-¡Rápido!, ¡Se escapan!.
Los grupos de guardias, que corrían a mitad de la noche, alarmaron a todo el pueblo. La gente cerraba sus puertas y ventanas; mientras los oficiales buscaban a los fugitivos. -¡Sigamos! - adelantado a los demás, las luces de las lamparas sombreaban su cuerpo de amarillo; a la vez que llamaba a los que corrían por detrás. En ese tiempo, no había nadie que no supiera acerca de la banda de ladrones que se había hecho su nombre en toda la región. Con solo escuchar el alboroto, era un claro aviso que se habían vuelto a salir con la suya. -¡Vamos! ¡Vamos!. El sonido de los pasos y el tintineo de la armadura hacían eco por las oscuras calles. El sonido duró hasta el día siguiente. El sol ya había salido y las personas comenzaron sus labores, cuando los guardias aún seguían pasando; sin embargo, la tensión ya había disminuido. Un joven, que acababa de despertar, abrió la puerta de su casa y se asomó para ver la situación - ¿volvieron a venir? - le preguntó a su vecina del frente, quien se esmeraba en barrer la calle. Deteniendo la escoba entre sus manos, está lo vio con los ojos muy abiertos - ¿no escuchaste anoche?. -no - sonrió torpemente al responder - me quedé dormido. La señora negó con la cabeza; a la vez que retomaba su labor - Los guardias los sorprendieron ayer robando a una de las familias ricas, pero se les escaparon de nuevo. -¡¿Enserio?! - la sorpresa hizo que su voz se elevara. -¡cállate niño! - la señora lo regañó por lo bajo. Apretó fuertemente el palo de escoba; al mismo tiempo que giraba su vista lado a lado - ¿no ves que andan los guardias cerca?. El joven enderezó su espalda y vio el camino - no veo a ninguno - después, preguntó curioso - pero dígame, ¿a quién robaron?. Echando un vistazo antes de inclinarse ligeramente hacia el frente. Como queriendo acercarse más al joven. Puso una mano a un lado de su boca y susurró fuertemente para que él la escuchara - a los Alvarado. Isaac sabía que ella no se podía resistir a contarle; por eso madrugó para salir y preguntarle - ¿los Alvarado? - su rostro era de pura curiosidad - ¿no que su casa estaba bien protegida y que nadie podía entrar?. La señora bufó - lo mismo dije yo cuando me enteré - arrugó su boca haciendo un ligero puchero para luego mover los hombros adelante y atrás mientras decía - Muy riquilla podrá ser la señora, pero nada de eso la ayudó anoche - en un tono burlón y de envidia. Luego, cubrió la punta de la escoba con su puño, acercándolo a su boca - Esa banda Hojarasca - así se hacía llamar la banda - han estado arrasando con toda la gente rica - suspiró - eso es lo bueno de ser pobre, no tengo nada para que se lleven. Con esas últimas palabras, Isaac río alegremente. Sin darse cuenta cuando una presencia llegó a sus espaldas. De repente, sintió como una mano tocaba su hombro. Sobresaltado, la risa se le fue en un instante - ¿Matias?, ¿por qué estas despierto tan temprano?. El joven detrás de él respondió - Su escándalo me despertó - luego, dirigió su vista a la señora antes de volverla a Isaac - Hermano, ¿de qué hablaban?. El joven mayor, suspiró antes de palmear la espalda de su hermano - Nada, vamos a dentro. Se despidieron de la señora dejándola barrer tranquilamente. Luego cerraron las dos puertas de madera que daban lugar al pequeño patio de su casa. Desde fuera, la casa se veía como cualquier otra, simple y desgastada; pero eso no les impedía tener algún que otro tesoro escondido. A parte de la cocina, solo tenían una habitación más donde dormían tres personas.Después de entrar, caminaron juntos por el patio hacia el lado derecho con dirección a la cocina. Los hermanos iban abrazados con un brazo encima del hombro. Pasaron hasta quedar desprotegidos por la sombra del árbol situado al otro costado del patio. Justo a un lado de la puerta de la cocina se encontraba un gran recipiente, casi del tamaño de una persona, lleno de agua. En su cima, flotaba de un lado a otro una totuma, su color café resplandecía con la luz de la mañana. Al entrar, ambos jóvenes se separaron. Matias, llegó al lado del niño sentado a la mesa - ¿despierto tan rápido? - se sentó y tomó un pan del plato del chico. Dando un gran bocado, el chico habló con la boca llena. Las palabras apenas entendibles - me moría de hambre. Isaac, hermano mayor de los chicos, había tomado el papel de padre desde que eran muy jóvenes - Traga antes de hablar - regañó, la molestia se hizo notar en sus rasgos sutiles. El chico, regresó su vista al plato y asintió energéticamente; mientras masticaba con vigor. Isaac cerró la puerta de la cocina tras él, antes de tomar asiento justo frente a los jóvenes - todo salió como esperábamos - su voz no era alta, tenía el volumen necesario para que lo escucharán sin problemas. Matias mostró una enorme sonrisa - ¿cuando no ha salido bien?. El chico, vio a Matías y asintió en acuerdo; a la vez que seguía masticando. Isaac, no pudo evitar sonreír mientras veía la tranquilidad que rodeaba a sus hermanos. Sus padres fallecieron por el cólera morbus cuando él solo tenía quince años, su hermano Matías era un chico de diez años en ese entonces; mientras que el más joven, Samuel, solo tenía cinco. Con mucha dificultad logró saciar el hambre por la que pasaban; sin embargo, no necesariamente por el buen camino.Samuel, tragó con dificultad y levantó un pulgar -¡Hojarasca está causando temor! - alagó alegremente. Dándole un golpe en la cabeza, Matías regañó - Cállate tonto, te escucharán. Molesto, el menor le dedicó una mirada seria - ¡oye! ¿Por qué me golpeas?.Cara a cara, los dos se fulminaban en un duelo de miradas; cuando Isaac los interrumpió - suficiente - dijo tranquilamente - Tendremos que vender las cosas de valor lo más pronto posible - luego añadió - no vaya a suceder que a los guardias se les ocurra hacer una inspección en todas las casas y nos descubran. -Descuida hermano, todo está muy bien escondido - haciendo un ademán con la mano, el despreocupado Matías habló - nuestros movimientos no dejaron seña, fueron tan sutiles como una hoja caída - agregó. Efectivamente, el nombre de Hojarasca se lo habían ganado por ser tan precisos y sutiles; que incluso, ni en una habitación llena de personas se darían cuenta del asedio hasta ya concluido este - no esta de más ser prevenidos - agregó Isaac, sumamente preocupado. En estos momentos, él contaba ya con veinticinco años; de tal manera que la experiencia lo advertía a través del miedo. -¿pero no escuchaste a doña Esmeralda? - volvió a decir Matías - que los guardias no pudieron seguir su paso, ellos no sabrán en dónde estamos. Cerrando su mano en un puño, Samuel la elevó con orgullo - ¡somos tan geniales!. Rápidamente, Matías volvió a golpear su cabeza - Cállate. Las cejas de Isaac estaban fruncidas; mientras dedicaba una mirada seria a sus dos hermanos - ¿qué tenemos de genial? - dijo, al mismo tiempo que entrelazaba sus dedos y colocaba sus manos sobre la mesa. El camino que había elegido cuando era joven no fue precisamente el correcto; más bien, lo eligió por ser la salida más fácil y rápida. Pero eso no quería decir que él no supiera del mal que hacía; por tal motivo, solo se dedicaban a robar a los que verdaderamente tenían una gran riqueza. Aunque eso no impidiera que la gente humilde les tuviera miedo. Los hermanos regañados, guardaron silencio ante la rígida mirada que Isaac les propinaba. Al verlos con la cara de perro regañado que ambos expresaban, éste dejó salir un largo respiro; el cual le brindó la tranquilidad que necesitaba. Levantó más el rostro y estiró los labios mostrando sus dientes con una gran sonrisa - Bien, ¿de quien es el turno de hacer el desayuno? - preguntó.Matias y Samuel voltearon sus rostros para quedar frente a frente. Después de una larga mirada, como si se hubieran puesto de acuerdo mentalmente, fijaron su vista en Isaac y juntamente dijeron - ¡a ti!. Realmente no se esperaba esa respuesta; de tal manera que sus ojos se abrieron mientras sus gestos se paralizaron por un momento. Desenroscó sus manos para luego levantar una y señalarse con un dedo - ¿a mí? - ambos asintieron al unísono. Luego, Isaac río alegremente - bien, lo haré yo - concedió. Luego, Matías hizo señas con su cabeza hacia Samuel. Indicándole que debían salir. Isaac los vio alejarse desde la cocina; mientras ellos platicaban entre sí, calladamente. Desde su posición, solo el siseo de sus voces podía ser escuchado. Cuando desaparecieron de su vista, se levantó. Empujando su silla hacia atrás, produciendo un ligero rechinido de la madera vieja que la componía. Casi todas las cosas que se podían ver a simple vista eran viejas. Necesarias para aparentar la riqueza en
Al escuchar eso, internamente, la cara de Isaac se iluminó. Enderezó su cintura, alzando su cabeza en lo alto. Sobresaliendo a través de los cuerpos bajos de todas las damas - Disculpen, ya me tengo que ir - giró su cuerpo y comenzó su marca. Con grandes zancadas, rápidamente llegó ante las puertas de su casa; las cuales, poniendo ambas manos, una en cada lado, empujó haciéndolas abrirse de golpe. Después de dar unos pasos dentro, las puertas regresaron a su lugar debido a la fuerza ejercida. Este, se giró sólo para darles un leve empujón y que se terminarán de cerrar. Las ramas del árbol se agotaron con el viento que produjo al pasar tan rápido. Haciendo que una hoja volará hasta alcanzarlo y tranquilamente depositarse en su hombro. Frente a la puerta de la cocina, en la pared de lado derecho, había una puerta de madera. Carcomida por los insectos. Con pequeñas púas sobresalientes. Isaac, abrió la puerta haciendo que los que estaban dentro del lugar se sobresaltaran. Sin prestarle
Al salir, su visión se encontró con el desolado patio. Giró su cuello al lado derecho. La puerta de la cocina estaba abierta; sin embargo, no había nadie dentro. Las sillas estaban vacías separadas de la mesa como si esperaran por alguien que llegara a ellas. Pero ese alguien no fue Isaac. En su lugar, caminó en dirección hacia ellas; pero un poco antes de llegar a la puerta, sus pies giraron a un lado. Donde las paredes de la habitación y la cocina se entrelazaban. Entre todas las tablas viejas y descascaradas que parecían que podían romperse con el menor movimiento, había una de ellas similar a las demás. Solo por el hecho que Isaac tenía el conocimiento previo sobre esa tabla era que notaba la diferencia invisible para los ojos humanos. Parado frente a la pared de la cocina. Subió una mano, colocándola entre la unidad de las paredes. En una mínima rendija de la tabla metió sus uñas en ella, empujando sus dedos hasta que fueron capaces de caber completamente.Ejerció un poco de fue
Dylan llegó a la cama del lado derecho. Se volteó y se lanzó. Cayendo sobre la persona que dormía plácidamente en ella. Su espalda aplastó la del otro. Haciéndolo despertar de un brinco. Los cabellos amarillos quedaron completamente a la vista; mientras Tomas intentaba zafarse del peso que lo aprisionaba - ¡muévete, maldito hijueputa! - su voz era de furia; pero aun así logró mantener el volumen bajo.Los labios de Dylan mostraron sus dientes cuando una sonrisa satisfecha apareció en ellos. Sin perder tiempo, se levantó. Pasó cerca de la cama del medio donde estaba Matías. En el proceso, estiró una mano. Tocando con tres dedos el pecho de este, despertándolo. Luego, rodeó el borde de la cama. Metiéndose en el pasillo en medio de las ellas. Cuando llegó al otro lado, dejó caer su pesado cuerpo sobre el bulto cubierto.Sin embargo, para su sorpresa, la persona bajo el no se movió; en cambió, emitió un ligero suspiro como si siguiera sumergido en un agradable sueño. Matías a un lado, se
Con la espalda casi pegada a la pared, la vista frente al balcón. Bajó un pie para luego colocar el otro frente a este sobre la misma grada. Con cada escalón que bajaba se detenía por un segundo. El silencio era abrumador, tanto que en sus tímpanos podía escuchar el silbido del viento. Una sensación extraña subía a su pecho cada vez más cerca de su corazón.Conforme bajaba cada escalón la vista se iba ampliando ante él. Largos sofás, con acabados de madera a sus costados, estaban situados frente a la puerta. Varias cajoneras adornaban el espacio entre cada uno; sin embargo estas no estaban adornadas por nada. Por qué los artículos de valor que mantenían en ellas ya habían sido saqueados con anterioridad, quedando solo la marca en la madera donde solían estar. Cuando llegó a la última grada, caminó frente a un gigantesco mueble igual de vacío. Puesto a un lado de las gradas; de tal manera que al pasar por la puerta principal quedara a la vista el esplendor de los artículos de oro que h
Todos comenzaron a apresurarse. Ante él las personas corrían alocadas; mientras que su propio cuerpo no podía reaccionar. Isaac se quedó paralizado por un tiempo hasta que vio el rostro de su hermano ante él. El sudor corría por su cuello, sus ojos estaban húmedos y abiertos grandemente, un profundo temor se podía ver en ellos. En ese momento Isaac se dio cuenta de la situación; así que rápidamente suprimió sus emociones para dejar su cabeza fría.Se acercó a Samuel. Con una mano sujetó la camisa de este de la parte del hombro. Envolvió sus largos dedos en la tela, arrugándola hasta casi romperla - ¡rápido! - hizo una señal con su cabeza - ¡entren al hoyo! - Lucas estaba a punto de abrir la abertura en la pared por donde habían entrado; mientras que Dylan esperaba a su lado, cuando sus movimientos se detuvieron. Giraron sus rostros para ver a Isaac. Con toda calma este dijo - puede que nos estén esperando afuera, es más seguro por este lado.La mirada en los jóvenes se suavizó cuando
Mientras corrían, una tropa de guardias se acercó corriendo por el lado opuesto. Uno de ellos vio a los cuerpos sobre el tejado y los señaló - ¡POR AHÍ! - su estruendosa voz resonó en las calles. Los guardias que estaban en la casa se acercaron pronto a ellos. Formando un nuevo grupo más grande.-Mierda - la palabra pasó por los dientes apretados de Isaac. Estaban en la mira, les sería difícil perderlos; así que Isaac tomó una decisión - ¡DESVIENSE! - meneó su mano, moviendo el viento con ella; a la vez que los de enfrente lo miraban de soslayo - ¡HACIA EL OTRO LADO!.En lugar de seguir por las casas que estaban a las esquinas del camino. Doblaron a la izquierda saltando al lado opuesto por donde los guardias los seguían. Fueron a tomar la siguiente cuadra donde el camino estaba despejado; pero no por mucho tiempo. Tan solo al otro lado, los guardias se apresuraban a doblar la esquina; mientras ellos corrieron en dirección opuesta como si sus intenciones fueran regresar a la mansión.
La mano de Dylan se quedó en el aire. Sus ojos se ampliaron cuando giró su rostro hacía Isaac con una expresión sería. No dijo nada. Simplemente se recompuso y esperó a que Isaac actuará.-Tú - señaló con su cabeza a Matías. Evitó decir su nombre para no revelar la identidad - enciende la vela.Matías se dio la vuelta; pero no dio ni un paso lejos cuando Dylan habló - Espera - su voz estaba alterada - yo lo haré - Luego, se giró y comenzó a caminar por la habitación. Sus manos tocaban con precaución cada cosa que se encontraba. Rodeó todo el lugar en busca de la vela hasta que su pierna chocó contra un objeto que se arrastró en el suelo por la fuerza del empuje. A tientas, movió las cosas encima. Tardó un tiempo ahí hasta que logró encender la vela que estaba en esa mesa.Isaac esperó, escuchando atentamente los movimientos que producía Dylan a sus espaldas. Hasta que la habitación se iluminó. Sus ojos se ampliaron con sorpresa cuando el cuerpo en el suelo