Daniel se dirigía a su departamento después de haber acompañado a su padre y su hermano a la casa, llovía, pero eso no le importaba, era su primer día en su nuevo departamento y debía estar allí. La lluvia caía en una buena cantidad sobre el cristal de su auto y aunque no podía ver con mucha claridad el camino a pesar del funcionamiento del parabrisas, sabía dónde se dirigía.
Se encontraba ya a pocos kilómetros de su departamento cuando de pronto creó ver una figura en uno de los bancos que se encontraban junto a la gasolinera, estuvo a punto de pasar de largo, pero luego decidió regresar a ver de qué se trataba. Aparcó justo en frente de donde se encontraba la persona; al fin podía distinguirlo, pero estaba oscuro y no podía saber quién era. Rápidamente salió del coche y se acercó para saber que le pasaba, pero para su sorpresa de trataba de ¡una joven! Lo que faltaba, no quería estar en contacto con ninguna chica, pero tampoco podía dejarla allí, no se movía; pasó sus dedos por su cuello para probar su pulso y sí, seguía viva pero inconsciente. Suspiró durante un rato mientras procesaba lo que estaba a punto de hacer, no le quedaba de otra, lo haría y quizás mañana todo habrá vuelto a la normalidad y por esta vez tenía que salvarla y saltar sus principios. La tomó entre sus brazos y la metió en el asiento trasero de su auto con cuidado, regresó al asiento del conductor y a toda velocidad se dirigió a su departamento. Una vez llegado, bajó del coche y la sacó del auto, seguía inconsciente y todavía seguía lloviendo a cantaros y no sabía qué hacer con ella.Entró en la casa y la llevó directo al único cuarto de invitados que tenía; abrió el grifo de la bañera y la llenó de agua caliente, más tarde la metió en la bañera, la observó durante unos instantes, le parecía que había visto este rostro antes pero no se acordaba dónde ni entendía el por qué, dado que no se daba con chicas. Unos segundos más tarde ella se despertó inspirando hondamente como si acaba de salir de un lugar sin aire. Se sobresaltó al acordarse del último lugar donde se encontraba y al verse en un lugar que no conocía.
—¿Dónde est...?—se giró y vio a Daniel que estaba junto a la puerta muy preocupado y espantado—¿profe?¿Le había llamado profe? ¿Acaso era su…? O sí, debía ser una de sus estudiantes, pero ¿será que por eso le recordaba a alguien? Le parecía que era de algo más pero no había tiempo de pensar de qué era.
—¡Dios, tengo frío! —y mientras decía eso estaba tiritando encogiéndose por el frío.Daniel se acercó a ella y le tocó la frente para notar qué tan mal se sentía, estaba ardiendo y se preocupó aún más.—Por favor quiero que te salgas del agua y te cubras con la toalla—le entregó una— voy a buscarte algo para ponerte.—Gra...gracias—dijo muerta de frío.—Vuelvo en seguida.Daniel subió a su cuarto, abrió su perchero y buscó una de sus camisetas y un jersey con un chándal, no se le ocurría nada mejor, se pasó los dedos por su cabello mientras daba vueltas locas por la habitación, ¿y si había cometido un error al traer una chica a su casa? Pero tampoco tenía que ser tan malo ayudar ¿o sí? Pero es que era una chica ¿Cómo podía alguien como él lidiar con algo así? Esperó hasta que estuvo seguro de que ella había acabado de secarse. Regresó al cuarto de invitados, llamó a la puerta del baño, pero nadie contestaba. Abrió la puerta para ver que se encontraba sentada en el suelo con la toalla rodeándole el cuerpo, estaba tiritando de frio y ni siquiera podía ponerse en pie. Se acercó a ella y probando que no podía ponerse en pie, se tragó sus principios y la llevó en brazos a la cama, era tan delicada… la colocó cuidadosamente sobre la cama y le cubrió con un edredón, tenía la fiebre muy alta por lo que buscó por unos calmantes, la hizo tomarlos y la acostó. Estaba tan preocupado que le daba miedo que le sucediera algo, no sabía qué le pasaba y no podía forzarla a que le contara lo que sucedía; acercó una silla hacia la cabecera junto a ella, quería estar seguro de que los comprimidos realizaban su efecto. Ella tenía los ojos cerrados y con el paso del tiempo se le fue calmando la fiebre y dejaba de tiritar. Se veía tan bonita e incluso más que en sus sueños… ¡sus sueños! Sí, de allí la recordaba, pero ¿qué hacia ella aquí? No iba a creerse que haya sido una casualidad porque eso no existe para él, pero entonces ¿a qué venia todo eso? todo parecía tan raro que no lograba entender cómo estaban sucediendo las cosas de ese modo. Tenía las manos apoyadas en su barbilla mientras la miraba mejorarse.—Durante todo ese tiempo he vivido en una mentira—ella empezaba a hablar aun con los ojos todavía cerrados—el que creía que era mi padre, en realidad no lo es y mi madre se encargó de no contármelo—Daniel la estuvo mirando mientras hablaba—he estado soportando sus malos tratos durante toda mi vida creyendo que nos lo merecíamos mi madre y yo cuando no tenía por qué hacerlo—empezaban a resbalarle unas cuantas lágrimas de los ojos—no puedo seguir así.Daniel seguía observándola detenidamente, así que todo eso había sido por sus padres, no era feliz con ellos, pensó en secarle las lágrimas, pero no lo hizo, no se atrevía, más tarde le hablo.—Nunca se puede esperar que los padres sean perfectos, aunque se lo crean—habló con voz suave—he tenido algunos conflictos con mi padre, pero nunca he permitido que eso interfiera con alguna de mis decisiones. Nosotros mismos somos arquitectos de nuestro destino por lo que decidimos cómo queremos que sea, por lo que no hemos de dejar que otros la dirijan. En cuanto a tus padres—dio un suspiro—no sé por lo que estaréis pasando ni necesito saberlo, lo único que puedo hacer es asegurarte de que te quieren y que siempre hay una razón por la cual uno se arriesga a hacer algo, pero si los juzgamos antes de escucharlos corremos el riesgo de arrepentirnos cuando tal vez ya no haya oportunidad de solucionar las cosas, pero aun estas a tiempo.Sídney abrió los ojos y lo miró, sí que era un sabio, tenía razón en todo lo que había dicho.—No tienes que decirme nada, solo necesito que descanses y te lo pienses y ya mañana te llevo a tu casa si lo prefieres.—Gracias.—Descuida.Le echó una última mirada y confirmando que estaba mejor que antes, se puso de pie y se despidió. Subió a su cuarto e intentó descansar, había tenido un día larguísimo y bastante raro, eran las dos de la madrugada cuando se dejó caer en la cama y se puso a dormir, al fin podía hacerlo…Sídney se despertó sobresaltada, se observó a sí misma y miró alrededor donde se encontraba entonces se acordó de todo lo que había sucedido la noche anterior y se sintió avergonzada; miró el reloj que se encontraba en la cabecera y eran las ¡nueve! De la mañana, debía regresar a su casa, su madre estaría muy preocupada por no decir nada de su falso padre. Salió de la cama y se avergonzó aún más cuando se dio cuenta de que solo llevaba puesto la toalla, fue al baño a por su ropa, pero no la encontró, se acordó que el profe le había traído ropa suya así que regreso a la habitación por ella, las encontró sobre el perchero y se las puso; un pantalón chándal y un jersey enorme para ella, pero no le quedaban nada mal, no, para nada, solo parecía a una ¡vaca gorda! Se miró al espejo y se rindió, no le quedaba otra opción. Se peinó el pelo con sus dedos e hizo una cola mal hecha con algunos mechones sueltos.Salió del cuarto y se dirigió al salón donde encontró a Daniel de espald
Al día siguiente como de costumbre, Daniel se duchó, se preparó y subió a su auto dirigiéndose a la universidad. Cuando entró en la sala colocó sobre la mesa su maletín y comenzó con la clase hablando sobre lo último que impartió. De repente sin siquiera esperárselo, sus ojos se dirigieron hasta donde estaba Sídney y de repente todos los recuerdo regresaron a su memoria y sin darse cuenta se detuvo y estuvo observándola, tenía la mirada sobre su cuaderno, posiblemente escribiendo algo hasta que de pronto ella levantó la mirada y sus miradas se cruzaron, ella se asustó, nunca antes se había fijado él en ella ni en nadie, la estaba dejando en evidencia. Por suerte Daniel volvió en sí y continúo con la clase. Sídney se había alterado un poco, pero se sintió aliviada cuando él dejó de mirarla hasta que acabaron las clases. Pero lo que le pareció raro es que desde ese día no volvió a repetirse lo mismo, o sea, volvía a ser el mismo profesor frio y distante quien ni se acercaba ni
No entendía cómo había podido suceder, pero se encontraba en frente del hospital; no tenía a nadie hospitalizado y no se encontraba enfermo, pero allí estaba dispuesto a entrar. Quería subir a su auto y regresar a su casa, pero no podía, había algo que lo atraía hacia ese lugar que era difícil de describir ¿Por qué últimamente le sucedían cosas raras? Después de pensárselo durante un buen rato, decidió atravesar la puerta principal de dicho hospital, no sabía qué era concretamente lo que buscaba, pero seguía caminando mientras buscaba con la mirada algo que lo llamara la atención. Atravesó algunos pasillos hasta dar con un cuarto y vio algo que lo llamaba mucho la atención; a través de la pared de cristal podía ve a un señor enfermo acompañado de su esposa que estaba muy preocupada, parecían muy necesitados. Se conmovió y quiso ayudarlos, no entendía el por qué, pero habían sido los únicos que lo habían llamado la atención.Despacio entró en la habitación y las miradas de e
Ya, estaba decidido; no volvería a regresar a la universidad a no ser que quisiera volver a saber de ella, pero eso no iba a suceder, iba a estar lo más lejos posible de ella y si eso implicaba que tenía que unirse a su padre en la empresa, lo haría.Se encontraba en su departamento haciendo los últimos retoques de lo que le quedaba pendiente sobre la universidad, tenía que dejar todo en orden. De repente se estaba abriendo la puerta y Nicolás era el único que tenía la copia de la llave de la casa. Se abrió la puerta y allí entraba él, sonrió al ver que encontraba a su hermano y se acercó a la mesa donde se encontraba trabajando con el ordenador.—Hola broth—abrió la nevera y destapó un refresco volviendo a cerrar la nevera.—¿A qué se debe tu inesperada visita?—Sé que estas ocupado, pero necesito un libro para un trabajo de clase, ya sabes, hay que estudiar.—¿Seguro hermanito?—Claro, ¿por qué iba a pedírtelo si no?—Eso me pregunto, dado que no
El día amaneció interesante, la luz penetraba a través de su ventana. Tenía todo el tiempo que quisiera para seguir acostado, solo eran las ocho y media de la mañana de un sábado; pero las voces que escuchó que salían de abajo le hicieron levantarse y bajar a la cocina de donde procedían con solo su pantalón de pijama y un sin mangas blanco. Tenía suerte de no tropezar por las escaleras porque todavía seguía somnoliento y no paraba de frotarse los ojos, se paralizó sorprendido al encontrarse a su padre y a Daniel que se estaban dando la mano.—No, no, no—dijo frustrado acercándose a ellos—la última vez que estuvisteis de acuerdo me quedé sin niñera.—Porque no lo necesitabas—dijo Daniel tranquilamente. —Hola a ti también hermanito.—Solo tenía nueve años, cualquiera a esa edad lo necesitaría.—Pero aquí estamos y eres un hombre ya.—De acuerdo, ¿y esa vez que es? —dijo cruzándose de brazos.—Se va de viaje—concluyó su padre que parecía más satisfecho.
Ella accedió sin hacer preguntas, curiosamente confiaba en él y no entendía el por qué. Giraron unas cuantas calles hasta que él aparcó frente a un local. Bajaron del coche y entraron. Una vez dentro sonrió Sídney, se trataba de un lugar de juegos.—Apuesto a que no me ganas en una competición de baile. —la retó él mientras subía a la pista.—Yo no bailo.—Entonces déjame ganarte sin esfuerzo, venga, atrévete. —le ofreció su mano.—De acuerdo—se rindió.Depositó sus cosas sobre una silla y tomó su mano mientras era arrastrada hacia la pista.—¿Lista?—Cuando quieras.Nicolás puso la máquina en marcha y cuando comenzó a sonar la música, sus piernas comenzaron a moverse según les indicaban las luces de la pista. Sídney se partía de risa por su manera original de moverse, aunque ella tampoco lo hacía nada mal, al final de la primera ronda había un ganador.—No puede ser, ¡me has ganado! —se quejaba él.—Puesto que me dejas ganar…
Un mes, solo un mes menos de lo que debía haber pasado en la otra punta del país y había regresado; por vez primera en su vida no había sido capaz de mantener su palabra. Había regresado a su ciudad muy antes de lo previsto y no se había atrevido comunicarlo a su hermano, lo había fallado después de ser su héroe durante tanto tiempo. Había intentado cumplir su promesa, pero no lo había conseguido, no podía permitirse por más que lo intentara, confiar en ninguna mujer. Todas parecían tener segundas intenciones y no podía arriesgarse a fiarse. En tan solo cuatro semanas las había conocido en todas sus facetas y había afirmado que no estaba destinado a estar con ninguna de ellas. Lo había intentado por Nicolás, pero aun así no lo había logrado y se sentía fracasado. Ya fuera del aeropuerto en pie con su maleta en mano, miraba la calle
Daniel no pudo descansar lo suficiente en la noche, había muchas cosas que no paraban de darle vueltas por la cabeza y tenían que ver con Sídney y Nico, hasta ahora no entendía que ellos dos se dieran y sobre todo porque había hecho un trato con su hermano.Se dio una ducha tranquila, se cambió y se tomó una taza de café caliente. Su padre y su hermano hasta ahora no sabían que había regresado y tenía que hacerles una visita.Le preocupaba que su padre se diera cuenta de que de nada había servido su viaje, el cual se suponía que sería de tres meses como mínimo, pero solo había podido aguantar un mes, el cual le había servido para deducir que, aunque alguna chica se mostraba buena y simpática, en el fondo podía llegar a ser cualquier cosa, en síntesis, eran difíciles de fiar y eso se lo había hecho ver su madre. Todas le recordaban a ella y aunque quisiera evitarlo, no lo conseguía, aunque con Sídney era todo distinto y eso le asustaba porque no sabía casi nada de ell