Un malestar en mi estómago hizo que me despertara, intenté ignorarlo y me removí un poco, sentí incomodidad y me percaté que no estaba en mi cama. Abrí los ojos y me senté para orientarme, lo primero que vi era que estaba en mi auto. El asiento del piloto estaba inclinado hacia atrás, no recordaba en qué momento me quedé dormido. La cabeza comenzó a punzarme como nunca, mi boca estaba seca y sabía que apestaba a drenaje.
La sensación en mi estómago se hacía cada vez más fuerte. Comencé a producir saliva excesivamente de un momento a otro. Abrí la puerta solo para vomitar, con cada esfuerzo salía más y más líquido, parecía que nunca iba a terminar. El olor a alcohol me llegó en cada respiración que hacía para tomar fuerza y seguir sacando toda la intoxicación de mi sistema.
Cuando por fin terminé me miré en el espejo retrovisor, tenía las ojeras más marcadas de mi vida, mi piel se veía pálida, mi cabello estaba despeinado. Bajé la mirada a mi ropa y noté mi camisa celeste manchada ¿era alcohol? La agarré y me la acerqué a la nariz para olfatearla, un olor fétido dio directo en mis fosas nasales, no era una mancha de alcohol, era una mancha de vómito. Abrí la puerta y volví a vomitar de nuevo, si la cruda no me había matado, oler mi propio vómito me mandó directo a las puertas de San Pedro.
Salí del auto y caminé hacia la puerta de mi casa zigzagueando. Abrí la puerta y lo primero que hice fue tirarme en el sofá rojo que mi madre había comprado hace tan solo unos días. Sentí que el sofá daba vueltas, cerré los ojos para contenerme. Sentí cómo mi garganta se secaba poco a poco, necesitaba beber algo, bañarme, lavarme los dientes, en realidad necesitaba dormir y descansar una semana completa, pero sabía que eso era imposible.
Me levanté para poner un poco de agua en la cafetera. Creía que eso era lo único que me haría sentir mejor. Me quité la camisa y la tiré al piso, me acosté de nuevo en el sillón tratando de recordar que había sucedido.
Mi cruda moral comenzó al instante. Muchos recuerdos se me vienen a la mente, pero particularmente se me vino uno que hizo que me sentara de golpe. Me levanté deprisa para ir a ver mi auto.
Salí de la casa y lo primero que noté es que estaba estacionado casi a media calle, estaba todo atravesado. Estaba tan mal hace un momento que ni siquiera me di cuenta de esto mientras luchaba por mi vida al intentar no ahogarme con mi propio vómito. Lo miré con más detenimiento, toda la parte de enfrente destrozada y ni siquiera tenía espejos retrovisores laterales.
—Esto es una joda ¡mis padres van a matarme! — Me llevé las manos a la cabeza. ¿Y ahora que m****a les iba a decir? Si ni yo mismo sabía que era lo había sucedido. Este auto me lo habían regalado por motivo de mi cumpleaños número 20 hace menos de dos meses. “Ya eres un hombre responsable” Recordé las palabras de mi madre mientras me entregaba las llaves en aquella ocasión.
Entré en el auto y lo metí a la cochera, suerte que ningún vecino se había quejado por esto. No tenía idea que hora era, pero aquí todavía no salía el sol. Recuerdos de hace algunas horas aparecían en mi memoria. Bebía de una botella de vodka como si fuera un jugo. Tipos que me aplaudían mientras lo hacía, pero a ninguno lo reconocía.
Volví dentro de la casa pensando en todo lo que había ocurrido. La pelea, Daniela, mis padres colgándome de las bolas del edificio más alto de Manhattan en cuanto se enteren.
El agua de la cafetera ya estaba caliente, agarré mi taza favorita y justo iba a verter un poco puse mis ojos en ella prestándole atención. Levanté la mano haciendo contacto visual con la figura de Dead pool, como si él pudiera verme y yo a él. Casi podía escuchar su voz diciéndome "Eres un idiota". La tiré al bote de la b****a, la bolsa estaba vacía así que apenas la taza tocó el bote pude escuchar como ésta se partió en varios pedazos.
Daniela me la había regalado el día de mi cumpleaños número 18 cuando recién nos habíamos hecho novios.Ahora no éramos nada, un mal sabor de boca me da con solo recordarla y no precisamente me refiero al sabor de mi aliento a drenaje, maldita bruja.Agarré una taza transparente y ahora si vertí café en ella, a pesar de estar tan impuesto al aroma del café, en ese momento mi nariz percibió ese delicioso olor. Técnicamente mi cuerpo estaba intoxicado y esto era como un alivio para mi ser. No recuerdo la primera vez que tomé café en mi vida, muy seguramente fue de algún sorbo que le di a los tan acostumbrados tarros que mi padre carga a todos lados. Desde ahí no pude dejarlo. Sentí mi lengua quemarse un poco en cada sorbo que daba. Pero era casi como un placer para mí. Por la ventana ya se percibían los rayos del sol. Encendí el televisor solo para ver la hora.
Al percatarme de lo tarde que era me levanté apresurado y me cambié de ropa, ni siquiera me dio tiempo de bañarme, cepillé mis dientes, consiente que no sería suficiente para quitarme este olor a borracho. Hace ni 15 minutos había despertado en mi auto destruido, ebrio aún y ahora tenía que salir corriendo hacia el estudio. Me puse perfume para disimular el olor, creo que con eso sería suficiente. Con suerte llegaría temprano y en un tiempo que tuviera me bañaría en las duchas de allá. En dos minutos metí ropa y lo que creí necesario en mi mochila.
Di un último sorbo a mi café y me miré al espejo, mi cabello castaño estaba un poco despeinado pero así solía usarlo algunas veces así que no habría problema, noté que la barba me estaba comenzando a salir y ya era hora de quitármela, pero tiempo era lo que ahorita menos tenía, salí casi corriendo de mi casa. Mi celular sonó, desvié la llamada y noté que tenía 5% de pila, no me daba tiempo de pedir un taxi, tendría que tomar el subterráneo.
Salí corriendo de mi casa, con mucha suerte y a una velocidad constante estaría abordando el metro en 10 minutos, lo que menos necesitaba ahora era que mi perfume y mi hedor se mezclara con mi sudor, pero ya era muy tarde para eso. No podía llegar retrasado, no podía faltar y mucho menos podía haber una excusa de por medio.
Por fin las puertas se cerraron detrás de mí. Mi celular sonó otra vez, con una mano me detenía mientras con la otra visualizo quién es. En la pantalla vi 7 llamadas perdidas. Y una entrante de Daniela. No contesté, lo puse en vibrador y así dejé que se quedara, pronto vi como la pantalla se puso negra avisando que la pila estaba completamente descargada. Guardé de nuevo mi teléfono en la parte trasera de mi pantalón.
En cada estación subían más y más personas y conforme a eso me tenía que ir recorriendo. Me acerqué a una puerta, en unas cuantas estaciones más me bajaría y no quería tener que estar empujando a todas las personas para poder pasar.
Me agarré del tubo viendo por la ventana. Escuché a dos tipos susurrar entre ellos. Por sus miradas hacia un lugar en específico entendí que hablaban de una chica. Volteé hacia ella. Estaba a unos asientos de donde yo estaba parado. Ella estaba sentada, dormía recargada al asiento, su cabeza estaba hacia atrás y su boca estaba entreabierta. Hice una cara de desagrado. Tenía unos lentes estilo aviador color dorados, parecían ser de aumento porque el vidrio era transparente.
Tenía el cabello pelirrojo casi naranja, no parecía que lo pintara. Su cabello estaba hecho un nudo como si de una coleta se tratara. Parecía que sentía la mirada de aquellos tipos agregando la mía, ya que se removió un poco y con ello abrió más la boca estando dormida. Dios, que mujer tan… no encontraba palabras para describirla. Parecía ser joven pero su apariencia me daba la de una señora fodonga.
Volví mi vista a la ventana, faltaban un par de estaciones para llegar a mi destino cuando escuché de nuevo a los tipos. Volví mi vista hacia la chica y en un segundo supe de que hablaban. Su camisa blanca de botones se había desabrochado de los primeros dos, dejaba ver gran parte de su pecho y dejaba a la vista su sostén color piel. Quité mi mirada en seguida. No me interesaba verla, ni siquiera era atractiva para mi gusto. Podría apostar que era de esas mujeres que se quedan solteras hasta los 50 y luego se llenan de gatos. Pues vaya que a ningún hombre le gustaría que su novia o esposa anduviera en esas fachas en público.
Uno de los hombres se acercó a ella. Ahí fue cuando me pasaron cosas por la mente. No me gustaba que los hombres fueran aprovechados con las mujeres o irrespetuosos. Yo podría ser un canalla, egocéntrico, patán y un cabrón, como tanto me lo habían dicho algunas chicas antes. Pero jamás había faltado el respeto de ninguna mujer en cualquiera de sus formas. Y no, pensar que es una fodonga es muy distinto a decirle que es una fodonga.
Caminé hacia ella, el hombre me vio y me hizo una mueca como diciendo “Hey, ¿ves lo mismo que yo?” Como si se sintiera orgulloso de su actitud.
—Oye —Dije tocando con mi dedo índice su hombro.
Ella se sobresaltó, lo primero que vi fueron unos ojos cafés tan claros que casi podría decir que tenían un tono amarillento.
—Tu blusa esta desabrochada —Advertí, el hombre a lado mío puso mala cara. Ella agachó la mirada para ver y en un abrir y cerrar de ojos puso sus manos sobre su pecho. Intentó abrochar los botones, parecía que aún seguía dormida y las manos no le respondían.
—¡Maldito pervertido! —La cara se me cayó al suelo cuando la escuché gritarme. Por inercia todos voltearon a verme. El subterráneo se detuvo, ella agarró el montón de bolsas que tenía sobre las piernas y se levantó. —¿Por qué no vas y le ves los senos a tu abuela? —No sé en qué momento su mano estampó mi mejilla. Puedo jurar que tenía las manos llenas de bolsas, no sé de dónde salió la mano que me golpeó.
—¿Qué? —Dije poniendo mi mano sobre mi cachete asimilando y soportando la vergüenza que sentía ahora mismo. Esto me pasa por querer hacer el bien. Los dos tipos reían detrás de mí. Las puertas sonaron avisando que ya se cerrarían. Ella volteó y me mostro los dos dedos de en medio. Seguía sin poder creer lo que había pasado. Vi hacia arriba y vi el nombre de la estación. “¡Con un demonio!” Era la estación en la que debí de haberme bajado, intenté salir, pero la puerta se cerró frente a mi cara. Oficialmente iba a llegar tarde.
¡Hola! Así es como damos inicio a esta historia ¿Qué opinan?
Apresurado por fin llegué al set de grabación. Todos se movían como locos de un lado a otro. Caminé hacia el fondo cuando me topé a mi papá. —Llegas tarde —Dijo pasando por un lado mío. El tono de desaprobación me confirmó que estaba molesto. —Sí, lo sé. —Te quedarás tiempo extra para cubrirlo —Dijo en voz alta para que lo escuchara. Iba detrás de él todo su equipo de producción. Ya no le contesté, me fui hasta lo más recóndito del lugar para evitar todo tipo de contacto con cualquier persona, cuando comenzaran a grabar me escabulliría para darme una ducha. Me recargué en la pared y cerré un momento los ojos, necesitaba dormir, necesitaba bañarme, necesitaba descansar. Me fui por unos segundos y podría jurar que me quedé dormido por unos segundos. El sonido de que algo cayó cerca de mi hizo que volviera en sí, noté que Félix me estaba viendo fijamente con una sonrisa burlona. —¿Te ayudo? —Dije comenzando a levantar unos cables que Félix estaba
—¿Quién? —Félix volteo a verme. —La de la bofetada. —¿Qué? ¿Estás seguro? —Volvió a voltear a verla, ella estaba hablando algo con mi padre. Se veía tan despreocupada, como si golpear a las personas a su paso fuera del diario. —Steven, te buscan afuera —Lorena, la chica de maquillaje se me acercó. —¿Quién? —Dije saliendo de mi trance, no podía asimilar que la chica que estaba viendo ahorita era la misma grosera que me había golpeado sin una razón factible. —Daniela. —Dile que no estoy. —Se ve mal, parece que lleva llorando por días. Negué con la cabeza, esa chica podría ser actriz si bien se lo proponía. —Está bien, gracias —Dije caminando hacia donde se suponía que ella estaba. Salí por la puerta trasera y de pronto el aire fresco de invierno me pegó en el rostro. Ahí estaba ella sentada en una barda. Con lentes oscuros y sus cabello dorado desarreglado, parecía que solo se levantó y se “intentó” agarrar
Eran las 8 de la mañana, las calles estaban cerradas, mientras las cámaras eran acomodadas junto con los micrófonos. Hoy había dormido muy poco, no me sentía cansada pero mi cara decía lo contrario, ni el maquillaje ocultaba las ojeras que se me hacían. Odiaba mi piel, no se me marcaba lo oscuro de las ojeras, pero si se me hinchaban bastante. Los actores esperaban su llamado mientras que otros, tenían unos minutos para comer. Sostenía la tableta en mis manos y estaba de un lado a otro junto con Albert.—Vaya, hasta que llegas temprano —Albert le dijo a Steven.—Si bueno, hoy nadie me golpeó en el subterráneo haciendo que quedara atrapado adentro y me tuviera que ir hasta la siguiente estación —Dijo sin quitarme la vista de encima.Sentí como mis músculos se tensaron, temía que hiciera algo como venganza y terminaran por despedirme.
Katherine—Mi papá quiere un café, cappuccino con doble crema y mucha espuma, no te tardes demasiado —Escuché esa vocecita detrás de mí.—Buenos días —Dije viendo hacia la Tableta—Ah, saludas.—Me voltee para verlo —Tengo educación —Dije con una sonrisa muy amplia pero fingida.—Con doble crema —Dijo antes de irse.Suspiré, estaba desvelada. No dormí como hubiese querido. No me dio tiempo de arreglarme así que solo me hice una coleta alta, enchiné mis pestañas y puse un poco de rímel, pinté mis labios con un poco de labial rojo para que desviara la mirada y no recayera la atención en mis muy notables ojerasSi bien nos iba, hoy solo trabajaríamos 5 horas. Así que dentro de mí había una voz que me decía. “vamos,
Katherine Colgué el teléfono, había llamado para mover algunas citas que tenía Albert el día de hoy. Él tendría el día libre lo que haría que yo también lo tuviera. Ya tenía 3 semanas trabajando aquí. Puedo decir que lo más pesado aún no ha comenzado pues en unos días comenzarían las grabaciones de la serie nueva que va a producir. Nos moveríamos de locación y eso me ponía algo nerviosa, sentía que aún no me acoplaba muy bien del todo. —Un cappuccino con doble crema para mi papá —Steven apareció de pronto burlándose. —A mí no me la vuelves hacer —Lo apunté con el dedo índice, él por el contrario comenzó a burlarse de mí. —Oye el otro día me dejaste pensando. —¿Ah sí? ¿Y esa habilidad esta recién desarrollada? —Ignoraré tus palabras que están de más. Pensé sobre lo que me dijiste de la antigua asistente de papá. Yo no tuve que ver con que la corrieran. Yo solo me encogí de hombros mientras tecleaba en el celular
—¿Tu hijo? —El rostro le cambió —Pero toda la noche llamaba mamá y papá a tus padres. Le sonreí —Así les dice porque escucha que así les digo yo. —Vamos Steven, tenemos que volver —Dice Albert desde la camioneta. —Tengo que irme, gracias —Dijo dándome una pequeña sonrisa. Asentí y cerré la puerta en cuanto él se dio la vuelta. —Katherine, Trey quiere que tú seas quien le lea su cuento el día de hoy —Dijo mi madre asomándose por las escaleras. —En seguida voy —Me quité los zapatos y me los cambié por las pantuflas. Fui hacia el cuarto color azul con rojo que había pintado yo misma hace años. —¿Qué cuento quieres hoy Trey? —¿Quiénes eran los señores de hoy mami? —Eran mi jefe y su hijo —Dije sentándome a su lado mientras comenzaba a acariciarle el cabello. Lo vi en su pequeña pijama color amarilla que le había comprado recién y a él le había encantado. *** Estos últimos días a pesar de que n
Negué con la cabeza, la preocupación que sentí en el momento me desbalanceó completamente. Una presión me dio en el pecho. Volteé con Steven y supuse que mi cara decía todo. —¿Qué sucede? —Dijo bajándose de la barda. —Tengo que ir al hospital, Trey estuvo convulsionando —Dije caminando deprisa hacia el auto. —Espera yo te acompaño. —No, estoy bien. Perdón por no poderte irte a dejar —Dije entrando al auto. —Yo iré contigo, mira cómo te pusiste, no está bien que manejes —Me tendió la mano para que le diera las llaves, lo pensé un segundo y se las dí, mi cabeza comenzó a dar vueltas. Mi niño estaba mal y yo no estaba para él. Durante el camino me la pasé callada, solo le indicaba cómo llegar, cuando por fin llegamos corrí hacia pediatría. —¿Cómo está? —Pregunté a mi papá apenas lo vi. —Necesitan tu firma para autorizar el suministro de fármacos. Fui hasta donde estaba el doctor, firmé dando mi consentimien
Al día siguiente comenzamos a trabajar desde muy temprano, dormí lo suficiente para aguantar la jornada así que no me preocupé. Cada vez que veía como rodaban las escenas sentía la necesidad de sentarme y comer palomitas o algo así. Me emocionaba ver a los actores en escena. —¿Comerás con nosotros Katherine? —Félix preguntó mientras iba a mi lado con un par de micrófonos. —No —Dije de mala gana. —¿Y ahora que tienes? —Pregúntale a tu amiguito —Dije viéndolo de lejos, Steven estaba agachado ajustando unas cosas, él ni enterado que lo estaba fulminando con la mirada. —Achis ¿ahora de que me perdí? —¿Estás lista? —Liana llegó avisando para irnos a comer. —Sí —Le sonreí. —Hola —Félix sonrió ampliamente. —Hey hola…¿Félix cierto? —Sí, soy yo, mucho gusto, no había tenido el honor de presentarme —La saludó de mano, fue ese tipo de saludo nervioso y a la vez que también te arranca el brazo. Quise reírme en el mo