El día amaneció interesante, la luz penetraba a través de su ventana. Tenía todo el tiempo que quisiera para seguir acostado, solo eran las ocho y media de la mañana de un sábado; pero las voces que escuchó que salían de abajo le hicieron levantarse y bajar a la cocina de donde procedían con solo su pantalón de pijama y un sin mangas blanco. Tenía suerte de no tropezar por las escaleras porque todavía seguía somnoliento y no paraba de frotarse los ojos, se paralizó sorprendido al encontrarse a su padre y a Daniel que se estaban dando la mano.
—No, no, no—dijo frustrado acercándose a ellos—la última vez que estuvisteis de acuerdo me quedé sin niñera.—Porque no lo necesitabas—dijo Daniel tranquilamente. —Hola a ti también hermanito. —Solo tenía nueve años, cualquiera a esa edad lo necesitaría. —Pero aquí estamos y eres un hombre ya.—De acuerdo, ¿y esa vez que es? —dijo cruzándose de brazos.—Se va de viaje—concluyó su padre que parecía más satisfecho.Ella accedió sin hacer preguntas, curiosamente confiaba en él y no entendía el por qué. Giraron unas cuantas calles hasta que él aparcó frente a un local. Bajaron del coche y entraron. Una vez dentro sonrió Sídney, se trataba de un lugar de juegos.—Apuesto a que no me ganas en una competición de baile. —la retó él mientras subía a la pista.—Yo no bailo.—Entonces déjame ganarte sin esfuerzo, venga, atrévete. —le ofreció su mano.—De acuerdo—se rindió.Depositó sus cosas sobre una silla y tomó su mano mientras era arrastrada hacia la pista.—¿Lista?—Cuando quieras.Nicolás puso la máquina en marcha y cuando comenzó a sonar la música, sus piernas comenzaron a moverse según les indicaban las luces de la pista. Sídney se partía de risa por su manera original de moverse, aunque ella tampoco lo hacía nada mal, al final de la primera ronda había un ganador.—No puede ser, ¡me has ganado! —se quejaba él.—Puesto que me dejas ganar…
Un mes, solo un mes menos de lo que debía haber pasado en la otra punta del país y había regresado; por vez primera en su vida no había sido capaz de mantener su palabra. Había regresado a su ciudad muy antes de lo previsto y no se había atrevido comunicarlo a su hermano, lo había fallado después de ser su héroe durante tanto tiempo. Había intentado cumplir su promesa, pero no lo había conseguido, no podía permitirse por más que lo intentara, confiar en ninguna mujer. Todas parecían tener segundas intenciones y no podía arriesgarse a fiarse. En tan solo cuatro semanas las había conocido en todas sus facetas y había afirmado que no estaba destinado a estar con ninguna de ellas. Lo había intentado por Nicolás, pero aun así no lo había logrado y se sentía fracasado. Ya fuera del aeropuerto en pie con su maleta en mano, miraba la calle
Daniel no pudo descansar lo suficiente en la noche, había muchas cosas que no paraban de darle vueltas por la cabeza y tenían que ver con Sídney y Nico, hasta ahora no entendía que ellos dos se dieran y sobre todo porque había hecho un trato con su hermano.Se dio una ducha tranquila, se cambió y se tomó una taza de café caliente. Su padre y su hermano hasta ahora no sabían que había regresado y tenía que hacerles una visita.Le preocupaba que su padre se diera cuenta de que de nada había servido su viaje, el cual se suponía que sería de tres meses como mínimo, pero solo había podido aguantar un mes, el cual le había servido para deducir que, aunque alguna chica se mostraba buena y simpática, en el fondo podía llegar a ser cualquier cosa, en síntesis, eran difíciles de fiar y eso se lo había hecho ver su madre. Todas le recordaban a ella y aunque quisiera evitarlo, no lo conseguía, aunque con Sídney era todo distinto y eso le asustaba porque no sabía casi nada de ell
Era la primera vez que lo veía así, parecía preocupado ¿al final había algo que lo hacía preocuparse? No creía que hubiera algo capaz de conseguirlo, pero como fuera, no quería verlo así, haría lo que fuera por volver a verlo alegre como siempre. Depositó la cafetera sobre la mesa y se sentó frente a él.—¿Vas a contarme lo que te sucede?Nicolás la observó durante un momento con la mirada perdida como si pensara en qué decirla. Se había pasado el día entero pensando en si debía confesarle a Sídney quién era en realidad y había decido que era lo mejor si quería conseguir algo de ella.—Sé que nunca me has visto así, pero créeme, estoy bien y aunque no lo estuviera, no me gustaría meterte en mis problemas.—Te recuerdo que tú te metiste primero en
Se encontraban en la tienda probando vestidos para la reunión, Nicolás había conseguido convencerla que tenía que tener vestido para la ocasión y estaban allí un buen rato intentando encontrar el vestido perfecto.—¿Qué tal tu nueva novia? — preguntó Sídney desde el vestido mientras se probaba el cuarto vestido.—Muy bien, estamos progresando, pero no quiero agobiarte con nuestras historias.—¿Por qué no? ¿Acaso sigue celosa de mí?—Le prometí que pasaría más tiempo con ella y no puedo hablarle de lo que pasa con mi hermano.—Ah, lo siento. Ella salió del vestidor con un vestido precioso, largo, de un azul marino y muy bien ajustado. Nicolás la vio y se quedó boquiabierto.—Wau, este especialmente ha sido diseñado para ti. — ella sonrió y de repente se le borró la sonrisa.—Tengo miedo.—Hey, no tienes por qué, todo saldrá bien.—¿Le has visto la cara? —dijo dando vueltas de un lugar a otro —qué pregunta más tonta, claro que sí porqu
Habían quedado en la cafetería donde trabajaba Sídney a las nueve de la mañana, no era su turno de trabajo, por lo que tenían tiempo suficiente de hacer todo lo que Sídney tenía planeado, si es que lo tenía ya preparado. Llegó quince minutos antes para preparar lo que le diría, estaba aterrada, estaba tratando con el tipo que le afloraba todo tipo de sentimientos tanto buenos como malos. Se sentó en una de las mesas que habían fuera, colgó su bolso en la silla y sacó de él un cuadernito donde durante la noche se había molestado en apuntar todo lo que probablemente podía hacer o hablar con él, pero lo primero de todo era conseguir que dejara de odiar a las mujeres y eso era muy complicado para ella, no tenía ni la menor idea de cómo conseguirlo, al menos si fuera ni niño pequeño sería menos difícil. Pidió una taza de chocolate caliente.—Buenos días—se asustó al oír esa voz, era Daniel, pasó junto a ella y se sentó frente a ella depositando su abrigo en el respaldo de la si
—Eso significa que siente algo por ti —exclamó Nicolás emocionado mientras untaba su sándwich con mayonesa en la cocina.—¿Pero de qué hablas? —Daniel estaba en el salón sobre el sofá con la computadora sobre su regazo.—Acabas de contarme que te agarró del brazo solo por verte hablar con otras chicas, eso quiere decir que estaba celosa y el hecho de que se arriesgara a tomarte de la mano es simplemente porque quiere marcar territorio, que solo le perteneces —ahora estaba entrando en el salón y sentándose sobre el sofá en frente del de su hermano. —le gustas.—¿Acabas de escucharte? —preguntó Daniel con el ceño fruncido. —tal vez no sepa mucho sobre todo ese rollo, ¿pero crees que si eso fuera cierto se molestaría tanto en ayudarme con todo eso?—¿Y qué esperas que hag
Daniel detuvo el auto junto a la casa de Sídney y puso el freno de manos. Nicolás y Roxana se habían ido juntos y él había traído a Sídney a su casa como todo un caballero, en ese día había aprendido demasiado, más de lo que podía esperarse y era gracias a ella, cuando estaba con ella todo seguía su curso y parecía normal, ella lo hacía olvidarse e ignorar todo mal sentimiento que abarcaba su vida, ella lo hacía ser otra persona que no se esperaba ser.—Lo he pasado bien. —se giró a verla, le sonreía mientras se desabrochaba el cinturón de seguridad —. Tú también lo has pasado bien ¿verdad?—Sí, supongo —regresó su mirada al frente. —¿Te recojo en la noche?La verdad, la pregunta le sorprendió mucho a Sídney y era lo normal ¿quién se imaginaría que esas palabras saldrían de la boca de Daniel.—Sí. —contestó ella de golpe, no pensaba preguntarle el motivo ni el lugar de la invitación por si eso le hiciera cambiar de opinión.Las cosas siempre ocurrían por alg