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Capítulo 2: Contexto

Apresurado por fin llegué al set de grabación. Todos se movían como locos de un lado a otro. Caminé hacia el fondo cuando me topé a mi papá.

—Llegas tarde —Dijo pasando por un lado mío. El tono de desaprobación me confirmó que estaba molesto.

—Sí, lo sé.

—Te quedarás tiempo extra para cubrirlo —Dijo en voz alta para que lo escuchara. Iba detrás de él todo su equipo de producción.

Ya no le contesté, me fui hasta lo más recóndito del lugar para evitar todo tipo de contacto con cualquier persona, cuando comenzaran a grabar me escabulliría para darme una ducha. Me recargué en la pared y cerré un momento los ojos, necesitaba dormir, necesitaba bañarme, necesitaba descansar. Me fui por unos segundos y podría jurar que me quedé dormido por unos segundos. El sonido de que algo cayó cerca de mi hizo que volviera en sí, noté que Félix me estaba viendo fijamente con una sonrisa burlona.

—¿Te ayudo? —Dije comenzando a levantar unos cables que Félix estaba acomodando.

—¿La fiesta estuvo buena?

—No como yo hubiera esperado —Dije recordando en qué circunstancias me levanté.

—Tu maldito aliento me dice lo contrario.

—¿Apesto demasiado?

—¿Qué si apestas? Me has dejado sin ceja Steven.

—Lo siento, ya me lavé los dientes y he tomado cantidades exuberantes de café, pero no se va.

—Eso es porque sigues ebrio —Puso su mano sobre mi hombro. —Cuéntame ¿Cómo estuvo?

—Me creerías si te digo que no me acuerdo de nada. Debiste haber ido, tal vez hubieras podido complementar la memoria vacía que tengo ahora.

—De verdad quería ir, tu papá está vuelto loco desde ayer. No hemos descansado desde hace más de 13 horas, la tensión ya está en el ambiente y al parecer el único que aún tiene ánimo de seguir es él.

—¿Ya desayunaste? —Pregunté mientras ponía los cables en mi hombro y caminaba con él hasta dentro de una locación.

—Nada, la comida que había ya se ha terminado y nadie tiene tiempo de ir por más.

—Ahorita te traeré algo.

—Oye que tienes ahí —Apuntó hacia mi rostro.

—¿Qué? —Por inercia me llevé la mano a la cara.

—Es como —Dijo humedeciendo su pulgar con saliva —Sangre seca —Acercó su mano hacia mí.

—Aleja ese dedo de mi rostro, no quiero tus babas.

Caminé hacia donde maquillaban a los actores, me vi en el espejo. En el cachete izquierdo tenía una línea roja, tipo rasguño y algo de sangre seca, no era mucha, pero si se notaba bastante. Esa mujer no solo me había golpeado si no también me había marcado la cara.

—¿Qué te pasó? —Preguntó Félix con el ceño fruncido.

—Una chica me dio una bofetada en el subterráneo.

Félix intentó retener la risa.

—¿Qué? —Le dije de mala gana.

—¿Una chica te bofeteo? —Dijo ahora soltando toda la risa que tenía retenida. —¿Por qué?

—Eso no te importa —dije irritado. Agarré algunas cosas para llevarlas donde mi padre. Me di la media vuelta dándole por completo la espada y di un par de pasos.

—¡Oye! Espera. —Un segundo después vi a Félix frente a mí. —Adivina quien vino a primera hora para hacer una audición —Levantó las cejas esperanzado a que adivinara, él sabía que odiaba las adivinanzas, no era un puto adivino ni mucho menos un mago.

—Ni puta idea Félix, ni puta idea —Dije sin importarme realmente, además de que estaba irritado por su burla hacia mí.

Félix era así. Actriz que venía al set, actriz que juraba que sería su próxima conquista. Me daba risa porque él mismo no se calificaba como un tipo atractivo. “Yo sé que pueden liarse con cualquier tipo de actor, altos y fuertes, con rostros de dioses griegos. Y luego estoy yo, el chico que cuida las luces pone la comida y arregla que todo esté perfecto para que ellos hagan sus escenas” Siempre lo repetía. Yo como buen amigo siempre le daba ánimos.

—Liana Blossom —Asintió un par de veces, sus ojos brillaron. —Es bellísima en persona amigo —Puso su mano sobre mi hombro.

—No Félix, por favor otra vez no.

—Sí Steven, sí.

Suspiré viéndolo a los ojos por un segundo y negué.

—Vamos, si tú le hablas a ti te hará caso, eres el hijo del director.

—Aun no sabes si estará aquí, solo fue una audición, sabes que eso lleva tiempo.

—Esperaré lo necesario.

—Como quieras, ahora si me permites —Dije pasando a lado de él.

—¿Eso es un sí?

—Ya veremos —Dije espaldas a él.

—¡Oye! en mi casillero hay pasta y jabón para el cuerpo, te hace falta, ¡maldito borracho!

Solo me contuve a levantar mi mano para mostrarle el dedo medio de mi mano.

A Félix yo no lo consideraba un chico tan feo como él mismo se consideraba, más bien era un tipo de personaje. Era de esos chicos de estatura promedio, pues casi estábamos de el mismo tamaño, 1.87 siendo exactos, pero era muy flaco. Si se ponía ropa de su talle parecía un fideo y si se ponía ropa un poco más holgada para disimular, parecía que se había puesto ropa de su padre. Su cabello era corto y muy oscuro, pero lo suficientemente largo para notar que era de cabello rizado. Él lo odiaba, por eso siempre usaba gorras. Físicamente parecía un joven de 15 años, siendo que ya iba para los 20, ni un pelo de barba, pero del bigote ni se diga, fue al primero que le salió bigote de los 3 amigos que siempre estábamos juntos. Recuerdo que estábamos por aquello de 8vo grado y él era el macho de los tres en ese entonces. Hasta que con el tiempo nos dimos cuenta de que a las niñas no les agradaba el bigote de nuestro amigo, más bien se burlaban de él. Y ahora que somos mayores lo entendemos, unos pocos pelos en cada extremo de la comisura de los labios no es un bigote sexy. Desde ahí jamás lo volvimos a ver con algún pelo facial que no fueran sus cejas, después de tanta burla por parte de las niñas en aquél entonces, decidió optar por quitárselo aunque a veces le salía peor porque llegaba a la escuela con cortadas y pequeñas banditas por arriba de los labios.

El tipo era malísimo para las combinaciones de ropa, yo no era un máster en eso, pero gracias a Daniela pude tener un poco de conocimiento sobre el tema, por ejemplo supe que las rayas y cuadros no se combinan en un mismo conjunto de ropa, y justo ahora volteo a ver a mi amigo y lo visualizo una camisa de botones celeste con unas piñas y por abajo trae un short playero a rayas naranja con azul y verde. Daniela en diferentes ocasiones también lo ayudó a buscar ropa decente cuando íbamos a fiestas importantes, pero ahora tendríamos que arreglárnosla nosotros solos.

Eso sí, Félix era un chico con un alma buena, ayudaba sin que se lo pidieras, siempre preguntando cómo te encuentras, dispuesto a hacer un poco de espacio en su tiempo para ayudarte en cuanto se lo pedías. Era el tipo de amigo que no te defraudaría porque él si conocía el verdadero valor de la amistad. Era hijo único y por ende sin nosotros su infancia habría sido muy solitaria, nos conocíamos de toda la vida.

—Dice papá que me lleves a casa —Natalie apareció de la nada. Era mi hermana menor.

—¿Tu qué haces aquí?

—Vine con Nataniel, pero él ya se fue.

—No puedo, vete tú sola.

—No lo digo yo, lo dice papá —Dijo en tono más alto.

—Dile a papá que no vine en el coche, así que ve y toma el subterráneo o un taxi tú sola —Di una sonrisa fingida.

—No tomaré el subterráneo.

—Entonces aquí te vas a quedar —Dije yéndome de ahí.

Comenzó a gritarme un tanto de cosas. Natalie me sacaba de quicio, era mi hermanita, pero me fastidiaba su actitud de diva. Ella y Nataniel eran mellizos, ambos cumplieron 16 años el año pasado y mi padre les regaló un coche a cada uno, pero claro que ella jamás iba a manejar, tomar el bus o el tren. Tenía el complejo de diva, nadie era lo suficientemente bueno para ella. A todos en la familia nos llenaba el hígado de piedritas, pero era familia y no podíamos hacer más. Mil veces les pedí a mis padres que la bajaran de la nube cuando era mas chica y aún estaban a tiempo, pero ahora ya era tarde ya se sentía tocada por Dios y pocos eran los que la aguantaban.

Mi hermano por otro lado era lo contrario, era un tipo igual que yo pero unos años más joven. Desde pequeños gozamos de privilegios hasta que pasamos por un momento de crisis, ambos entendimos que papá iba mal en el trabajo, y nos adaptamos a los cambios, pero Natalie jamás lo hizo. Ahora que todo volvió a ser como antes todo se le subió de nuevo a la cabeza, pero ahora en 200%.

Las luces se apagaron, me acerqué a la zona de filmación.

—Acción — Todos estamos espectando a los actores. Me crucé de brazos mientras hacían una escena de acción. Era impresionante todo lo que había detrás de una película, desde la producción, los extras, maquillaje, vestuario. Sin duda mis partes favoritas eran las escenas que se filmaban en la calle.

—¿Cuánto tiempo más estarás viniendo? —Félix se puso a mi lado cuando marcaron el corte.

—Según mis cálculos, un mes más y podré juntar el dinero que le debo a mi papá —De pronto recordé que mi auto estaba hecho añicos y que seguro tendría que pagarlo yo —O tal vez dos o 3 meses —Dije con disgusto.

—No entiendo porque no te gusta esto, es fabuloso, conoces personas famosas, chicas lindas, es todo un arte.

—Lo dices porque tu realmente quieres dedicarte a esto, yo solo estoy aquí para saldar mi deuda y después buscar trabajo en cualquier otra cosa o solo dedicarme a la universidad por algunos meses más.

—Oh rayos —Dijo mi amigo volteando hacia otro lado, me di cuenta que todo lo que le dije le había entrado por un oído y le había salido por el otro, sentí su codo picarme las costillas. Voltee hacia donde él estaba viendo. Vi a una chica alta, pelirroja, cabello largo ondulado. Pantalones ajustados y blusa de botones. Iba caminando hacia mi padre con una bolsa colgando de su brazo y otra en la mano.

—¿Será que es la nueva asistente que contrató tu madre? —Dijo Félix sin quitar los ojos de ella.

—No lo creo.

Ella tendió su mano y mi padre le correspondió, ella parecía agitada y nerviosa.

—Creo que sí, quiero saber quién es.

A lo lejos ambos mirábamos la escena, volteó la mirada y conectamos en un segundo, no era para nada la chica fachosa que había visto hace media hora en el subterráneo.

—Es ella.

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