Me levanté a las 9 al sonido de la alarma, la apagué casi inmediatamente para evitar que Kat se despertara. Ella necesitaba dormir. Me dirigí a la cocina, para encontrarme a Joseph cocinando unos huevos revueltos. Me recosté en el marco de la puerta y lo observé por un momento. El tipo era guapo.—Te me adelantaste—dije, acercándome a él para ayudar en algo. Me regresó a ver y me sonrió.—Perdona, me levanté algo temprano, estaba muriendo de hambre, me cansé de esperarlas así que me puse a hacer el desayuno—respondió, regresando su atención a los huevos en el sartén. —Te ayudo—sugerí, abriendo la refrigeradora para ver que teníamos. —Esto es lo último. Siéntate, ya te sirvo—respondió él, apagando la estufa. Lo miré por un momento y negué con la cabeza, mientras hacía mi camino a la mesa. Un minuto después, Joseph puso un plato con dos sándwiches, una porción de huevos revueltos y una taza de chocol
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