2. Desconcertado
Daniel regresó a la casa, pero de muy mal humor, a él no le dirigía la palabra ninguna mujer sin su consentimiento- algo que casi no sucedía porque no lo soportaba—le irritaba y en su primer día de clase esa estudiante se había acercado a él y había intentado coquetear frente a él, ¿es que no podía cada uno llevar el papel que le correspondía? Eran estudiantes y a eso deberían dedicarse, únicamente a estudiar o al menos no a conquistar a los profesores, esa simple idea le ponía enfermo, detestaba que alguna chica se le acercara y mucho menos que le dirigiera la palabra, no podía olvidarse de esos acontecimientos y en momentos que se prolongaban las escenas en las que tenía que halarle a una, se ponía enfermo durante ese día entero, era inevitable, pero por suerte, sus conocidos sabían cómo tratarle.Eran las cuatro de la tarde cuando había llegado, encontró a su hermano en el salón jugando a la consola.—¡Al fin llegas! ¿echamos una partida?—Lo siento, ahora no.
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