Se encogió de hombros.

—Tirarnos de un puente ya te digo que no.

Me cogió de la cintura y besó mis labios. Draven miró hacia las calles y c
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