16 de octubre de 2015.
Pueblo de Calcata - Italia. 12:00 de la mañana. Me encontraba en una nave grande, estaba todo vacío y al hablar se podía oír algo de eco. Desde que me juré encontrar al culpable de todo lo que pasaba en Calcata y al culpable de mi desgracia, todo me ha salido mal, me encontré con más muertes, con más desgracias en el pueblo e incluso en la gente que de verdad me importaba. Su voz resonó en toda la nave, no quise tener miedo, el miedo lo apagué hacía mucho tiempo. Solo me giré con una sonrisa en los labios y lo escuché: —Es una pena tener que drenar toda tu sangre y dejarte sin vida. —La pena aquí es que sabes que estás tan enamorado de mí que no vas a poder hacerlo -me crucé de brazos mirándolo —pero también es una pena decirte que yo no lo estoy de ti y que nunca lo estaré. —Que confiada eres jodida —su sonrisa llena de malicia se ensanchó. —¿Tu mataste a todas esas personas cierto? —Se acercó a mí intentando darme miedo. —Fui yo, y también fui quien mató a tus padres, no veas como lo disfruté —se relamió los labios. Una vez hice una pregunta ¿quien era el verdadero monstruo? Ya tengo la respuesta clara a esa pregunta. Y el verdadero monstruo era él, ese chico que siempre se escondía en las sombras, ese que tenía una sonrisa de infarto y unos ojos increíblemente hermosos. Pero, ¿para qué ver la belleza de fuera si por dentro está podrido? Ese hombre estaba lleno de malas acciones y malas intenciones. Nada en él era bueno, ni siquiera la hermosura. Esa hermosura para él era un arma de destrucción, así conseguía a sus víctimas, así acababa con ellas. Las usaba y las mataba. —Ahora disfrutaré yo tu muerte —sonreí y una daga cruzó de lado a lado su corazón. Sonreí al verlo tirado en el suelo y exhalé con felicidad, removí la daga en su corazón haciéndolo temblar. —Nos vemos en el infierno maldito chupa sangre —su sonrisa no dejó sus labios hasta que su alma se fue de su cuerpo. Estaba pálido y toda su piel estaba llena de venas negras, sus ojos eran blancos totalmente, sus uñas se habían puesto negras. Daba miedo verlo así, pero lo único que podía sentir era felicidad de saber que estaba muerto. Lo llegué a conocer bien, a estudiarlo a fondo, fue por eso que llegué aquí, a su muerte. Me giré sobre mí eje y tenía a más vampiros detrás. He llegado a la conclusión de que el arma de destrucción era ellos mismos, la belleza que emanaban era increíble. ¿Todos eran igual de podridos como el muerto? No, algunos de ellos sólo quieren vivir sin tener problemas. Tienen siglos de vida, a algunos tantos siglos les sirvió de algo. Por ejemplo: algunos hacen el bien. Otros como el que está tirado en el suelo, la sed de sangre y poder los llevo hasta ahí. Y hay otros que son malos pero la maldad que llevan dentro fue detonada por algo: ¿soledad? ¿Rencor hacia alguien? ¿Falta de amor? No sé, pero en ellos se puede ver lo desesperados que están por conseguir a alguien para que apacigüe ese dolor. No sabría decir exactamente si algunos de ellos sienten algo, porque a veces lo dudo, pero otras incluso llego a pensar que de verdad necesitan amor. Son siglos de soledad donde nadie los miró a los ojos y les dijo: no eres un monstruo, es tu naturaleza, eres bueno. ¿Su naturaleza? Algunos de ellos fueron convertidos pero la mayoría son de nacimiento y han tenido tiempo para controlar todo el instinto de hacer daño. Otros como las más jóvenes no pueden hacerlo. Salí de esa nave con bastantes pensamientos positivos: está muerto, ya no habrá más muertes, todos estaremos bien, el monstruo volvió al armario. Se sentía bien saber que todo acabó, que todo volverá a estar bien y que encontré al asesino de mis padres. ¿De verdad todo está bien? No, no lo estaba, mis padres seguían muertos y yo seguía sola. —Qué valiente por tu parte hacer lo que hiciste —me giré y asentí. —Tu no tuviste los suficientes cojones para hacerlo —me encogí de hombres y él sonrió. —Podría haberlo hecho si no te hubieras metido en el medio. Podías haber esperado. —¿Esperado? ¿Esperado a qué? ¿A qué más gente inocente hubiera muerto? —El rió y asintió. —Todavía sigo sin entender como es que sigues pensando que hay gente inocente, nadie es inocente, tu no eres inocente —se cruzó de brazos. —Creo que la inocencia es algo que nunca se pierde —él negó. —En eso no estoy de acuerdo contigo —solté aire rápido por la boca y reí levemente. —Cuando tu estés de acuerdo conmigo en algo haré una fiesta —me giré —a sido una desgracia conocerte —. Saqué mi dedo del medio y se lo enseñé.19 de febrero de 2015.Pueblo de Calcata - Italia.14:00 de la tarde.Draven Hilens.Leí en un papel que había debajo de mi puerta.¿Draven Hilens?Nunca había escuchado un nombre así.¿Quién era? ¿Era de aquí del pueblo?En Calcata (Italia) todos nos conocemos. Es un pueblo que fue desalojado en la década de los 30, por el riesgo de colapso, aunque nunca pasó eso. Fue repoblado por hippies, turistas y aventureros.La razón por la que nos mudamos aquí no la sé, yo solo en aquel entonces seguía a mis padres hasta que fallecieron.Nunca encontraron sus cuerpos y por ende no se sabe la causa de la muerte. Sólo encontraron algunas de sus pertenencias en el bosque bajo el pueblo.Calcata está situado en la cumbre de riscos a 137 metros de altura y bajo el pueblo
Sus manos a cada lado de su cuerpo, sus ojos fijos en mí, en su rostro no podías ver nada más que seriedad y frialdad.Trague saliva fuerte, mis ojos no se despegaban de él, todo mi cuerpo estaba petrificado, parecía que mis pies se habían pegado al suelo lleno de hojas.—Te he hecho una pregunta ¿que haces aquí? —Las palabras no me salían de la boca —¿Te ha comido la lengua el gato? ¿Eh, muda? —negué sin dejar de mirarlo.Su belleza y el peligro que desbordaba de su cuerpo me había dejado sin habla. Todo a su alrededor gritaba peligro.Nunca lo había visto por el pueblo ¿era nuevo? ¿Vivía en el bosque?Una forma de tranquilizarme era: no mirarlo, ni siquiera pensar que estaba ahí, fijar mi vista en un punto lejano del bosque.Pero a quien quería engañar, era imposible no pensar que ese hombre estaba a unos metros de mi, que su mirada penetrante estaba puesta en mí y que su rostro serio no cambiaba y se ponía aún más serio al no
Mis piernas temblaban con cada paso que daba, mi mirada no subía del suelo, tenía miedo y sabía que estaba mal tener la cabeza gacha, pero era imposible no tenerla al saber que ese hombre estaba frente a mi a solo unos metros de distancia.—Estuviste en la comisaría de señor Josef ¿no es así? —Asentí y me obligué a mirarlo —. ¿Qué preguntas te hizo? —Fruncí el ceño.—¿Te importa?—Bastante —reí sin ganas y elevé las cejas.—No estuviste presente en la conversación —aclaré mirándolo cruzada de brazos.—Me importa una mierda, ¿qué preguntas te hizo?—¿De verdad crees que te voy a responder? Deja de hacer preguntas estúpidas, solo venia a preguntarte algo —me miró con una sonrisa divertida.Parece ser que nadie se atreve a hablarle de la forma en que yo lo hice, y la verdad es que no sé de dónde mierda he sacado esa valentía, ese chico me daba miedo, más aún cuando su mirada estaba fija en mi cuerpo.—Pregunta entonces —la son
Intenté salir corriendo pero el ya estaba cogiéndome del cuello y pegándome a la pared. ¿Cómo había entrado? ¿Qué le pasa en los ojos? Mi mente empezaba a formular muchas preguntas sin respuesta. El miedo de que me matara se hacía cada vez más grande. El miedo muchas veces se pude confundir con el terror, para mí no es lo mismo, pero puede que para otras personas si lo sea.Para mí el terror es eso que no te deja estar en todos tus sentidos, que solo tiemblas, lloras y quieres gritar para poder intentar escapar de eso que tanto te está asustando.Y el miedo te deja estar en tus completos sentidos, aunque sigues temblando y llorando, pero es un nivel de susto más bajo.Bueno en este momento yo estaba en un estado de terror en el que nunca había estado. Por mi cabeza pasaban muchas formas en las que podría morir y créeme ninguna era buena.Temblaba en los brazos de ese chico de pelo blanco.—Déjame ir —susurré con un nudo en la garganta.—Si te dejo ir seguramente te mate —jadeé del miedo.—¿Entonces no me dejaras hacerlo a mi? —Desvié la mirada hacia la derecha.Sentía que mis piernas iban a dejar de funcionar y si no fuera por Draven caería al suelo. La voz de ese chico hacía ¿Alejarse De Calcata? No
Tenía los nervios de punta, la cercanía de Draven me hacía casi no respirar.—¿Por qué te late tan rápido el corazón? —Negué mirándolo a los labios —¿Me quieres besar muda? —Volví a negar —. ¿Te doy miedo?—Más quisieras —me atreví a mirarlo a los ojos.Su mirada conectaba con la mía, sus ojos comenzaron a ponerse blancos ¿me intentaba asustar? Lo estaba consiguiendo. Tragué saliva e intenté tranquilizarme y pensar en otras cosas.Miré las manos de Draven que poco a poco se iban colocando en mi cintura, dio un estirón de mi cuerpo hacia el suyo.—A mi me gustaría besarte —su voz sonó más grave de lo normal.—Se va a quedar en “gustaría”, no me vas a besar —dije casi en un susurro por nuestra cercanía.—Una pena muda —sonrió.Se separó de mí y volvió a darle otro mordisco a la tostada.—Una vez me preguntaste sobre la muerte de tus
Draven.¿En el mundo de los humanos cuanto se tarde en hacer un pollo asado? ¿Quince minutos, veinte? Ni puta idea. Os preguntaréis que a qué viene esta pregunta tan tonta, bueno llevo viendo como asan a un pollo unos treinta minutos ¿eso no será carbón ya?Llevo cuatro años en este pueblo y el 3-05 es la fiesta del pueblo. Siempre los miro y me sorprendo cada día más, con que poco se conforman y divierten.Flipo...Se disfrutaría mejor con liebres corriendo y el último que atrapase a una tendría un castigo. Es demasiado aburrido eso de hacer comida y bailar hasta que amanezca. La comida sabe mejor cruda saboreando la sangre.Dejando de lado ese tema, los treinta minutos que llevo viendo como asan a un pollo no he visto salir a Bris
Los labios de Draven eran muy fríos, pero se movían con tanta agilidad, con tanto frenesí que me fue imposible no seguirle el beso.Sus manos aún en mi cintura me apretaban más a su cuerpo.Ese beso era muy salvaje, uno con ganas. Era... Mi primer beso y estaba siendo increíble. Aparte de los ruidos de los animales nuestros jadeos por falta de aire también se escuchaban.—Draven —susurré.—¿Quieres parar? —Me miró a los ojos.—Quiero respirar.—¿Respirar? ¿Qué es eso? —Ambos reímos y volvimos a juntar nuestros labios.Me separé rápido de él y me miró con las cejas elevadas.—¿Qué pasa?—Me acabo de dar cuenta, que te he besado y has mordido a una liebre—Draven estalló en carcajadas haciendo que yo lo mirase mal.—Sh, calla, ni lo pienses —volvió a juntar sus labios con los míos.Draven.