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Capítulo 4: Engaño

Eran las 8 de la mañana, las calles estaban cerradas, mientras las cámaras eran acomodadas junto con los micrófonos. Hoy había dormido muy poco, no me sentía cansada pero mi cara decía lo contrario, ni el maquillaje ocultaba las ojeras que se me hacían. Odiaba mi piel, no se me marcaba lo oscuro de las ojeras, pero si se me hinchaban bastante. Los actores esperaban su llamado mientras que otros, tenían unos minutos para comer. Sostenía la tableta en mis manos y estaba de un lado a otro junto con Albert.

—Vaya, hasta que llegas temprano —Albert le dijo a Steven.

—Si bueno, hoy nadie me golpeó en el subterráneo haciendo que quedara atrapado adentro y me tuviera que ir hasta la siguiente estación —Dijo sin quitarme la vista de encima.

Sentí como mis músculos se tensaron, temía que hiciera algo como venganza y terminaran por despedirme.

Por suerte Albert estaba viendo el guion de la escena que estaba por grabarse y no prestó atención a lo que dijo su hijo.

—¿Dónde está John? —Dijo levantando la mirada, levantó la mano derecha dónde tenía el guion —¿Qué es esto? ¿Dónde están los arreglos que te pedí? —Albert se alejó para acercarse a un tipo de unos 35 años. Volteé la mirada hacia Steven, ahora me daba cuenta me miraba fijamente.

—¿Qué pretendes? —susurré abriendo los ojos grandes.

—¿Sobre qué? —Dio una sonrisa maliciosa, él sabía a qué me refería, pero no iba admitirlo.

—Mira —suspiré sintiendo como mi dignidad disminuía —Siento lo...

—Bien, ya está listo —Albert se acercó de nuevo interrumpiéndome —Él es mi hijo Katherine.

—Mucho gusto —dije como si fuera la primera vez que lo veía.

—Sí, ya tuve la desgracia de conocerla. 

Retuve la respiración, esperando alguna respuesta de Albert, me hizo quedar como una tonta al decir eso, si este tipo seguía haciendo comentarios así me haría muy difícil el trabajo.

—¿Hay algo de lo que me estoy perdiendo?

—No  —dijimos al mismo tiempo.

—Bueno ayer nos vimos en el subterráneo —dije intentando componer las cosas.

—Sí, exacto, en el subterráneo —dijo achicando los ojos con ese tono tan peculiar cuando no estás diciendo todo realmente, vi cómo subió su mano a su mejilla y comenzó a pasar su mano por la pequeña cicatriz que le había dejado.

—Bien —dijo Albert no tan convencido —Vamos Steven no te veo trabajando para pagar la chatarra de auto que dejaste —Steven solo hizo una mala cara y se fue de ahí.

Después de unas largas horas de trabajo, volvimos al set donde ya esperaban otros actores para grabar otras escenas, las horas pasaban rápido, era cansado, pero ya lo esperaba, andar de un lado a otro, sin sentarse o pasar hambre por las prisas.

Estábamos todos en silencio viendo rodar la escena, las actrices eran hermosas y con justa razón eran las protagonistas. Estaba detrás de las cámaras viendo junto con Albert las escenas a través de unas pantallas.

—¡Corte! No, no y no, no me están demostrando eso, Amelie, no me transmites ese deseo de venganza, es la tercera vez y no logras dármelo, va de nuevo. —las actrices solo asintieron y se acomodaron de nuevo a sus lugares —¡Acción! —Todo comenzó de nuevo, de tanto ya me había aprendido las líneas —¡Eso es! —Dijo murmurando mientras estaba atento a la pantalla. Minutos más tarde hablo de nuevo.

—¡Corte! ¡Perfecto! Justo eso era lo que quería. Pueden comer y reanudamos en una hora. 

—¡Por fin! —dijo un tipo que estaba bajando unos micrófonos, al dejarlos en el suelo movió los brazos en círculos, parecía que ya le pesaba estar en esa posición desde hace tiempo.

—¿Qué tanto le ves a mi amigo? —Escuché a Steven detrás de mi oreja, me estremecí en el momento, tenía una voz muy peculiar, sí bien lo decidiera podría ser locutor.

—Nada —entendí que me había quedado ida mientras lo veía estirarse, pero lo que me llamaba la atención era su ropa, ¿Cómo era posible que le permitieran venir a trabajar con ropa de playa y sandalias? —Abracé la tableta y caminé hacia mi casillero.

— Espera ¿a dónde vas? el comedor está hacia el otro lado —Steven caminó detrás de mi hasta que me alcanzó.

—No voy a comer, tengo cosas que hacer.

—¿Cosas? ¿Cómo qué? 

Lo vi por un segundo pensando si era correcto que dijera lo que tenía en la punta de la lengua casi por escupir.

—¿Qué intentas? ¿Estar molestándome hasta que tu papá me corra? 

—No te estoy molestando —Se recargó en el casillero que estaba al lado del mío, puso sus manos dentro de las bolsas delanteras de su pantalón.

—Sí lo haces, la forma que hablas frente a tu papá, sí le vas a decir que fui yo la que te hizo eso — apunté a su cachete —Pues hazlo, solo piensa en cuánto puedes perjudicarme por un berrinche tuyo.

Una sonrisa se pintó en su cara y luego se me acercó demasiado, me miró a los ojos, por inercia me hice para atrás. 

—¿Por qué tienes los ojos de color amarillo? 

Lo miré frustrada —No son amarillos —Dije sacando una bolsa negra del casillero y después lo cerré fuertemente.

—Escucho tu disculpa —Dijo cobrando la postura.

—¿Disculpa?

—Sí, hace rato, ibas a disculparte, pero mi padre llegó, ahora que no hay nadie te escucho —Levantó ambas cejas.

—Tú deberías disculparte. Tú eras el que estaba viendo lo que no deberías.

—Debí haber dejado que hicieran lo que tenían que hacer esos tipos y ahora si a ver qué hacías —Se cruzó de brazos

—No me consta ¿Cómo sé que no mientes?

—Cómo tú quieras, no tengo que probarle nada a nadie, pero reza que esta cicatriz se quite pronto, porque mientras tanto…

—Mientras tanto ¿qué? —Pregunté de mala gana. Odiaba que usaran ese tono conmigo.

El solo se encogió de hombros dando una media sonrisa y se fue.

Caminé por todo el set pensando en lo que dijo, no iba a dejar que un hijo de papi me intimidara. Para él era fácil, seguramente tuvo todo lo que quiso en el momento que lo deseara. Algunos de nosotros tenemos que trabajar duro para conseguir una cuarta parte de lo que personas como él obtendrían en un abrir y cerrar de ojos.

—¿No vas a comer? —Lorena me interceptó con un plato lleno de alitas, una mini hamburguesa y un poco de ensalada.

—No, tengo algo pendiente que hacer —Levanté la bolsa que tenía en mis manos.

—Bueno, llévate algo, llevamos horas aquí y tienes el estómago vacío.

—Gracias, pero el tiempo no me alcanza, compraré algo en el camino —Caminé hacia la puerta de salida alejándome de ella.

Salí y el sol me dio en la cara dejándome deslumbrada por un momento. Si me apresuraba llegaría diez minutos antes de que la filmación se reanudara.

—¿A dónde vas? —Steven estaba recargado en un auto, fumando un cigarrillo y a su lado estaba el tipo de ropa rara.

Hice como que no lo escuché y caminé hacia la parada el camión. Agradecí que el bus ya viniera, hice la parada y en cuestión de segundos iba hacia mi destino.

Steven

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —Félix y yo íbamos en el subterráneo regreso a casa.

—No era tan importante —Comenté sin dar más detalle.

—Ese gran hijo de puta —Dijo Félix sin darse cuenta de que su tono de voz era demasiado alto como para que las personas de nuestro alrededor voltearan. —No lo puedo creer —Moderó su voz al darse cuenta.

—Ya amigo, era de esperarse, Roger es así, debí verlo venir.

—Justo ayer en la noche me pidió que nos viéramos, pero le dije que no podría por el trabajo, ¿Qué querrá?

—No sé, y no me interesa, para mi esos dos están muertos.

Escuché que mencionaron la estación donde tendría que bajarme. Me despedí de mi amigo y me fui directo a la casa.

Llegando vi que estaba Natalie con un par de amigas en la sala. Caminé hasta mi cuarto y me tiré en la cama boca abajo. Odiaba trabajar con mi papá, me hacía parecer que tenía la vida resuelta y no era así, pero lo necesitaba, era el único lugar donde me pagaban decentemente para poder solventar los gastos del auto y el préstamo que pedí, si estuviera en cualquier otro lado tardaría meses en ahorrar lo que necesito.

Me quedé viendo la pared azul de mi cuarto, mis ojos fueron a parar a unos cuadros con fotos mías y de Daniela que estaban en la pared y que ella misma se había encargado de colgar, me levanté y comencé a buscar ropa para bañarme. Abrí el cajón donde tenía mi ropa interior. Mis ojos pararon en la ropa de Daniela que estaba a un lado de mis cosas. Poco a poco iba dejando cosas aquí, ropa interior, un par de blusas, e incluso un vestido con el cual fuimos a una gala y que al final terminó dejando aquí después de usarlo y se regresó a su casa con un pants y una camisa mía, pensé en hace cuanto tiempo había sido de eso ¿un año? accesorios y de más cosas encontraba entre más hurgaba. Saqué todas sus cosas y las puse sobre mi cama. Al salirme de bañar y ya cambiado agarré las cosas y bajé hacia el patio. Ahí había un tambo. Sin pensarlo dos veces metí sus cosas y después de rociar un poco de gasolina y encender un fosforo, dejé que todas sus cosas terminaran haciéndose cenizas.

Conforme pasaban los minutos llegaban más y más amigos de mis hermanos. Mis padres ya habían subido a dormir, y les permitieron hacer un tipo de “pijamada” siempre y cuando no pusieran la música tan alta como para no dejarlos descansar bien.

—¿Te quedarás esta noche con nosotros Steven? —Preguntó una amiga de mi hermana, si bien tengo entendido que no son las mejores amigas, ya hace varios meses la he visto por aquí —Jugaremos a la botella —Levantó una botella de vidrio agitándola y me sonrió de forma coqueta. Que atrevidas eran estas niñas de ahora.

—No lo creo —dije subiendo las escaleras. Me acosté y tomé mi celular. Indagando un poco en I*******m se me ocurrió buscar a Katherine, en realidad no sabía nada de ella, y si se lo preguntaba no iba a decírmelo.

Cuando por fin di con su cuenta, mi desagrado se dio cuando vi que estaba en privado. Creo que no era muy social pues solo seguía alrededor de 200 personas y de seguidores no sobrepasaba los 300.

Inicié mi búsqueda ahora por F******k, aquí no tuve tanta suerte pues no sabía sus apellidos y a pesar de que vi alrededor de 80 perfiles con el nombre de Katherine. Ninguna era esa chica pelirroja. Una burbuja de chat se abrió en mi pantalla. Era un mensaje de Roger. “Oye” aparecía que está escribiendo, pero antes de que mandara el segundo mensaje lo bloquee.

Dejé el celular a un lado y puse la almohada sobre mi cara y la abracé, esa era mi forma de dormir siempre. A Daniela le molestaba, pues decía que ella quería dormir abrazada a mí, y yo necesitaba ponerla así para poder conciliar el sueño. Ella terminaba durmiendo a una distancia considerada de mi espacio personal.

Escucho que tocan la puerta y un segundo después la abren.

—Oye, Roger esta abajo, le dije que subiera, pero dijo que él esperaba mejor a que tú bajaras —Dijo mi hermano. No le contesté.

—¡Steven!

—Ya te escuché, dile que estoy dormido.

—Le dije que te acababas de subir, no me va a creer.

—Bien —Quité la almohada de mi cara —Ya bajo.

Me puse una camisa y bajé las escaleras. Por las ventanas enormes de vidrio que estaban en remplazo de una pared que daba al jardín lo vi recargado en un auto que no era el suyo.

Me paré frente a él esperando que hablara primero. Cuando volteó hacia mí pude ver su rostro todo golpeado, una cintilla en el pómulo y el labio superior hinchado. Me sorprendió bastante verlo así.

—¿Cómo estás?

—Mejor que tú.

—Oye quiero disculparme, lo que hice…

—No me interesa Roger, quédate con ella, me hiciste un favor.

Él iba a decir algo, pero luego se quedó en silencio.

—Mi padre quiere que presente una denuncia por esto.

—A mí no me interesa lo que te haya pasado.

—¿No? ¡Tú lo hiciste Steven!

Solté una risita, no recordaba nada de lo que había pasado aquella noche, pero de algo estaba seguro, no podría haberle dado una paliza a Roger y salir ileso, porque en primera el tipo era entrenador de box y en segunda medía como dos metros.

—¿No te acuerdas? —Preguntó, su reacción era completamente de seriedad, creo que fue cuando comencé a creerme lo que había dicho.

—¿Qué sucedió?

—Pasó lo de Daniela y yo. Tú te pusiste como loco, la cerveza que tenías en la mano la tiraste contra la pared y saliste de la casa, en seguida me fui detrás de ti temiendo que hicieras alguna estupidez. —Conforme Roger me contaba lo que había pasado pequeñas escenas pasaban por mi cabeza.

Un montón de flashbacks llegaron a mí.

“La música estaba de poca madre, luces led por todas partes, el ambiente buenísimo. La casa de Roger había quedado perfecta, sus padres estaban en un viaje por su aniversario, así que aprovechó para hacer algo aquí. La alberca estaba a reventar. Hace unos minutos Daniela me dijo que iría al tocador, yo me quedé platicando con unos amigos de la universidad. Conforme pasaron los minutos, iba tomando una cerveza tras otra. Hasta que por fin caí en cuenta de que Daniela no había vuelto.

Caminé abriéndome paso desde la orilla de la alberca hasta la sala.

¿Has visto a Daniela? Pregunté a una chica que llevaba clases con ella.

Ella solo negó con la cabeza mientras se movía al ritmo de la música.

Seguí hasta el baño de abajo y nada, no había nadie ahí. Subí las escaleras. Me tropecé, pero me alcancé a agarrar de la barandilla. De no ser así me habría tumbado todos los dientes. Reí como un idiota, siendo consciente que las horas que llevaba de una cerveza tras otra ya estaban pegando, agregando los shots de distintas botellas que me habían estado dado.

¿Daniela? Pregunté tocando la puerta del baño que estaba en el segundo piso.

Está ocupado.

Era la voz de una chica pero no era Daniela. Ella ya había bebido un poco, así que lo primero que supuse fue que se terminó por acostar en alguna de las habitaciones. Así era ella, un par de bebidas y con eso tenía para caer como una roca. A veces ni siquiera quería ir a fiestas con ella. Me daba pereza tener que estar detrás de ella siempre, o irla a dejar temprano a su casa porque ya estaba ebria. Pero es como un cadillo, se te pega y con nada te la quitas de encima.

Abrí un par de habitaciones en el piso de arriba y no había nadie, en la tercera habitación encontré un par de chicas que andaban de traviesas. Ambas me voltearon a ver y sonrieron pícaramente incitándome.

Cerré la puerta y me recargué en la pared. Respiré hondo, me sentí mareado por un instante.

Al no encontrarla, lo único que pensé fue que se había ido sin decirme. Agarré mi móvil y le escribí un mensaje mientras bajaba con cuidado las escaleras.

¿Te has ido a casa?

Iba hacia la alberca de nuevo, guardé mi celular y con la otra mano sostuve fuerte mi cerveza, di un trago y voltee hacia la sala. Caminé hacia la puerta blanca que estaba ahí. Era una habitación que por lo regular estaba cerrada, era la habitación de Roger cuando era niño, pero después se transformó en la habitación de huéspedes.

Moví la perilla y para mi suerte esta estaba abierta. Abrí la puerta y lo primero que mis ojos vieron fue a ella encima de Roger.

¿Qué joda es esto? Dije sintiendo como la sangre iba hacia mi rostro. Daniela lo primero que hizo fue quitarse y meterse entre las sábanas. Mientas Roger intentaba incorporarse.

Espera amigo Ponía las manos enfrente haciéndome la señal de que me calmara.

Son una m****a ambos La botella que tenía en la mano dio justo en la pared, a lado de él. Si bien mi intención en ese momento era darle con la botella, falle.

Me di la media vuelta y caminé hacia mi auto. Sentía impotencia. Malditos sean los dos.

Amigo tranquilízate. Sentí una mano en mi hombro. Me di la media vuelta y sin pensarlo le tiré un puñetazo.

Roger se llevó la mano a la nariz y me miró. Me lo merezco, anda desquítate. Sé que lo que hice no tiene justificación.

Sus palabras fueron música para mis oídos en ese momento. Con la furia que tenía dentro de mí, me abalancé sobre él. Uno, dos, tres golpes seguidos. Y él no hacía nada por defenderse, ni siquiera metía las manos.

Steven Dijo cuándo después de unos buenos golpes paré Escúchame por favor.

A la m****a Dije caminando hacia mi auto.

No te puedes ir así Caminó hacia la ventana del copiloto con una mano en la nariz.

Le pinté el dedo de en medio, y arranqué el auto a toda velocidad. De pronto una luz se puso frente a mí, me retorné, agarré la velocidad suficiente y di mi auto de lleno con el suyo. Destrozando la parte delantera. No era suficiente, un poco más. Di de nuevo en la puerta del piloto. Y solo así puedo decir que volví renovado a casa. Sabía que los golpes no le dolerían. Era su estilo de vida día a día, y estaba impuesto a ello. Pero el auto era su adoración. Pues lo había comprado con el dinero que había estado ahorrando durante dos años.

—Ya recordé —Dije levantando la mirada, todas las escenas pasaron en cuestión de un segundo.

—Le dije a mi padre que todo esto había sido por un chico desconocido que llegó a la fiesta, no quise inculparte.

—Vaya que generoso —Dije sarcástico.

—Estoy aquí no para reclamarte, sé que todo lo que hiciste lo hiciste con justa razón. No me voy a justificar, solo estaba ebrio y en ese momento pareció fácil. Además, todos sabíamos que Daniela es una zorra.

Solté una risa sin poder creer lo que decía —Todo eso no fue por Daniela. Daniela no me importa. Me afectó tu traición. De haber sido otro tipo me habría importado un bledo. Mejor para mí, yo ya quería deshacerme de ella. ¿Pero qué fueras tú? ¿Mi “amigo” que conocí desde el preescolar?

—Por eso estoy aquí, no quiero que algo como esto rompa nuestra amistad.

—¿Algo como esto? Agradece que no fue alguien a quien yo amara de verdad, te habría matado Roger —Negué con la cabeza, di unos pasos hacia atrás.

—Steven

Lo ignoré y entré a la casa. Todos voltearon a verme.

—¿Qué? —Pregunté de mal humor.

—¿Tú le hiciste eso? —Preguntó Natalie.

—Eso no te importa —dije subiendo las escaleras. Me tiré en la cama y ahora si por fin pude dormir como tanto deseaba.

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