No entendía cómo había podido suceder, pero se encontraba en frente del hospital; no tenía a nadie hospitalizado y no se encontraba enfermo, pero allí estaba dispuesto a entrar. Quería subir a su auto y regresar a su casa, pero no podía, había algo que lo atraía hacia ese lugar que era difícil de describir ¿Por qué últimamente le sucedían cosas raras? Después de pensárselo durante un buen rato, decidió atravesar la puerta principal de dicho hospital, no sabía qué era concretamente lo que buscaba, pero seguía caminando mientras buscaba con la mirada algo que lo llamara la atención. Atravesó algunos pasillos hasta dar con un cuarto y vio algo que lo llamaba mucho la atención; a través de la pared de cristal podía ve a un señor enfermo acompañado de su esposa que estaba muy preocupada, parecían muy necesitados. Se conmovió y quiso ayudarlos, no entendía el por qué, pero habían sido los únicos que lo habían llamado la atención.
Despacio entró en la habitación y las miradas de ellos se volvieron hacia él extrañadas.—¿Quién es usted? —preguntó Carla.—Disculpen, pasaba por aquí y se me ocurrió entrar a saber que tal lo llevaban—sentía que sonaba ridículo—la verdad es que no sé por qué, pero me gustaría ayudarlos.Carla y su esposo se miraron sorprendidos.—¿Por qué cree que necesitamos su ayuda? —ese era Roberto.—Como les dije, no lo sé, pero me gustaría hacerlo. Si me lo permiten por supuesto.Después de confirmar que sus intenciones eran honradas, le explicaron la situación en la que se encontraban. Daniel los escuchó con atención, después de platicar un rato con ellos los dejó y se fue a hablar con el doctor y pagar con todo lo que necesitaran para hacer posible una buena operación, una vez acabado regresó al cuarto, pero no pudo entrar porque de pronto se encontró con algo que debió haber supuesto desde el principio. Debía haberlo visto venir, todo lo raro que últimamente le pasaba tenía que ver siempre con ella, Sídney, estaba dándole un beso a su padre en la frente, era tan tierno, pero ¿Qué era eso que siempre lo atraía hacia ella? Empezaba a enfurecerse, quería despedirse de la pareja, pero ya no podía, ella lo había fastidiado todo, empezaba a sentirse mal de nuevo. Les echó un último vistazo y salió de ese lugar cuando estaba entrando el médico en la habitación. El doctor entró con algunas enfermeras.—¿Sucede algo? —preguntó Sídney que no entendía nada.—Hemos de llevarlo al quirófano, ya pueden operarlo.—¿Qué? pero ¿cómo?—Alguien se ha ofrecido a pagárnoslo todo—le respondió su madre tomándole de la mano. Las enfermeras lo condujeron a la sala de operaciones mientras ellas se quedaban a esperarlo en el pasillo.—¿Cómo es que alguien lo ha pagado todo? No entiendo nada mama ¿me lo explicas por favor?—No lo conozco, solo sé que ese tipo vino y sin más decidió pagarlo todo, se veía tan buena gente. —suspiró su madre.—¿Y lo aceptasteis así sin más? —estaba alterándose—¿seguro que no quería nada a cambio?—Por supuesto que no, sabes muy bien que no aceptaríamos dicha ayuda.—Pues entonces no me cabe en la cabeza… a no ser que...—¿Qué?—¿Cómo era ese tipo?—¿Qué quieres que te diga? Es alto, guapo, pelo negro, ojos azules…Ya no hacía falta que continuara, Sídney se apoyó contra la pared, cerró los ojos y suspiró. Debía por lo menos haberlo supuesto, era él, había vuelto hacerlo.Desde aquella noche se encargaba de que sus problemas fueran resueltos ¿pero ¿cómo se enteraba? Y ¿Cuándo podría volver a resolver sus problemas sin que tuvieran que ver con él? Se levantó de repente y se dirigió hacia la salida, esperaba encontrarlo allí, no tenía por qué molestarse en resolver sus problemas, llegó en la salida, pero él ya no se encontraba allí. Se sentó en las escaleras y cayeron de sus ojos unas cuantas lagrimas ¿Por qué su vida daba tanto asco? Y ¿Por qué Daniel tenía que estar en todos sus malos momentos?
El fin de semana fue largo, lo bueno de todo es que su padre había salido ya del quirófano y la operación había sido exitosa. Habían regresado a la casa y se dedicaban a cuidar de Roberto y mimarlo mientras se recuperaba del todo. Durante esos dos días, Sídney había tenido tiempo de pensar sobre lo que le diría a su profe, a pesar de todo había salvado a su padre por lo que iba a agradecerlo y olvidar por un instante el hecho de que él estuviera en su vida indirectamente.
Una vez que hubieron acabado las clases de Daniel y los alumnos estuvieran abandonando la sala, Sofía se acercó a Daniel quien estaba recogiendo sus cosas para marcharse.—Mi padre se encuentra bien gracias a usted—Daniel levantó la mirada y la observó. —no tenías por qué hacerlo, pero lo hiciste por eso quería agradecértelo y si pudiera hacer algo por usted solo tiene que decírmelo.Hubo un minuto de silencio y Daniel seguía mirándola, viniendo de él no era nada extraño.—No sé si es posible,—dijo al fin—pero lo único que deseo es que procure que me aleje de usted.A Sídney se le hizo un nudo en la garganta, no iba a pensar que la odiaba, al fin y al cabo, estaban coincidiendo en algo. Apartó un mechón de su pelo por detrás de la oreja.—Si pudiera librarme de los problemas créeme que gustosa lo haría, más eso no depende de mí—suspiró y continuó segundos después—pero descuida, lo intentaré solo me gustaría pedirle que procure igualmente no meterse en mi vida, ya me encargo yo de mis problemas.Dicho eso salió del aula de clase. Así que de eso se trataba, no se había dado cuenta, en verdad ella tenía razón; todas las veces que se había acercado a ella había sido porque estaba en problemas a los que él había resuelto, no era nada normal ¿Por qué le sucedía eso solo a él? Se sentó de nuevo sobre el asiento y pasó sus dedos sobre su pelo, se sentía confundido, sentía que estaba siendo castigado por ser…MISÓGINO.Sídney salió de la sala algo furiosa, pero se calmó; si iba a enfadarse por cada cosa que dijera o hiciera Daniel estaba totalmente perdida dado que le quedaría mucho por lamentar. Se dirigió al patio, estaba dispuesta a marcharse a su casa cuando de pronto lo vio. Era un chico de pelo castaño. Estaba de espaldas, llevaba en manos un cuaderno y un lapicero, probablemente estaba dibujando algo sentado en uno de los bancos. Sin saber por qué, se acercó a él y precisamente aquel muchacho estaba dibujando a una estudiante que sonrientemente estaba charlando con sus amigas.
—Es preciosa—dijo Sídney con una sonrisa amable. Él se volvió y la miró.—¡Vaya! Tú también lo eres y mucho—contestó él con otra sonrisa llena de sorpresa.—Gracias por el cumplido. ¿Te gusta?¿te refieres a dibujar o a ella?—A ella obviamente.—Supongo, pero a penas la conozco.—Entonces no te atreverías a hablar con ella.—Empiezo a creer que tengo los mismos genes que mi hermano—dijo fingiendo estar pensativo.—¿Y eso? —quiso saber ella.—El nunca habla con ellas. Y aparte de eso, no estudio aquí.—Ah ¿y cómo es que has llegado hasta aquí?—Mi hermano imparte aquí, lo estoy esperando.—Pues no creo que tarde en llegar. Ha sido un placer hablar contigo.—El placer ha sido mío.—Y… procura no ser como tu hermano, si quieres volver a saber de ella, acércate y pídele su número, eres tan guapo y listo que ninguna te lo negaría.—Gracias por el consejo—le sonrió encantado.Sídney se disponía a ir cuando él le detuvo.—Por cierto, me llamo Nicolás.—Yo Sídney, espero volver a verte.—Yo digo lo mismo. —estaba tan absorto en su belleza que no dejó de observarla hasta que desapareció.Daniel llegó unos minutos después.
—Nico ¿Qué haces aquí?—No puedes creerte lo que me ha pasado, he conocido a dos de las chicas más hermosas que he podido conocer.Daniel lo estaba mirando sorprendido.—¿Intentas decirme que has llegado hasta aquí por chicas?—Mmh—se lo estaba pensando y Daniel lo miraba interrogativo. —ya no estoy seguro, quizás sea el destino. Pero en realidad quería verte.—Nunca vienes a verme en la universidad.—Bueno, dado que estás pensando abandonarlo, quería saber qué era lo que estabas dejando ir. —siempre tenía respuesta para todo.—Si crees que voy a presentarte a la chica de la que te hablé por error, estas totalmente equivocado.—¿Qué te hace pensar que estoy aquí por eso? ¿Es que no te fías de mí?—¿Será porque sé cómo funciona tu cerebro? Déjame pensarlo, pero mientras tanto sube al coche ya, voy a dejarte en casa. Subieron al auto y se dirigieron a la casa.Ya, estaba decidido; no volvería a regresar a la universidad a no ser que quisiera volver a saber de ella, pero eso no iba a suceder, iba a estar lo más lejos posible de ella y si eso implicaba que tenía que unirse a su padre en la empresa, lo haría.Se encontraba en su departamento haciendo los últimos retoques de lo que le quedaba pendiente sobre la universidad, tenía que dejar todo en orden. De repente se estaba abriendo la puerta y Nicolás era el único que tenía la copia de la llave de la casa. Se abrió la puerta y allí entraba él, sonrió al ver que encontraba a su hermano y se acercó a la mesa donde se encontraba trabajando con el ordenador.—Hola broth—abrió la nevera y destapó un refresco volviendo a cerrar la nevera.—¿A qué se debe tu inesperada visita?—Sé que estas ocupado, pero necesito un libro para un trabajo de clase, ya sabes, hay que estudiar.—¿Seguro hermanito?—Claro, ¿por qué iba a pedírtelo si no?—Eso me pregunto, dado que no
El día amaneció interesante, la luz penetraba a través de su ventana. Tenía todo el tiempo que quisiera para seguir acostado, solo eran las ocho y media de la mañana de un sábado; pero las voces que escuchó que salían de abajo le hicieron levantarse y bajar a la cocina de donde procedían con solo su pantalón de pijama y un sin mangas blanco. Tenía suerte de no tropezar por las escaleras porque todavía seguía somnoliento y no paraba de frotarse los ojos, se paralizó sorprendido al encontrarse a su padre y a Daniel que se estaban dando la mano.—No, no, no—dijo frustrado acercándose a ellos—la última vez que estuvisteis de acuerdo me quedé sin niñera.—Porque no lo necesitabas—dijo Daniel tranquilamente. —Hola a ti también hermanito.—Solo tenía nueve años, cualquiera a esa edad lo necesitaría.—Pero aquí estamos y eres un hombre ya.—De acuerdo, ¿y esa vez que es? —dijo cruzándose de brazos.—Se va de viaje—concluyó su padre que parecía más satisfecho.
Ella accedió sin hacer preguntas, curiosamente confiaba en él y no entendía el por qué. Giraron unas cuantas calles hasta que él aparcó frente a un local. Bajaron del coche y entraron. Una vez dentro sonrió Sídney, se trataba de un lugar de juegos.—Apuesto a que no me ganas en una competición de baile. —la retó él mientras subía a la pista.—Yo no bailo.—Entonces déjame ganarte sin esfuerzo, venga, atrévete. —le ofreció su mano.—De acuerdo—se rindió.Depositó sus cosas sobre una silla y tomó su mano mientras era arrastrada hacia la pista.—¿Lista?—Cuando quieras.Nicolás puso la máquina en marcha y cuando comenzó a sonar la música, sus piernas comenzaron a moverse según les indicaban las luces de la pista. Sídney se partía de risa por su manera original de moverse, aunque ella tampoco lo hacía nada mal, al final de la primera ronda había un ganador.—No puede ser, ¡me has ganado! —se quejaba él.—Puesto que me dejas ganar…
Un mes, solo un mes menos de lo que debía haber pasado en la otra punta del país y había regresado; por vez primera en su vida no había sido capaz de mantener su palabra. Había regresado a su ciudad muy antes de lo previsto y no se había atrevido comunicarlo a su hermano, lo había fallado después de ser su héroe durante tanto tiempo. Había intentado cumplir su promesa, pero no lo había conseguido, no podía permitirse por más que lo intentara, confiar en ninguna mujer. Todas parecían tener segundas intenciones y no podía arriesgarse a fiarse. En tan solo cuatro semanas las había conocido en todas sus facetas y había afirmado que no estaba destinado a estar con ninguna de ellas. Lo había intentado por Nicolás, pero aun así no lo había logrado y se sentía fracasado. Ya fuera del aeropuerto en pie con su maleta en mano, miraba la calle
Daniel no pudo descansar lo suficiente en la noche, había muchas cosas que no paraban de darle vueltas por la cabeza y tenían que ver con Sídney y Nico, hasta ahora no entendía que ellos dos se dieran y sobre todo porque había hecho un trato con su hermano.Se dio una ducha tranquila, se cambió y se tomó una taza de café caliente. Su padre y su hermano hasta ahora no sabían que había regresado y tenía que hacerles una visita.Le preocupaba que su padre se diera cuenta de que de nada había servido su viaje, el cual se suponía que sería de tres meses como mínimo, pero solo había podido aguantar un mes, el cual le había servido para deducir que, aunque alguna chica se mostraba buena y simpática, en el fondo podía llegar a ser cualquier cosa, en síntesis, eran difíciles de fiar y eso se lo había hecho ver su madre. Todas le recordaban a ella y aunque quisiera evitarlo, no lo conseguía, aunque con Sídney era todo distinto y eso le asustaba porque no sabía casi nada de ell
Era la primera vez que lo veía así, parecía preocupado ¿al final había algo que lo hacía preocuparse? No creía que hubiera algo capaz de conseguirlo, pero como fuera, no quería verlo así, haría lo que fuera por volver a verlo alegre como siempre. Depositó la cafetera sobre la mesa y se sentó frente a él.—¿Vas a contarme lo que te sucede?Nicolás la observó durante un momento con la mirada perdida como si pensara en qué decirla. Se había pasado el día entero pensando en si debía confesarle a Sídney quién era en realidad y había decido que era lo mejor si quería conseguir algo de ella.—Sé que nunca me has visto así, pero créeme, estoy bien y aunque no lo estuviera, no me gustaría meterte en mis problemas.—Te recuerdo que tú te metiste primero en
Se encontraban en la tienda probando vestidos para la reunión, Nicolás había conseguido convencerla que tenía que tener vestido para la ocasión y estaban allí un buen rato intentando encontrar el vestido perfecto.—¿Qué tal tu nueva novia? — preguntó Sídney desde el vestido mientras se probaba el cuarto vestido.—Muy bien, estamos progresando, pero no quiero agobiarte con nuestras historias.—¿Por qué no? ¿Acaso sigue celosa de mí?—Le prometí que pasaría más tiempo con ella y no puedo hablarle de lo que pasa con mi hermano.—Ah, lo siento. Ella salió del vestidor con un vestido precioso, largo, de un azul marino y muy bien ajustado. Nicolás la vio y se quedó boquiabierto.—Wau, este especialmente ha sido diseñado para ti. — ella sonrió y de repente se le borró la sonrisa.—Tengo miedo.—Hey, no tienes por qué, todo saldrá bien.—¿Le has visto la cara? —dijo dando vueltas de un lugar a otro —qué pregunta más tonta, claro que sí porqu
Habían quedado en la cafetería donde trabajaba Sídney a las nueve de la mañana, no era su turno de trabajo, por lo que tenían tiempo suficiente de hacer todo lo que Sídney tenía planeado, si es que lo tenía ya preparado. Llegó quince minutos antes para preparar lo que le diría, estaba aterrada, estaba tratando con el tipo que le afloraba todo tipo de sentimientos tanto buenos como malos. Se sentó en una de las mesas que habían fuera, colgó su bolso en la silla y sacó de él un cuadernito donde durante la noche se había molestado en apuntar todo lo que probablemente podía hacer o hablar con él, pero lo primero de todo era conseguir que dejara de odiar a las mujeres y eso era muy complicado para ella, no tenía ni la menor idea de cómo conseguirlo, al menos si fuera ni niño pequeño sería menos difícil. Pidió una taza de chocolate caliente.—Buenos días—se asustó al oír esa voz, era Daniel, pasó junto a ella y se sentó frente a ella depositando su abrigo en el respaldo de la si