Su vida, definitivamente no iba caminando por donde le hubiera gustado, y todos sus sueños y anhelos, que a lo largo de la vida habían quedado frustrados, los seguía arrastrando consigo porque el dolor la había hecho más fuerte, según sus seres queridos, aunque, en el fondo, ella estaba segura de que todo era por no haber superado sus rencores. Tenía desventuras para contar cada noche por al menos un par de meses y, a como veía la vida, podría llenar un calendario anual de todos sus malos ratos. Estaba segura de que tenía mala suerte, que había nacido bajo la peor estrella, si es que le había tocado alguna, pero su madre decía que no debía de quejarse, que seguramente muchas jóvenes querrían tener su “mala suerte”, que, definitivamente, su madre no pensaba era mala, se le notaba en la cara. “Tú atraes tu mala suerte”, había escuchado eso también, pero no le cabía en la cabeza semejante idea; es decir, lo único que ella deseaba era que las cosas fueran bien y tener un poco de felicid
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