Un malestar en mi estómago hizo que me despertara, intenté ignorarlo y me removí un poco, sentí incomodidad y me percaté que no estaba en mi cama. Abrí los ojos y me senté para orientarme, lo primero que vi era que estaba en mi auto. El asiento del piloto estaba inclinado hacia atrás, no recordaba en qué momento me quedé dormido. La cabeza comenzó a punzarme como nunca, mi boca estaba seca y sabía que apestaba a drenaje. La sensación en mi estómago se hacía cada vez más fuerte. Comencé a producir saliva excesivamente de un momento a otro. Abrí la puerta solo para vomitar, con cada esfuerzo salía más y más líquido, parecía que nunca iba a terminar. El olor a alcohol me llegó en cada respiración que hacía para tomar fuerza y seguir sacando toda la intoxicación de mi sistema. Cuando por fin terminé me miré en el espejo retrovisor, tenía las ojeras más marcadas de mi vida, mi piel se veía pálida, mi cabello estaba despeinado. Bajé la mirada a mi ropa y noté mi camisa cel
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