Capítulo 4. Mujer misteriosa
Hudson Mis labios recorrían ansiosamente esa piel pálida, y su aroma de nuevo quedaba impregnada en mi piel. Los delicados dedos que acariciaban mi pecho desnudo, era uno de sus movimientos que me hechizaba. Sus labios entreabiertos en total éxtasis, gimiendo, entregándose a mí, una y otra vez hasta llegar el amanecer. Gritaba en pleno clímax, una y otra vez, hasta dejarla casi en un estado inconsciente. No hablamos mucho, era una de sus reglas, y el maldito antifaz se interponía entre los dos. No me dejaba terminar de recordar su hermoso rostro. Sus manos tomaban mi cabello cuando me deslizaba hasta su vientre bajo. Se arqueó necesitada, y eso me llenaba. Era a mí a quien deseaba esa noche, esa madrugada, y rogaría por el amanecer. —Dame otra noche—dije seguro de mí mismo. Pero ella solo cerr&
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