—¡Hey!—dije, poniendo mi bolsa sobre la mesa. Katie levantó la mirada de golpe sobresaltada ante el sonido de mi voz. Su reacción me causó algo de gracia, pero esto no duró mucho. Fue cuando noté su aspecto que dejé de sonreír.
—¿Está todo bien?—pregunté, sentándome al otro lado de la mesa. Me dió una media sonrisa mientras dejaba el celular a un lado. Katie era una persona muy alegre, no era normal verla triste. Al parecer había estado llorando y los círculos negros debajo de sus ojos, me decían que había dormido muy poco o en el peor de los casos: nada.
—Es solo que—empezó, bajando la mirada mientras lastimaba sus manos. No sé por qué cada vez que Katie se ponía nerviosa o ansiosa tendía a lastimarse los dedos y morderse las uñas. Noté como un par de sus uñas estaban más cortas de lo normal.—Aiden y yo tuvimos una fuerte pelea ayer. Él dijo muchas estupideces y luego empezó a hablar de ti. No pude soportarlo y terminamos gritandonos, se fue de mi departamento un poco después de las 12— añadió, mientras las lágrimas empezaban a resbalar por sus mejillas. La culpa empezó a fluir, no me gustaba ver a Katie llorar. No sabía por qué había empezado la pelea pero yo había sido una de las razones por las que esto había pasado. Me paré de mi asiento y me senté a su lado, dándole un abrazo.
—Shh, tranquila Kat, ya te llamará solo fue una pelea. Tal vez, ya estaba enojado cuando empezaron a hablar —intenté tranquilizarla, mientras le daba palmaditas en la espalda. —La gente tiende a decir cosas que no quiere cuando está enojada, ya sabes como es eso. Incluso tú, que normalmente evitarías un enfrentamiento, terminaste gritando—añadí, preguntándome cuál pudo haber sido el detonante. Aidan y Katie no solían pelear. Katie tenía un carácter bastante pasivo, por lo que evitar una pelea era prioridad para ella, solo aceptaba lo que Aidan decía o simplemente ignoraba sus comentarios. Aidan, en cambio, tenía un carácter un poco difícil. Se enojaba con bastante facilidad y decía las cosas de la manera más cruda, pero Kat parecía ser su talón de Aquiles. La trataba bastante bien, la verdad, y solía tener un poco de delicadeza al hablar con ella.
—Es que no entiendes—dijo Katie, entre sollozos— él dijo que no lo llamara, que necesitaba un tiempo. Que estaba harto de mi actitud.
—¿Qué?—respondí incrédula, abriendo la boca de par en par—¿con qué actitud?—añadí, casi gritando—el que tienes actitud de perro es él—terminé, sintiendo furia ante lo que escuchaba.
—Sé que no es el mejor, pero Charlie yo lo quiero, ¿qué se supone que haga ahora?—exclamó ella, mirándome con sus ojos café, ahora enrojecidos por el llanto. Suspiré ante mi impotencia. Aidan me iba a escuchar.
—Espérame aquí—le dije a mi Kat, mientras me paraba e iba al dispensador por un par de pañuelos. Cuando regresé la mesera estaba en la mesa tomando la orden.
—...con una limonada, por favor—escuché a Kat ordenar.
—Una ensalada campesina con una porción de papas fritas y una botella de agua, para mi— le dije a la mesera, mientras me sentaba. Mi madrina era vegetariana, por lo que le había cogido algo de gusto a los vegetales. Fijé la mirada en Kat, poniendo en sus manos los pañuelos. Sus lágrimas no paraban de salir, no sabía qué decirle, el tipo se había comportado como un completo idiota.
—Cuando salgamos de clase vamos a mi casa, no quiero que te quedes sola en el estado en el que estás—ordené, y cuando vi que iba a rechazar mi oferta, la señalé con el dedo índice y añadí—: y no puedes decir que no.
Sus lágrimas empezaron a cesar durante nuestra espera. Los pedidos llegaron unos 5 minutos después, lo que nos dejaba con unos 20 para comer—Cuéntame qué sucedió ayer—dijo Kat queriendo cambiar de tema, mientras le daba un gran mordisco a su hamburguesa.
—Pues, casi pierdo mi beca por conducir borracha y encima casi me endeudo de por vida— comencé, viendo como Katie ponía los ojos como platos. —Sino fuera porque el tipo del deportivo evitó el choque con un giro algo brusco, tu mejor amiga estaría vendiendo sus órganos para al menos obtener parte del dinero.—repliqué, riendo ante la expresión horrorizada de Kat. Baje mi mirada a mi plato, mientras recordaba la noche anterior. Me llevé el tenedor a la boca y noté que Kat estaba examinando mi cara.
—¿Es esa toda la historia?—inquirió, levantando una ceja. No podía esconderle nada, tampoco planeaba hacerlo, solo me había perdido en mis pensamientos.
—No, no lo es—le respondí, mientras abría la botella de agua y tomaba un trago. —el tipo del otro auto ofreció, por no decir que demandó, llevarme a casa debido a que estaba borracha—añadí. Observé como Katie preparaba un discurso sobre cómo debería tener cuidado con la gente. Tomé otro traguito y levanté la palma de la mano para callar a mi amiga antes de que empezara. —Aún no termino de contarte todo lo que tengo que contarte—dije.
—¿Hay más?—respondió
—El tipo es el hombre más atractivo que he visto en mi vida, y por si fuera poco no estaba solo, había otro más con su misma belleza.
—¡Vaya! que suertuda eres—dijo ella, con un deje de tristeza en sus ojos. Seguramente porque estaba recordando a Aidan.
—En fin, eso no es importante ahora—le dije quitándole importancia al asunto para contarle lo de la entrevista.
—¿cómo que no es importante?—espetó ella.—No es normal que hables de chicos de esa manera—terminó. Terminé mi ensalada, vi el reloj del restaurante y noté que faltaba 5 minutos para la clase.
—Vamos, llegaremos tarde—le dije, mientras agarraba mi bolso y me levantaba de la silla.
—Charlotte, no me ignores y cuéntame bien—lloriqueó Kat, casi saltando del asiento y agarrando mi brazo. Me alegró que haya olvidado el tema de Aidan momentaneamente.
—Es que no es importante, Katie. ¿recuerdas que había mandado mi curriculum a Rolland&Black? Bueno pues, me llamaron y ¡me entrevistarán mañana!—anuncié, sonriendo por la o que formó su cara cuando lo dije.
—¡Eso es increiiiibleeee, Charlieee!—chilló ella.
—Shh—la callé. Caminamos por un rato, mientras hablábamos de los mensajes que me habían llegado de mi ex-novio. Sentí que alguien me observaba de nuevo y me detuve. Examiné el pasillo y luego vi por la ventana. Me pareció ver a un hombre con una máscara y una capucha que miraba en nuestra dirección.
—¿Charlie?— dijo Katie. La regresé a ver. —¿Qué sucede?—preguntó.
—Sentí que alguien nos miraba, regresé a ver y ese tip...—empecé, pero mi voz se hizo un hilo, cuando noté que el tipo había desaparecido. —No es nada, vamos—terminé, sintiéndome bastante extraña. Era la segunda vez en el día que sentía eso, lo cuál no me dejaba tranquila.
Terminamos las clases unos minutos antes de las 5. No había podido concentrarme durante la clase, podía sentir que algo estaba mal. Alguien había estado observándonos justo antes de entrar a clase, lo había visto, pero un segundo después había desaparecido. Guardé las cosas en el bolso y espere por Katie, cuando salimos ví que Joseph estaba esperandonos recostado a lado del marco de la puerta con sus brazos cruzados sobre su pecho y la mirada perdida. Joseph era muy alto, un metro ochenta y algo siquiera, bueno la verdad es que todo el mundo es más alto que mi.—¡Joseph!—chilló Kat, mientras saltaba a abrazarlo. Joseph sonrió al escuchar a Kat gritar, posando sus ojos color miel en el bulto de cabello rojo que ahora estaba en su pecho.—Hola Kat&mda
Me levanté a las 9 al sonido de la alarma, la apagué casi inmediatamente para evitar que Kat se despertara. Ella necesitaba dormir. Me dirigí a la cocina, para encontrarme a Joseph cocinando unos huevos revueltos. Me recosté en el marco de la puerta y lo observé por un momento. El tipo era guapo.—Te me adelantaste—dije, acercándome a él para ayudar en algo. Me regresó a ver y me sonrió.—Perdona, me levanté algo temprano, estaba muriendo de hambre, me cansé de esperarlas así que me puse a hacer el desayuno—respondió, regresando su atención a los huevos en el sartén.—Te ayudo—sugerí, abriendo la refrigeradora para ver que teníamos.—Esto es lo último. Siéntate, ya te sirvo—respondió él, apagando la estufa. Lo miré por un momento y negué con la cabeza, mientras hacía mi camino a la mesa. Un minuto después, Joseph puso un plato con dos sándwiches, una porción de huevos revueltos y una taza de chocol
Estaba segura de que los ojos de Aidan no eran así, especialmente su color. Su mirada era fría y estaba vacía, no se comparaba con la mirada que tenía cuando veía a Kat, desconocía a esta persona. Sentí la urgencia de huir, gritar y llorar, pero no podía hacer nada de eso. Su mera presencia parecía consumir mi ser. Alzó la mano en mi dirección y por reflejo, cubrí mi cara con mis brazos, esperando algún tipo de golpe. Un estruendo se escuchó, abrí mis ojos y me encontré observando una alas blancas, que salían de una espalda bronceada. La figura se alejó del auto caminando hacia delante y permitiéndome ver un poco más, pude ver a Aidan intentando levantarse del suelo con lo que parecía ser sangre en su cara. Salí del auto y comencé a acercarme. Cuando la figura llegó donde Aidan estaba,
Me desperté sudando, miré a mis alrededores y noté que me encontraba sola en mi habitación. Cogí el celular y vi que el reloj marcaba las 2 de la madrugada. Solo había sido un sueño, me tranquilicé yendo a la cocina por algo de agua. Las tres últimas noches habían sido parecidas, aunque ahora estaba casi segura de que lo de los tipos en la casa y Blake apareciendo, no había sido solo un sueño. Aunque el hecho de que no tenía cicatrices en mi cuello, me hacía dudar. Me preguntaba si tendrían algún tipo de poder. Regresé a la cama tratando de olvidar todo, dispuesta a dormir pero el sueño no llegó, por lo que terminé poniéndome al día con la universidad. Alrededor de las 5, fui a descansar y me quedé dormida.La vibración de mi celular me desp
Puede ser que las pesadillas se hayan quedado a un lado. Sin embargo, sueños que involucraban a Blake sin ropa, en mi cama, habían estado muy presentes durante el fin de semana. Cada vez que tenía uno de esos sueños, me despertaba completamente sudada y necesitando más, hasta el punto que me había terminado satisfaciendo a mi misma un par de ocasiones. Dejando de lado eso, mi fin de semana fue bastante normal. Fuí a hacer compras el domingo en la tarde e hice algo de ejercicio, el cual había abandonado últimamente.
BlakeDiscutíamos un caso importante mientras regresabamos a la ciudad, nos había tomado alrededor de 4 horas regresar a la Capital, lo que en realidad era demasiado. Hubiese sido muchísimo más rápido solo ir volando, pero habíamos decidido evitar el uso de nuestros poderes a menos que sea estrictamente necesario. Especialmente, porque no podíamos dejar que nuestra existencia sea revelada. Por ahora, no era necesario que nos escondieramos de los de nuestra especie, pero nos quedaban solo alrededor de 3 años, sin convertirnos en completas parias. Las reglas en nuestro mundo se habían vuelto algo estrictas, habíamos quebrado un par de reglas, razón por la que habíamos terminado en la tierra, pero seguíamos vivos.Sentí el peligro un segundo antes de que
Habían pasado 36 horas sin saber de la pequeña, lo que era normal, ya que éramos prácticamente desconocidos, pero quería saber si estaba bien, si es que los tipos habían vuelto y si es que recordaba algo. Sin embargo, mantuve bajo control mis impulsos de ir a su casa, ya que era lo único que sabía de ella con certeza. No había sido fácil, pero Stefan me había dicho que debería mantenerme lejos de ella, al menos si quería que estuviese a salvo. Su inmunidad a nuestras habilidades a excepción de algunas la hacían peligrosa a pesar de ser una simple humana, sin mencionar, que podría ser confundida por un mestizo y si ese es el caso, su vida estaría en peligro.Terminé de firmar un par de papeles y me dirigí a la cafetería que se encontraba frente a la entrada del ed
CharlotteLlegué a casa exhausta por el día tan ajetreado que había tenido. Literalmente, no había descansado desde que me levanté. Me apresuré a tomar una ducha, muy pronto Blake estaría aquí. Cuando salí del baño, el timbre de la casa sonó. Una sensación de nervios pasó por mi abdomen cuando bajé la mirada y vi la toalla rodeando mi cuerpo. Recordé lo que Blake había dicho, el día que estabamos viendo la película, definitivamente no era buena idea abrirle así, aunque me tentaba saber cuánto control tenía.—Charlotte—gritó Blake desde afuera, haciéndome pegar un pequeño salto.—Entra—grite, mien