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Capítulo 6: Katherine

Katherine

Colgué el teléfono, había llamado para mover algunas citas que tenía Albert el día de hoy. Él tendría el día libre lo que haría que yo también lo tuviera. Ya tenía 3 semanas trabajando aquí. Puedo decir que lo más pesado aún no ha comenzado pues en unos días comenzarían las grabaciones de la serie nueva que va a producir. Nos moveríamos de locación y eso me ponía algo nerviosa, sentía que aún no me acoplaba muy bien del todo.

—Un cappuccino con doble crema para mi papá —Steven apareció de pronto burlándose.

—A mí no me la vuelves hacer —Lo apunté con el dedo índice, él por el contrario comenzó a burlarse de mí.

—Oye el otro día me dejaste pensando.

—¿Ah sí? ¿Y esa habilidad esta recién desarrollada?

—Ignoraré tus palabras que están de más. Pensé sobre lo que me dijiste de la antigua asistente de papá. Yo no tuve que ver con que la corrieran.

Yo solo me encogí de hombros mientras tecleaba en el celular.

—No me ignores.

—Yo solo digo lo que se rumora y para ser sincera, si lo creo.

—Ella sola se puso borracha, yo no tuve que ver con eso… bueno sí, pero no directamente.

—No tienes que explicármelo.

—Si tengo, no quiero que siempre estés por la vida pensando que quiero sabotearte.

—Y si te digo que ya no lo creo ¿te vas a callar?

—Primero tienes que escucharme.

—Ándale ya habla, pero después de esto mantente a raya.

—Katherine ¿puedes venir un momento? —Albert apareció a unos metros de nosotros. Enseguida fui con él y en medida que íbamos caminando él comenzó a sacarme platica.

—¿Tienes planes para hoy en eso de las 7?

Lo primero que vino a mi mente era que se presentó alguna junta de imprevisto o haríamos algo que me quitaría mis preciadas horas de salir temprano. Adios, adiós dije a mi tarde libre.

—No ¿Por qué?

—Muy bien —Sonrió —Esta noche iré a cenar a tu casa.

Sonreí creyendo que bromeaba, pero él parecía decirlo de manera sincera.

—¿Es enserio?

—Claro, yo siempre me tomo el tiempo de conocer más a fondo a las personas que forman parte de mi equipo de trabajo. Eres nueva aquí y creo que te conozco muy poco. Dices que vives con tus padres ¿cierto?

—Así es —Dije pensando en ¿Qué era lo que iba a hacer ahora? Esto me tomó por sorpresa en todos los sentidos.

—Espero no les moleste mi presencia.

—No para nada, estoy segura de que estarán encantados de conocerlo.

—Bien, entonces ya puedes irte, nos vemos más tarde.

—Sí está bien —dije fingiendo una sonrisa, ¿Qué demonios iba a darle de comer a este hombre? Muy seguramente estaba impuesto a comer los cortes de carne más finos y caros que yo ni siquiera conozco.

***

Mi madre estaba encantada con la idea, pues para ella, mi jefe era el hombre que abriría las puertas de mi futuro. Toda la tarde me la pasé con incertidumbre, no sabíamos que hacer de cenar. Por otro lado, mi padre pidió la salida una hora antes de su trabajo para poder llegar a tiempo a la cena y poder conocerlo.

Al final decidimos hacer un estofado de res, con muchas verduras y algo de ensalada. De la ensalada fue de lo único que me pude hacer cargo.

—Mamá, quiero ver caricaturas —Dijo Trey mientras jalaba la falda de mi mamá mientras ella estaba cocinando.

—Pues enciende el televisor cariño.

—Papá lo descompuso —Dijo mostrando el control que claramente él había descompuesto y no mi padre.

—¿Qué hiciste Trey? —Pregunté en tono amenazante.

—Yo no fui —Dijo sentándose en el piso.

—¿Qué te he dicho sobre las mentiras? —Él solo me miraba con los ojos brillosos. Hacía los pucheros que todo niño de 4 años hacía antes de comenzar a llorar.

—Yo no lo hice.

—Trey ¿Qué hemos hablado sobre las mentiras? —Dije de nuevo mientras meneaba la ensalada.

—Son malas y solo los niños feos las dicen.

—¿Entonces?

—Perdón.

—Es hora de su baño Katherine, yo termino todo esto.

—Está bien —Dije quitándome el mantel.

—Ven vamos a bañarte pequeñuelo —Dije agachándome y cargándolo sobre mi hombro.

—¿Puedo elegir mi ropa?

—Sí, puedes elegir tu ropa.

***

El timbre sonó, me salí de la cocina donde estaba ayudando a mi mamá a terminar de preparar todo. Vi hacia la sala y estaba mi papá jugando en el piso con Trey y los nuevos cochecitos que le había traído.

Abrí la puerta y saludé a Albert, enseguida pasó, sonrió al ver que mi padre se levantaba del piso para saludarlo.

—Perdón, mucho gusto.

—No importa, el gusto es mío.

Seguido salió mi mamá y se saludaron de igual manera. Minutos más tarde estábamos sentados en la mesa

Todos estaban un tanto relajados, excepto yo. Hablaban sobre cosas y rara vez yo intervenía en algo. Los platos estaban servidos. Preparaba a Trey para que también pudiera comer a la altura de la mesa cuando escuché que sonó de nuevo el timbre.

—¿Invitaste a alguien más? —Me preguntó mi madre.

—Debe ser algún vendedor —Fui hacia la puerta y la abrí.

—Hola —Steven estaba sonriente parado del otro lado de la puerta.

Abrí los ojos de par en par —¿Qué haces aquí?

—Vine a cenar, mi papá ya está aquí ¿cierto?

—Sí

—Pues mucho mejor —Dijo entrando a la casa.

—Buenas noches —dijo saludando mientras levantaba la mano. Albert parecía tan sorprendido como yo.

Mis padres pusieron una cara extraña y fue cuando Steven se dio cuenta que no se había presentado.

—Soy Steven, el hijo de Albert, mucho gusto —Dijo dirigiéndose hacia mi padre, al cual saludó como si se conocieran de toda la vida con un abrazo, y a mi madre de igual manera.

Parecía que Albert se lo quería comer con los ojos de la misma manera que yo.

—Perdón —Albert se disculpó —No sé qué hace aquí, le dije que no podía venir, que era de mala educación llegar a comer a un lugar cuando no se está contemplado —Repitió esas últimas palabras en un tono que solo Steven y yo sabíamos que significaba. Pues ese tono lo usaba siempre en el trabajo.

—Oh, no hay problema —Mi madre sonrió cálidamente —Hice suficiente para todos —Su expresión natural siempre era así, era una mujer de corazón enorme y como siempre decía “Un vaso de agua y un plato de comida no se le niega a nadie”. En ese momento me di cuenta de cuan afortunada era de tenerla a ella y a mi padre. Ambos sonrieron hacia Steven, a ambos se les marcaban las arrugas alrededor de sus ojos cada vez que sonreían y me daba cuenta de lo rápido que pasaba el tiempo. Mis padres me tuvieron a la edad de 38 y 40 años, entonces hoy a mi edad de 18 ellos ya eran un poco mayores.

—Excelente, porque vengo hambriento —Steven se frotó ambas manos mientras se sentaba en una silla frente a mí y a lado de su padre. Mi madre se levantó y en seguida entró con un plato para él.

Conforme los minutos pasaban mi madre se maravillaba más y más en cuanto al trabajo de Albert. Mi papá agarraba más sintonía con el cuándo hablaban de otro tipo de cosas que no fueran sobre trabajo. Yo solo me dediqué a comer y a ayudar a que Trey comiera sin que derramara el vaso como lo había estado haciendo muy seguido los últimos días.

—Ha quedado delicioso ¿usted lo hizo todo? —Preguntó a mi madre. Steven dejó el plato frente a él casi reluciente.

—De una vez comete el plato también —Susurré por lo bajo, él hizo una seña con la mano que solía hacer siempre que intentaba ignorarme.

—Puedes agarrar más, la verdad quedó mucho.

—¿Si puedo? —Dijo casi poniéndose de pie, en un abrir y cerrar de ojos Steven ya había ido y venido de la cocina. Albert solo le tiraba la mirada amenazadora, no le parecía la actitud de Steven.

—Respecto a quien lo hizo —Continuó mi madre —Katherine me ayudó con la ensalada.

—Ahora que lo menciona —Dice él con un tenedor en la mano y un poco de ensalada sobre este —La ensalada está un poco salada.

Achiné los ojos y apreté los labios, debajo de la mesa tiré una patada asegurándome darle bien en la espinilla.

Mi madre hizo una expresión extraña —Pero si la ensalada no lleva sal —me miró de pronto y me susurró —¿Le pusiste sal?

—No le haga caso —intervino Albert —Todo está a pedir de boca.

—Gracias —mi madre se levantó —Iré por el postre está en el refrigerador.

—¿Podré comer postre mamá? —Trey se fue detrás de mi madre.

—Si no mal recuerdo, Katherine dice que usted es un amante del beisbol— Dijo Albert a mi papá.

Ellos comenzaron a hablar y yo fui a ayudar a mi mamá con el postre. Cuando volvimos Steven ya estaba bien integrado en la plática.

—Claro, estoy seguro de poder conseguirlos.

—¿De qué hablan? —Preguntó mi mamá mientras ponía los platos.

—El joven dice que puede conseguirme boletos para la final que se viene en dos semanas —Los ojos de mi padre brillaban.

—Pero si se agotaron hace días —Dije recordando que mi padre estuvo muy atento para el inicio de la venta de los boletos, pero aun así se vendieron en menos de 15 minutos y no pudo conseguirlos.

Los minutos pasaron y después de una plática muy amena Albert decidió que ya era hora de irse, y ya hacía falta. La presencia de mi jefe no me molestaba, pero a Steven no lo toleraba.

—Muy delicioso todo, y fue muy agradable poder conocer más de tu familia Katherine —Albert se estaba ya despidiendo en la puerta de la casa —Y de nuevo, una disculpa por qué Steven se haya aparecido así de la nada —Esto último se lo dijo a mis padres quienes estaban detrás de mí.

—Sin ningún problema, será grato volver a verlos por aquí —Dijo mi madre. Yo sonreí y asentí.

Trey se puso por mis piernas levantando los brazos para que lo cargara. Era un niño grande de edad, pero pequeño de estatura.

Me agaché un momento para decirle que en un segundo iba con él, solo que esperara a que las visitas terminaran de despedirse.

Steven lo vio por un segundo, parecía darle ternura.

—El mini Félix es adorable —Pasó su mano por el cabello de Trey despeinándolo —Le di una mala mirada a Steven, sabía porque lo decía. Anteriormente había escuchado la burla que le hacían a Félix por su forma tan extravagante de vestir. Y ahora había dejado que Trey se vistiera con lo que quisiera, a lo que él eligió un short color beige con una playera de flash, pero con la capa de superman y claro sus tenis rojos de rayo mc queen.

Trey le respondió con una sonrisa mientras se escondía detrás de mis piernas.

—No le digas así —Le dije mientras su padre se iba hacia su auto y mi madre cargaba a Trey y se lo llevaba para dormirlo.

—Bueno, bueno tu hermanito parece un buen tipo —Fruncí el señor y me le quedé mirando por unos segundos —¿Qué? ¿Qué dije? —Preguntó sonriente.

—Trey no es mi hermanito, es mi hijo.

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