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capítulo V: el botín está casi en sus manos

Dylan llegó a la cama del lado derecho. Se volteó y se lanzó. Cayendo sobre la persona que dormía plácidamente en ella. Su espalda aplastó la del otro. Haciéndolo despertar de un brinco. Los cabellos amarillos quedaron completamente a la vista; mientras Tomas intentaba zafarse del peso que lo aprisionaba - ¡muévete, maldito hijueputa! - su voz era de furia; pero aun así logró mantener el volumen bajo.

Los labios de Dylan mostraron sus dientes cuando una sonrisa satisfecha apareció en ellos. Sin perder tiempo, se levantó. Pasó cerca de la cama del medio donde estaba Matías. En el proceso, estiró una mano. Tocando con tres dedos el pecho de este, despertándolo. Luego, rodeó el borde de la cama. Metiéndose en el pasillo en medio de las ellas. Cuando llegó al otro lado, dejó caer su pesado cuerpo sobre el bulto cubierto.

Sin embargo, para su sorpresa, la persona bajo el no se movió; en cambió, emitió un ligero suspiro como si siguiera sumergido en un agradable sueño. Matías a un lado, se colocaba sus zapatos; mientras veía la escena. No pudo evitar reír. Entonces, un poco frustrado, Dylan levantó el torso ligeramente para luego dar un golpe hacia abajo provocando que Samuel abriera los ojos grandemente por el dolor en su estómago.

En vista del gesto de dolor en su hermano. Isaac no pudo soportar que siguieran dañándolo; así que habló desde la puerta - ¡vamos!, ¡apresúrense! - las horas seguían corriendo y la noche se iba con ella. No podían perder más tiempo jugando.

Instigados por el mayor al mando, pronto cada uno terminó de tomar sus cosas. Cuando los vio casi listos, Isaac salió de nuevo al patio y ahí esperó a que cada uno saliera. Levantó su vista al cielo. La luna aún seguía cubierta haciendo difícil adivinar qué momento de la noche era.

-hermano - una suave voz lo llamó. Isaac bajó su cabeza - ya estamos listos - avisó la voz.

Isaac asintió, luego fue hacía el borde de la pared. Estiró sus manos para agarrar la orilla antes de dar un salto y subir con agilidad. Después, comenzó a correr por la línea del angosto muro. Los pasos lo seguían desde atrás. Solamente podían escucharlos aquellos que tuvieran un oído extremadamente agudo. Cuando la pared terminó, saltó al techo. Viendo detenidamente en donde colocaba sus pies. Poniéndolo solo en lugares estratégicos donde las columna que sostenían el techo soportan con su peso

Al llegar al final de su casa. Sus pies abandonaron lo sólido para atravesar un espacio vacío hasta caer en la siguiente casa. Mientras iba corriendo, quitó de su brazo derecho un trapo negro envuelto en el. Lo estiró con sus manos para luego meterlo sobre su cabeza. Lo estiró hasta abajo de su cuello; de esa manera, tapando todo su rostro, dejando solamente descubiertos un par de ojos tan oscuros como la misma sombra que cubría los cuerpos moviéndose por la noche.

Al correr hubo un momento en donde las casas no seguían el camino que ellos deberían tomar; así que saltó a la calle, corrió por tan solo unos pasos antes de volver a saltar al techo de la siguiente casa. Un perro en el patio de esta se sobresaltó al principio; pero solo pudo dar varios ladridos antes de que volviera a quedar completamente solo de nuevo. El aire en sus oídos silbaba velozmente; mientras que su cuerpo seguía aumentando la velocidad a cada segundo.

Saltaron por muchas casas hasta que ante sus vistas comenzaron a ver las grandes paredes emergiendo desde el horizonte. Grandes bloques separados por finas líneas de cemento, unidos uno tras otro hasta formar una enorme mansión. La vista desde el techo de las casas era espléndida. Con solo acercarse un poco más se podía sentir la atmósfera asfixiante de la tremenda construcción que hacía sentir a cualquiera el peso de cada pared sobre sus pequeños cuerpos.

Isaac detuvo sus pasos sobre la casa a un costado de la mansión. Dobló una rodilla y se acuclillo. Sosteniéndose de las tejas con una mano. Detrás de él, su tropa esperaba el siguiente movimiento. Caminó con la espalda doblada siguiendo la línea de la pared. Dirigiéndose hacia arriba del techo inclinado. Cuando llegó a la punta. Antes de comenzar la bajada hacia el lado contrario, saltó. El muro era tan grande que sus manos apenas llegaron a sostenerse. Luego, apoyando un pie en un hueco de la pared, se impulsó. Al lograr subir su cuerpo, no perdió más tiempo; de tal manera que saltó. Cayendo directamente sobre la terraza que daba vista a una de las ventanas. Las dos puertas de cristal estaba cerradas. El marco de madera fina emitía un olor a bosque; mientras que la cortina blanca bloqueaba el interior.

Cuando los pies de Isaac tocaron el suelo, inmediatamente se agachó. Moviendo sus rodillas dobladas llegó a un lado de la ventana; mientras que Lucas se movió al lado contrario. En cada operación, cada uno tenía claros los actos que le correspondía hacer. Cada detalle estaba sumamente calculado con antelación; por lo tanto, los únicos en esa posición eran ellos dos. Mientras el resto ya habían tomado su propio camino.

Isaac vio entre las sombras que delante de él solo había una figura. Dirigió su vista hacía la pared; pero solo la oscuridad vacía apareció ante él. Una inmensa preocupación mezclada con cierto enojo fueron creciendo en su pecho. Apretó los labios. Su vista se topó con la de Lucas. Movió su cabeza haciendo una señal.

Inmediatamente, como si eso fuera lo que esperaba, Lucas dio dos pasos largos al frente. Quedando junto donde las dos puertas de cristal se unían sellando el paso. Subió una mano y sacó algo de su espalda. Isaac pudo ver el destello que produjo la navaja cuando Lucas la presionó contra la puerta. La metió entre la línea divisoria de los marcos. Desrizándola lentamente hacia arriba. Cuando llegó al picaporte este presentó una complicación. Ejerciendo un poco más de fuerza, la manija poco a poco fue dando vuelta hasta que la puerta se abrió. Lucas, volvió a guardar la cuchilla en su pantalón, luego de un salto regresó a su lugar.

En un instante sus miradas se encontraron. En un entendimiento tácito, los dos levantaron una mano. Empujando las dos puertas al mismo tiempo. Lentamente, la cortina fue empujada con ella, como si el viento travieso había cometido el accidente de abrirlas. El interior estaba en silencio. Una cama vacía adornaba se ocultaba de ellos. Agachados ambos entraron al recinto. Después, cerraron las puertas nuevamente antes de enderezar su postura. Echando un vistazo alrededor, Isaac notó que la puerta que daba al pasillo estaba abierta. Con precaución se pegó a la pared, arrastrando su espalda llegó a ella para verificar el exterior.

Vio a travez de la rendija que producía la puerta. Las luces seguían apagadas. El silencio inundaba el pasillo dándole la certeza que no había nadie despierto. Entonces, cambió de posición. Pasando con un largo y ligero paso hacia el lado donde se abría la puerta. Subió una mano, tocando a puras penas la madera. Abriendo el espacio suficiente, para pasar; así se deslizó adentro, con cuidado de no topar su pecho en las esquinas en el proceso.

Una vez ahí, encorvó su espalda y flexionó sus rodillas; de tal manera que se movía lo más pegado al suelo, posible. Aunque no escuchaba el más mínimo sonido mientras se movía; sabía muy bien que Lucas seguía sus pasos sin quedarse atrás. El pasillo a su lado derecho daba a las demás habitaciones del segundo nivel de la mansión; en cambio, a la izquierda no muy lejos de ellos se encontraban las escaleras que dirigían el camino hacia la parte inferior. Con cada paso que Isaac daba estiraba la pierna al máximo. Asentando en el suelo primero el talón del pie, balanceando su peso, hasta apoyarse en la punta de los dedos para estirar la siguiente pierna.

Pronto llegaron a las escaleras donde otro pasillo se extendía a la derecha. Dejando un balcón con vista completa hacia abajo. Isaac se quedó un momento observando desde arriba. Sus ojos acostumbrados a la oscuridad distinguían las sombras de la lámpara apagada situada en la esquina del pasillo. Abajo había grandes ventanales a cada lado de la puerta que emitían una lúgubre luz desde el exterior. Como no hubo movimiento alguno, siguió sus pasos.

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