Capítulo 30
Regina no podía creerlo. Quería estrangularlo en ese mismo instante, pero sabía que necesitaba mantener la calma para obtener una respuesta clara. Con una sonrisa forzada, dijo:

—Es cierto, ha pasado un tiempo desde la última vez. Tal vez necesite practicar un poco.

Gabriel relajó un poco el ceño, lo que Regina aprovechó para continuar.

—Señor Navarro, el divorcio es como una enfermedad. Cuanto antes lo atiendas, mejor. Si es algo pequeño, basta con una solución rápida y sin complicaciones. Seguro que el registro civil tiene una sección VIP. Con tus contactos, podríamos pedir que vengan aquí y así no te interrumpen en el trabajo. ¿El costo? Lo dividimos a la mitad.

Gabriel, visiblemente molesto por sus palabras, gruñó:

—Di una palabra más y verás lo que pasa.

La paciencia de Regina se agotó. Lo empujó con fuerza.

—¡Esta mañana me prometiste que me dejarías ir, y ahora te retractas! ¡Somos adultos, Gabriel! ¿Es que no puedes dejar de ser tan infantil y cumplir tu palabra?

La pequeña con
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