Avergonzado, Isaac apretó el puño que había sido tocado por ella - lo siento - las esquinas de los ojos de Sofía se cursaron ligeramente. Como si sonriera con ellos, aceptando la disculpa.
El corazón de Isaac se agitó, ensimismado por la vista. El aire que se agitaba alrededor traía consigo el aroma fresco de Sofía, embriagándolo con la dulzura casi empalagosa. A diferencia de su aura fría como el hielo, su presencia era cálida. Haciendo que Isaac no deseara separarse ni un centímetro. Su cabello negro enmarcaba su rostro como si fuera una pintura costosa. Los ojos eran tan oscuros que incluso podían infundir miedo y esos labios, rosados y finos eran cautivadores.Envuelto por las alucinaciones provocadas por el aroma que cautivo sus sentidos. Isaac dio un paso más cerca. Sumamente pegado a ella. Perdido completamente de su entorno, hasta de la misma Sofía. Desconociendo sus propios actos, como si fuera preso de alguna enfermedad. Bajó la cabeza, llegando a rozar lEl guardia que lo llevaba sintió que se quedaba atrás. Lo jaló de las esposas con mucha fuerza, humillándolo aún más. Pero por más que lo instaran no podían hacer que sus pies se movieran más rápido; puesto que sus pies se habían convertido en plomo. Tan pesados que los arrastró por todo el camino hasta que sus zapatos se deshicieron y tuvo que caminar descalzo. Aceptando cualquier castigo como pago por sus pecados, no se quejó. La herida en su pierna ya había parado de sangrar, pero aún dolía.Cuando llegaron a la cárcel, fueron separados; aunque Isaac intentó ir tras sus hermanos, lo obligaron ir a donde le ordenaron. Siendo jalado, giró su cuerpo hacía atrás, encontrándose con sus hermanos igual de alterados - ¡iremos juntos! - jaló sus manos; pero fue regresado a su posición.Samuel lloraba - ¡hermano! - mientras Matías conservaba la calma como resignado al castigo por recibir. Dylan sonrió despreocupado hacia Matías, diciéndole con los ojos que siempre lo enco
Matías corrió desde la puerta a la cama, pasando a un lado suyo antes de arrodillarse junto a ella. Samuel temblaba con las manos aún cubriendo su boca, sus ojos húmedos se enrojecían cada vez más; mientras el líquido fluía en abundancia. Hasta que sintió la humedad en su cuello, Isaac fue consciente de su propio llanto. De pronto, Matías volvió a pasar a su lado. Un segundo después escuchó una voz llamándolo a lo lejos.-¡hermano!, ¡hermano! - sintió una mano en su brazo que lo agitó - ¡ISAAC! - el grito cerca de su oído lo despertó.-¡¿qué?! - respondió ansioso.Matias informó a todos a su alrededor - ¡los guardias ya vienen!.La sorpresa se vio en ellos, menos en Dylan quien se recostó en el cuerpo que iba perdiendo su calor - ¡rápido, vámonos! - Matías jaló un brazo de Dylan; pero este seguía inmóvil.Isaac salió, comprobó que los guardias se acercaban a una velocidad considerable y ya les faltaba muy poco. Desde la puerta gritó - ¡VA
No sabía cuánto tiempo había pasado cuando volvieron a entrar los guardias. Llegaron a esposarlo sin tener consideración por el daño que podían causar las esposas. Lo arrastraron hacia afuera donde se topó con sus hermanos. Sus caras habían adquirido el color opaco de la habitación. Sus ojos apenas se abrían por la claridad que les golpeaba la cara. Al verlo, el rostro de Samuel quiso mostrar alegría; pero sus gestos estaban cansados, al igual que su garganta; por eso, no habló. Tomaron el camino que los guardias les indicaron. Fueron escoltados hacía el lugar donde se llevaría a cabo el juicio.El área parecía más una arena de pelea donde la gente se acomodaba alrededor para observar el sufrimiento ajeno. Les ordenaron pararse justo frente al alto podio que se alzaba para que los jueces tuvieran una vista completa de todo el lugar. Isaac, barrió su vista borrosa por todo el lugar. Las caras satisfechas de las personas que asistieron se grabaron en su memoria. Sintió miedo
Cuando volvió a ver la luz, todo su cuerpo cosquilleaba. Como si mil hormigas viajaran por sus extremidades. Le tomó un tiempo sentarse. Despertando la poca sangre que le quedaba, haciéndola correr por sus venas para que el cuerpo reaccionara. Se levantó, justo cuando vio llegar a cuatro guardias. Eran el doble de lo usual; sin embargo, dos de ellos se dirigieron a la otra celda. Después de que fue esposado, salió. Preocupado, dirigió la vista a un lado. Luego de esposar a Lucas, los dos guardias lo agarraron de los brazos, arrastrándolo, obligándolo a levantarse; sin embargo, su cuerpo no podía soportar con su propio peso. Entonces, todo el trabajo fue dejado a los poco gentiles guardias.Los pies de Lucas colgaban hacía atrás, a diferencia de Isaac, él aún llevaba zapatos. Lo que lo libraba de que sus pies se rasparan contra el suelo. Mientras los dirigían hacia afuera, Isaac no podía evitar echar vistazos al cuerpo decaído de Lucas. Su cabeza colgaba al frente, cubierta
Una joven de rostro serio se levantó de su cama exageradamente dura. El colchón poco suave le causaba dolor en la espalda cada mañana; pero acostumbrada a ello, ya no le prestaba atención a su cuerpo rígido. Después de bañarse en la pila que adornaba una esquina del patio de su casa, se vistió con prendas limpias y olorosas. Mientras peinaba sus cabellos, de pronto, una pequeña persona se acercó.-¿hermana? - el pelo alborotado de la pequeña avisaba que se acababa de levantar - ¿cuándo vendrá mi hermano a jugar conmigo?.Sofía detuvo sus movimientos - No lo llames así, dile señor - informó.De pronto, desde el otro lado de la casa se escuchó un llamado. Sofía, dejó el peine sobre el mueble y salió de su habitación para dirigirse al cuarto del enfermo. Cuando entró, su padre ya estaba sentado a la orilla de la cama, con los pies sobre el frío suelo. La vio y extendió una mano hacia ella - Ya tengo fuerzas para levantarme, ven, ayúdame un poco.Susp
En ese momento, el alma de Sofía voló en el aire. Incrédula, le resultaba difícil asimilar ese hecho. Había pensado que Isaac era muy inteligente, que era bueno escapando y que la probabilidad de ser descubierto era nula; sin embargo, los hechos contradecía su pensamiento - Disculpe, pero creo que no estamos hablando de la misma persona.El muchacho mostró una sonrisa amarga. Levantó la vista hacía Sofía - yo también quisiera eso, pero los jóvenes que estaban en esta casa fueron aprehendidos ayer y juzgados hoy.El calor se escurrió de las manos de Sofía, dejándolas heladas al igual que su expresión. Si bien, su cara no mostraba mucho, internamente estaba agitada. Su corazón palpitaba extremadamente fuerte, haciéndola sentirse sofocada. Incómoda, dobló el tobillo y se giró. De modo que el joven solo pudiera ver su perfil - Entiendo - enderezó la espalda - entonces, no tengo nada más que hacer aquí.-Eh… - el joven pareció querer agregar algo más; pero Sofí
-¡Rápido!, ¡Se escapan!.Los grupos de guardias, que corrían a mitad de la noche, alarmaron a todo el pueblo. La gente cerraba sus puertas y ventanas; mientras los oficiales buscaban a los fugitivos. -¡Sigamos! - adelantado a los demás, las luces de las lamparas sombreaban su cuerpo de amarillo; a la vez que llamaba a los que corrían por detrás. En ese tiempo, no había nadie que no supiera acerca de la banda de ladrones que se había hecho su nombre en toda la región. Con solo escuchar el alboroto, era un claro aviso que se habían vuelto a salir con la suya. -¡Vamos! ¡Vamos!. El sonido de los pasos y el tintineo de la armadura hacían eco por las oscuras calles. El sonido duró hasta el día siguiente. El sol ya había salido y las personas comenzaron sus labores, cuando los guardias aún seguían pasando; sin embargo, la tensión ya había disminuido. Un joven, que acababa de despertar, abrió la puerta de su casa y se asomó para ver la situación - ¿volvieron a venir? - le preguntó a su v
Matias y Samuel voltearon sus rostros para quedar frente a frente. Después de una larga mirada, como si se hubieran puesto de acuerdo mentalmente, fijaron su vista en Isaac y juntamente dijeron - ¡a ti!. Realmente no se esperaba esa respuesta; de tal manera que sus ojos se abrieron mientras sus gestos se paralizaron por un momento. Desenroscó sus manos para luego levantar una y señalarse con un dedo - ¿a mí? - ambos asintieron al unísono. Luego, Isaac río alegremente - bien, lo haré yo - concedió. Luego, Matías hizo señas con su cabeza hacia Samuel. Indicándole que debían salir. Isaac los vio alejarse desde la cocina; mientras ellos platicaban entre sí, calladamente. Desde su posición, solo el siseo de sus voces podía ser escuchado. Cuando desaparecieron de su vista, se levantó. Empujando su silla hacia atrás, produciendo un ligero rechinido de la madera vieja que la componía. Casi todas las cosas que se podían ver a simple vista eran viejas. Necesarias para aparentar la riqueza en