—Terminemos.
—¿Qué? ¿De qué hablas, Jeremy...?
—Son mis padres, detestan verte con la servidumbre, dicen que no se ve bien para nuestra familia. Y estoy cansado de su cantaleta todos los días, lo mejor será que acabemos esto.
—Cómo puedes decirme esto ahora, ¡después de meses de estar saliendo! ¡Eh! Como puedes tener la cara tan dura.
—Te lo comenté varias veces que me molestaba, y la verdad es que a veces me da un poco de pena presentarte a mis amigos, si estás sirviéndoles canapés. —Aquellas palabras fueron como una dolorosa puñalada trapera en mi espalda que casi me dejo sin aliento.
—Tú... eres el que más se ha beneficiado de mi empleo cuando salíamos a todos esos viajes y fiestas, ¡y ahora soy yo la que te avergüenza! ¡Eres un puto egoísta! —Le empujé una y otra vez mientras la fuente de la mansión nos hacía de fondo.
—¡Cómo puedes llamarme egoísta, cuando siempre vele por nuestra relación! ¡Te pedí que por este día no trabajaras sirviendo comida grasienta y olorosa en la boda de mi primo y te dio completamente igual!
—¡Es mi medio de vida! ¿Qué quieres que haga? ¡Que lo deje por ti!
—¿Lo ves? Nuestros estatus siempre están en medio...
—Entonces, de eso se trata todo... el maldito dinero, ¡el estatus! —Mis ojos se llenaron de lágrimas y con rabia tomé su camisa.
—Si tanto te preocupa el dinero, y tan poco nuestra relación. ¡Págame las malditas deuda de tu celular que pague, mi auto que te llevaste, y los miles de restaurantes que pague porque me dijiste que me lo devolverías cuando tu padre te desbloqueara la tarjeta!
—¿Qu-qué? De que hablas... ¡Estás loca! Yo no te debo nada a ti.
—¡Si me debes! Estoy casi en números rojos por tu culpa, y no me hubiera importado tener todas esas deudas si realmente nuestro amor fuera real. —Le miré a punto de romper en llanto cuando de repente propino.
—¡Ya, suéltame paranoica! —me empujo con fuerza al suelo, dejando que mis manos recibieran todo el suelo.
—¡Ay! — miré mis manos temblorosas, y se habían raspado llenas de sangre y suciedad por el pavimento rocoso del jardín. Alcé mi mirada hacia aquel hombre que pensé un día que sería el hombre perfecto para casarme, y vivir una vida feliz y tranquila.
—Recuerdas quien pago tu estúpida empresa de cáterin que tanto deseabas, ¡mi familia! Entonces en todo caso tú me debes la vida que medianamente tienes ahora.
—¡Yo no te pedí nada! Me lo regalaste en mi primer cumpleaños estando juntos, como puedes echármelo en cara ahora. —Grite con la voz rota de dolor.
—No te debo nada, así que no vayas diciendo por ahí que soy un moroso... o sabré que fuiste tú, ¿entendiste? —arreglo su camina y mirando alrededor con miedo camino al salón de actos. Pase mi mano por mi nariz intentando levantarme mientras sollozaba adolorida.
—¿Qué iba a hacer...? Como fui tan tonta, Paolo me lo advirtió tantas veces y jamás le hice caso. ¿Cómo iba a pagar todas mis deudas? —sequé mis lágrimas como pude, y me dirigí al salón tenía para terminar mi servicio, de todas maneras, ya no necesitaba asistir a la boda como invitada. Al abrir la puerta choque con alguien de frente, pose mi mano en mi nariz a punto de caer al suelo, me tomo del brazo con rapidez, girándonos sobre sí mismos mientras sostenía con firmeza mi cintura.
—¡Cuidado! —soltó autoritario. Aturdida de lo que había pasado, alce mi mirada y mi corazón dio un vuelco al ver quién era.
—Ismael... —murmure sin poder evitarlo. Extrañado me miro para preguntar.
—¿Nos conocemos? —por supuesto que nos conocíamos, era mi primer amor y el hombre que se iba a casar hoy.
holaa, si os gusto el primer capítulo decirme en los comentarios y empezamos con esta historia. Tengo muchas ganas, así que espero su opinión, nos leemos después.
—¿Nos conocemos? —que no me recordara era prueba de que para él mi existencia paso inadvertida en su vida, y simplemente me había olvidado. Y es que siempre estuvimos en diferentes sintonías. —¿Qué? Em... creo... que no. —¿crees? —inquirió alzando su ceja poblada —Pero acabas de decir mi nombre con mucha soltura. —Porque es el novio de la boda, ¿no? —soltó una leve risa amarga e indico. —Sí, supongo que tiene razón... el novio plantado —murmuro por lo bajo al punto de que no le escuchase. —¿Qué dijo? —Debe fijarse por dónde cami... —sin terminar la frase me miro con intensidad y una sonrisa de medio lado traviesa se formó en su boca. —¿trabajas aquí? —Sí... soy del servicio de cáterin. —¡Perfecto! Y no estás nada mal tampoco, me puedes servir... —dijo soltando mi mano para alzar mi barbilla, observándome con detenimiento, nerviosa de su actitud tan entusiasta, soltó. —¿Quieres ganarte cincuenta mil en una noche? —mis ojos se abrieron al escuchar tal cantidad tan a la ligera
—Cómo es posible que realmente esté haciendo esto... —indique mirándome en el espejo mientras dos chicas acomodaban aquel vestido blanco, de escote corazón pronunciado, lleno de diamantes por todas partes, estaba abierto en un costado y apretado en todos los lugares que una mujer le favorecía. —¿Quiere otra copa señorita? —Sí, por favor... solo puedo hacer tal locura embriagada, así no me sentiré tan culpable mañana, puedo echarle la culpa al alcohol —solté como gracia, y las mujeres soltaron una carcajada siguiéndome mis tonterías, pero seguro me reían las gracias porque les habían pagado. Lleno mi copa por novena vez, si no fuera por eso estaría comiéndome las uñas. Esto era lo más loco que había hecho en toda mi vida, solo tenía que pensar que era como grabar una película, interpretaría un papel y luego me darían mi dinero y pagaría mis deudas. Respiré hondo y solté en voz alta. —Seguro me veo ridícula. —No diga eso, señorita, está llevando un auténtico Misuriki que vale casi d
Me levanté con resaca directa a la ducha, de repente abrí mis ojos con el agua cayendo de lleno en mi cara, corrí desnuda hacia la habitación mientras el agua escurría de mi cuerpo, mire mi cuenta y salte en un solo pie haciendo mientras bailaba en medio del pequeño salón de mi departamento, jamás había visto una cifran tan grande, todos mis problemas serían solucionados. De repente un mensaje se coló entre mi muro de notificaciones y era Jeremy. Mi lindo novio. Como pudiste hacerle esto a mi familia, avergonzarnos delante de tantos empresarios y conocidos, mi familia no quiere verte ni en pintura. Tan despechada estabas como para seguirle las gracias a mi primo, ¡necesitamos vernos ahora! —Ese malnacido, me debe dinero y aun así te atreves a juzgarme. Ni siquiera te importo verme con otro hombre... que tampoco me querías. —Una fuerte presión en el pecho asolo mi corazón. Susana. Para lo único que nos veremos, es para que recojas tus cosas de mi departamento. Y que no pase de est
¡Usted se ha vuelto completamente loco! —Vaya, pensé que te calmaría la noticia. —Indico sentándose con elegancia en el sillón mientras me miraba como si fuera una loca. —¡Noticia! Esto es un completo desastre. Como pretende que me case con usted, después de estar en una relación con la señorita Elizabet Dumet. Y eso no es todo, acabó... —pause mis palabras observando cómo me miraba atento. —Acabó de terminar una relación ayer con... —con... —Tu primo Jeremy. —¿Qué? —indico frunciendo el ceño con asco. —Eras invitada en la fiesta, ¿por qué jamás te conocí? —Reí mentalmente recordando las milllones de veces que le vi de lejos y lo ocupado y absorto que se encontraba en su mundo, jamás nunca me reconoció. —Sí, y no... estaba trabajando, pero luego me encontraría con tu primo para estar juntos en la reunión, las cosas se terciaron y termínanos peleando anoche. —Increíble. —¿A qué se refiere? —No entiendo como diablos acabaste con Jeremy, el hombre más pedante, egoc
—Ese loco no pudo haberme dejado aquí —corrí con rapidez a la puerta de entrada y cuando forcé la manija, presioné todos los botones, pero estaba claro que no se iba a mover sin una clave. Farfulle insultos internos. —¿¡Hay alguien aquí!? — grité buscando algún sirviente, pero la casa parecía completamente vacía. La ira me embrago y con rapidez rebusque entre mi ropa y por suerte encontrar mi celular, respire con alivio y con apuro hice una videollamada a Paolo. —¡Susy...! Por dios, como pudiste dejarme solo. Sabes que soy un desastre y mandar a la gente —Cálmate, las cosas no me han salido como quiero, pero lo único que me queda es darte indicaciones desde el celular —indique atando mi cabello que parecía del color de los granos del café a la luz del sol, ondulado levemente. —Escúchame atentamente. —Indique mientras desvalijaba la habitación para encontrar una libreta y una pluma. —El catering de hoy es para el veintiún aniversario del hotel Hollow, busca mi libreta y ve a
—¿¡Qu-que haces aquí!? —indique nerviosa viendo su rostro sonriente mirarme desde arriba mientras lentamente se aferraba de mis muñecas reteniéndome en la cama. —E-esta es mi habitación —tartamudeo con burla, mientras la delirante fragancia de su perfume de maderos me embriagaba, sus ojos repasaron mi cuerpo provocándome un vuelco en el corazón, nerviosa solté con rapidez. —Entonces... creo que ya es muy tarde, de-debo... irme. Si me hubieras dicho donde es mi cama en un principio, esto no hubiera pasado, y-y tampoco tengo mi ropa. Así que quítate de.... —sin dejarme terminar la frase me robo un beso deslizando su lengua a mi boca uniéndola a la mía de una manera salvaje, intente moverme, pero sus manos se mantenían firmes en mis muñecas reteniéndome. —Ah...—gemí levemente viendo cómo me soltaba mientras mi respiración era rápida, mirándole obnubilada. —Hablas demasiado, Susana... porque no mejor dejas de abrir esa dulce boca de chocolate, y te quedas en mi habitación como lo
Dios mío, en que estaba pensando cuando decidí aceptar este trato... eso significaba que tenía que ver a toda la familia Prego que, por ende... era tener que encontrarme con Jeremy, aún no quería verle... ni siquiera había contestado sus llamadas ni sus mensajes. Pase mi mano por mi frente preocupada cuando escuche. —Se encuentra bien, señorita Susana —observé la situación tan incómoda, y decidí solucionar este tema, antes que nada. —Sí, sí... ya puede salir, me daré una ducha y... —Y yo le mostraré las prendas para esta noche. —Okey. —Asentí entrando con timidez a lo que parecía el baño. Solté un fuerte suspiro mirándome al espejo, tú decidiste esto Susana, ahora apáñatelas como puedas, no podía estar escapando toda la vida de Jeremy y su familia. Me metí en la ducha y con calidez dejé que el agua me cubriera entera, pase mis manos por mi cuerpo recordando los ojos de Ismael en la oscuridad de su habitación, y las caricias de sus manos sobre mi piel, solté un jadeo entrecortado
Temblorosa me quedé mirándolo besar mi mano con galantería, la soltó y con firmeza entrelazo nuestros dedos bajo la mirada de Jeremy. Él siempre fue así... con tan solo su presencia cambiaba hasta el más tenso ambiente, en la universidad se robaba las miradas de todos y sobre todo mis suspiros. —Estoy hablando con mi novia, deja de meterte en mis cosas —dijo con la quijada tensa tomando mi otra mano con fuerza. A punto de gritarle qué me soltará de una buena vez o le estamparía una cachetada. —¿Tus cosas? ¿Tu novia? Porque solo escucho incoherencia de tu boca, nada de lo que has dicho es cierto, y aun así te atreves de nuevo a insultar a mi esposa frente a mí. Estás cruzando una línea muy delgada, primito... —indico posando su mano en su hombro con una sonrisa relajada. —Verdad que no la quieres cruzar... estoy seguro de que siempre fuiste un hombre inteligente —Se inclinó hasta su oído y murmurándole algo que no alcance a escuchar. De repente se irguió organizando su saco que n