Hailee había despertado una hora después de que se desmayara. En cuanto se levantó, Stefan se comunicó conmigo para que hablara con ella un poco ahora que estaba más calmada. Me apresuré a ir a su habitación. En cuanto llegué Stefan se levantó con el objetivo de irse. Sentía cuan feliz y triste estaba. Sabía que estaba preocupado por Blake, pero también estaba preocupado por las posibles acciones que pudiese tomar Hailee. “Cuídala y no permitas que haga ninguna locura”, pidió. Asentí y se retiró.
—Stefan me ha contado lo tuyo con mi hermano —empezó ella. Me sonrojé inmediatamente.
“Lid, es hora. Tenemos que empezar”, murmuré. De nuevo, no obtuve respuesta. Regresé a verla y me acerqué a ella para atraer su atención. —Lid —llamé, tomándola del hombro y dándole la vuelta. Sus ojos estaban envueltos en llamas.—¿Qué pasó Lid? —pregunté, olvidándome que teníamos que poner en marcha nuestro plan. —Yo... —comenzó, pero una voz irrumpió en mi mente. “Charlotte, estamos en posición”, por lo que la detuve con la mano. Me alejé rápidamente de Blake y miré hacia la fuente del grito. Uno de los hijos de los líderes que había estado en un principio peleando contraAidany Kat,en el suelo juntoAidan, a su lado Kat estaba llorando. Mande varios rayos y fuego a los líderes para mantenerlos bajo control y que no pudiesen escapar. Miré a Blake y examiné su cuerpo. Tenía fuego de infierno, pero solo lo estaba debilitando no era nada grave. Fije mi mirada en Stefan, quien estaba ahora libre. De hecho, miré a mi alrededor y todas las peleas habían cesado. Noté que todos estaban viendo los recuerdos que les habían compartido. “Cura a Blake, iré por Kat y Aidan”, informé. Él asintiCapítulo 86
CHARLOTTEMe desperté y vi a Blake sosteniéndome. —¡Blake! Eres tú, gracias al cielo. ¿Qué me pasó? —cuestioné, emocionada por el hecho de tener a Blake de nuevo a mi lado.—Ya has llorado mucho, pequeña. Tranquila. — dijo Blake. ¿Llorar? Traté de recordar con exactitud qué fue lo que había pasado, pero lo último que estaba en mi cabeza era que todo el mundo se estaba enterando de la verdad. Me quedé un par de segu
Había aprendido dos cosas en mi vida: la primera, que el alcohol solo trae problemas y la segunda, manejar borracha no es una buena idea, claro que esto se resumía a un "no beber". Esta última le habia costado la vida a mi madrina Kimberly, pero ahí estaba yo, tratando de volver a casa en el viejo auto que me habia dejado mi madrina, después de haberme pasado de tragos. Afortunadamente, no habían muchas casas a las afueras de la capital, por lo que la cantidad de autos circulando por la zona era mínima. El sonido del celular llamó mi atención, regresé a ver el asiento del pasajero y pude notar un mensaje de Katie, mi mejor amiga. Noté que faltaban unos minutos paras las 12. Habíamos salido a beber, para celebrar mi vigésimo cumpleaños, que de hecho era mañana, y ella me preguntaba si ya había llegado a casa. Decidí llamarla para hacerle saber que me faltaban por lo
—Puedo sentir tu mirada en mí—dijo, mientras sonreía aun más. Sentí como mi cara empezaba a arder, maldije en silencio y volteé la cara.— Aquí en la Avenida, gira a la derecha. Vivo a las afueras, más alla de la Policía—dije, sin saber que más decir. Me había atrapado viendolo descaradamente. Puedo imaginar la cara de estúpida que puse al verlo. Lo poco que había visto, gritaba perfección. Envié todos esos pensamientos a un lado y decidí llamar a Katie. Cogí el celular, fuí a llamadas recientes y marqué. Contestó casi enseguida.—Estuve a punto de tener un maldito ataque, ¿que carajos pasó?—gritó, desde el otro lado.—Cálmate Katie, estoy bien, ya estoy regresando a la casa—le respondí, mientras ví que pasamos la estación. Estoy cerca.
Sentí algo caliente bajar por mi cuello, la hoja del cuchillo había cortado mi piel cuando grité. Empezaba a perder la consciencia, no sabía que tan profundo había sido el corte, pero al parecer era lo suficientemente grave como para desmayarme. Pude ver como la sala de estar se iluminaba, parece que mis captores decidieron encender la luz, pensé. Luego, escuché como la ropa se rompía. No podía creerlo, iba a ser violada y no podía hacer nada para deternerlo, a duras penas podía moverme y se me hacía casi imposible abrir los ojos. Escuché muchas voces y gritos. No entendía que decían. Intenté ver lo que sucedía una vez más y vi algo parecido a unas alas blancas. Una voz en el fondo dijo algo, pero apenas pude escuchar. Un olor familiar llegó a mi nariz y justo antes de quedar inconsciente podría jurar que vi la cara del Dios griego 1.Desperté en mi cama al sonido de la alarma, con la cabeza que se me rompía del dolor. Cogí el celular y lo apagué—Nunca más volveré
—¡Hey!—dije, poniendo mi bolsa sobre la mesa. Katie levantó la mirada de golpe sobresaltada ante el sonido de mi voz. Su reacción me causó algo de gracia, pero esto no duró mucho. Fue cuando noté su aspecto que dejé de sonreír.—¿Está todo bien?—pregunté, sentándome al otro lado de la mesa. Me dió una media sonrisa mientras dejaba el celular a un lado. Katie era una persona muy alegre, no era normal verla triste. Al parecer había estado llorando y los círculos negros debajo de sus ojos, me decían que había dormido muy poco o en el peor de los casos: nada.—Es solo que—empezó, bajando la mirada mientras lastimaba sus manos. No sé por qué cada vez que Katie se ponía nerviosa o a
Terminamos las clases unos minutos antes de las 5. No había podido concentrarme durante la clase, podía sentir que algo estaba mal. Alguien había estado observándonos justo antes de entrar a clase, lo había visto, pero un segundo después había desaparecido. Guardé las cosas en el bolso y espere por Katie, cuando salimos ví que Joseph estaba esperandonos recostado a lado del marco de la puerta con sus brazos cruzados sobre su pecho y la mirada perdida. Joseph era muy alto, un metro ochenta y algo siquiera, bueno la verdad es que todo el mundo es más alto que mi.—¡Joseph!—chilló Kat, mientras saltaba a abrazarlo. Joseph sonrió al escuchar a Kat gritar, posando sus ojos color miel en el bulto de cabello rojo que ahora estaba en su pecho.—Hola Kat&mda