Me levanté con resaca directa a la ducha, de repente abrí mis ojos con el agua cayendo de lleno en mi cara, corrí desnuda hacia la habitación mientras el agua escurría de mi cuerpo, mire mi cuenta y salte en un solo pie haciendo mientras bailaba en medio del pequeño salón de mi departamento, jamás había visto una cifran tan grande, todos mis problemas serían solucionados. De repente un mensaje se coló entre mi muro de notificaciones y era Jeremy.
Mi lindo novio.
Como pudiste hacerle esto a mi familia, avergonzarnos delante de tantos empresarios y conocidos, mi familia no quiere verte ni en pintura. Tan despechada estabas como para seguirle las gracias a mi primo, ¡necesitamos vernos ahora!
—Ese malnacido, me debe dinero y aun así te atreves a juzgarme. Ni siquiera te importo verme con otro hombre... que tampoco me querías. —Una fuerte presión en el pecho asolo mi corazón.
Susana.
Para lo único que nos veremos, es para que recojas tus cosas de mi departamento. Y que no pase de esta semana, manda a uno de tus guardias.
Lo envié con ira lanzando el celular a mi cama, hoy no era un día para llorar, debía estar alegre por obtener mi dinero. Aunque la noche estaba un poco enlagunada por como termino, lo que sí sé, es que la que se lio en ese salón y la tranquilidad con la que Ismael se tomó todo, con una sonrisa perpetua en su semblante, eran dignas de enmarcar. No recuerdo más detalles, por el alcohol, pero sí removió recuerdos en mí del pasado... aquel beso, toque mis labios. Y con rapidez aparte esos sentimientos... ¡Basta, Susana! No quiero saber nada del amor en lo que me quede de vida. Sequé todo mi cuerpo y con rapidez me vestí, ya iba tarde para la cocina.
°
—¿qué hiciste qué?
—shhh... baja la voz Paolo, no quiero que la cocina se vuelva un campo de guerra de chismes.
—Cómo quieres que reaccione, te he dicho miles de veces que no tomes alcohol o terminaras con un esposo árabe, con un burca atrapada en un harem.
—Porque eres tan exagerado.
—pero ya en serio, ¿realmente hiciste aceptaste esa locura?
—Solo lo pensé en caliente, pero ahora que echó una mirada hacia atrás me siento arrepentida y avergonzada, creo que cause muchos problemas a muchas personas. Tenía tanta rabia con Jeremy... tanto dolor y decepción.
—No mientas, le volverás a perdonar una de sus miles de cagadas.
—No, esta vez no... además si no fuera por ese trato no podría pagar todas mis deudas que me dejo, en parte no puedo negar que estoy contenta por ese lado.
—¿Y el tal Ismael es el primo de Jeremy? Porque parece que no solo caíste rendida por el dinero. —Una leve sonrisa se formó en mi boca recordando el beso de anoche.
—No te lo dije, pero... fue mi amor de universidad —pego un chillido casi rompiendo mis tímpanos. —Era unos años mayor que yo estaba a punto de terminar su carrera y yo apenas la empezaba, solo era una ilusa por fijarme en él. —Dije batiendo la nata mientras recordaba el momento en el que pensé que tal vez sentíamos algo el uno por el otro, aquella escapada... una promesa. Y simplemente me abandono.
—¿Tú estás segura de que esto no saldrá en los medios?
—Pues claro que no, él me aseguro de que era una reunión familiar.
—¡Entonces qué diablos hacen todos esos paparazis en nuestro domicilio!
—¿Qué? —empezaron a golpear la ventana mientras los flashes destellaban en mi pequeño negocio. ¿¡Qué diablos estaba pasando!? Me escondí con rapidez bajo la encimera mientras Paolo me miraba incrédulo.
°
*Ring, ring, ring*
—Porque me llamas... no se supone que nadie molesta a los novios en la luna de miel.
—No diga tonterías y levántese, señor Prego. Le acabó de mandar la noticia que está ardiendo a horas de la mañana. —Tome mi teléfono soltando un bostezo largo.
—Qué es esto... —murmure leyendo.
¡La boda secreta!
Entérese de quién es la novia secreta del heredero de la familia Prego.
El misterioso heredero de la familia Prego sorprendió a todo el mundo al presentar a su futura esposa en una boda secreta, pero no con la señorita Elizabet Dumet como se rumoreaba tiempo atrás de su relación, sino con una misteriosa mujer que no sé concia su identidad. Al parecer fuentes confiables nos dirían que la novia real, lo habría dejado plantado y horas después aparecería con esta nueva mujer, que con un beso la recibió al altar.
—¿Lo has visto? —pregunto mi secretario.
—Sí, los medios nunca dejan de sorprenderme su eficacia y rapidez para casar las noticias, tenemos que admitir que tiene su gracia.
—¡Te has vuelto loco! Esto es terrible, es desastroso... esto no debía de haber pasado. Porque cuando no cuido tu imagen estás dañándola con tus acciones, solo un día basto.
—Debe estar enloquecida aquella mujer.
—¿qué mujer? Me estás escuchando Ismael.
—Mi esposa de alquiler, creo que con esto la he metido en un buen berenjenal.
—Definitivamente, no me estás escuchando... ¡Estás metido en un buen problema, la familia te va a desheredar!
—A partes. Secretario necesitó un favor, encuentra a la chica de la foto, no debe ser muy difícil con la lista de la fiesta. —indique levantándome de la cama con apuro.
—¿No sabes ni su número?
—Deja de rezongar y apúrate. —Me vestí con rapidez mientras una sonrisa brotaba de mis labios.
¡Usted se ha vuelto completamente loco! —Vaya, pensé que te calmaría la noticia. —Indico sentándose con elegancia en el sillón mientras me miraba como si fuera una loca. —¡Noticia! Esto es un completo desastre. Como pretende que me case con usted, después de estar en una relación con la señorita Elizabet Dumet. Y eso no es todo, acabó... —pause mis palabras observando cómo me miraba atento. —Acabó de terminar una relación ayer con... —con... —Tu primo Jeremy. —¿Qué? —indico frunciendo el ceño con asco. —Eras invitada en la fiesta, ¿por qué jamás te conocí? —Reí mentalmente recordando las milllones de veces que le vi de lejos y lo ocupado y absorto que se encontraba en su mundo, jamás nunca me reconoció. —Sí, y no... estaba trabajando, pero luego me encontraría con tu primo para estar juntos en la reunión, las cosas se terciaron y termínanos peleando anoche. —Increíble. —¿A qué se refiere? —No entiendo como diablos acabaste con Jeremy, el hombre más pedante, egoc
—Ese loco no pudo haberme dejado aquí —corrí con rapidez a la puerta de entrada y cuando forcé la manija, presioné todos los botones, pero estaba claro que no se iba a mover sin una clave. Farfulle insultos internos. —¿¡Hay alguien aquí!? — grité buscando algún sirviente, pero la casa parecía completamente vacía. La ira me embrago y con rapidez rebusque entre mi ropa y por suerte encontrar mi celular, respire con alivio y con apuro hice una videollamada a Paolo. —¡Susy...! Por dios, como pudiste dejarme solo. Sabes que soy un desastre y mandar a la gente —Cálmate, las cosas no me han salido como quiero, pero lo único que me queda es darte indicaciones desde el celular —indique atando mi cabello que parecía del color de los granos del café a la luz del sol, ondulado levemente. —Escúchame atentamente. —Indique mientras desvalijaba la habitación para encontrar una libreta y una pluma. —El catering de hoy es para el veintiún aniversario del hotel Hollow, busca mi libreta y ve a
—¿¡Qu-que haces aquí!? —indique nerviosa viendo su rostro sonriente mirarme desde arriba mientras lentamente se aferraba de mis muñecas reteniéndome en la cama. —E-esta es mi habitación —tartamudeo con burla, mientras la delirante fragancia de su perfume de maderos me embriagaba, sus ojos repasaron mi cuerpo provocándome un vuelco en el corazón, nerviosa solté con rapidez. —Entonces... creo que ya es muy tarde, de-debo... irme. Si me hubieras dicho donde es mi cama en un principio, esto no hubiera pasado, y-y tampoco tengo mi ropa. Así que quítate de.... —sin dejarme terminar la frase me robo un beso deslizando su lengua a mi boca uniéndola a la mía de una manera salvaje, intente moverme, pero sus manos se mantenían firmes en mis muñecas reteniéndome. —Ah...—gemí levemente viendo cómo me soltaba mientras mi respiración era rápida, mirándole obnubilada. —Hablas demasiado, Susana... porque no mejor dejas de abrir esa dulce boca de chocolate, y te quedas en mi habitación como lo
Dios mío, en que estaba pensando cuando decidí aceptar este trato... eso significaba que tenía que ver a toda la familia Prego que, por ende... era tener que encontrarme con Jeremy, aún no quería verle... ni siquiera había contestado sus llamadas ni sus mensajes. Pase mi mano por mi frente preocupada cuando escuche. —Se encuentra bien, señorita Susana —observé la situación tan incómoda, y decidí solucionar este tema, antes que nada. —Sí, sí... ya puede salir, me daré una ducha y... —Y yo le mostraré las prendas para esta noche. —Okey. —Asentí entrando con timidez a lo que parecía el baño. Solté un fuerte suspiro mirándome al espejo, tú decidiste esto Susana, ahora apáñatelas como puedas, no podía estar escapando toda la vida de Jeremy y su familia. Me metí en la ducha y con calidez dejé que el agua me cubriera entera, pase mis manos por mi cuerpo recordando los ojos de Ismael en la oscuridad de su habitación, y las caricias de sus manos sobre mi piel, solté un jadeo entrecortado
Temblorosa me quedé mirándolo besar mi mano con galantería, la soltó y con firmeza entrelazo nuestros dedos bajo la mirada de Jeremy. Él siempre fue así... con tan solo su presencia cambiaba hasta el más tenso ambiente, en la universidad se robaba las miradas de todos y sobre todo mis suspiros. —Estoy hablando con mi novia, deja de meterte en mis cosas —dijo con la quijada tensa tomando mi otra mano con fuerza. A punto de gritarle qué me soltará de una buena vez o le estamparía una cachetada. —¿Tus cosas? ¿Tu novia? Porque solo escucho incoherencia de tu boca, nada de lo que has dicho es cierto, y aun así te atreves de nuevo a insultar a mi esposa frente a mí. Estás cruzando una línea muy delgada, primito... —indico posando su mano en su hombro con una sonrisa relajada. —Verdad que no la quieres cruzar... estoy seguro de que siempre fuiste un hombre inteligente —Se inclinó hasta su oído y murmurándole algo que no alcance a escuchar. De repente se irguió organizando su saco que n
Verano del 90 en Ibiza, España—Vamos, rápido susy. Con este ritmo llegaremos para cuando se acabe la diversión —Te dije que quería quedarme a estudiar.—Por dios, hermanita queda dos días para que se acaben las vacaciones, solo sal un día de los dormitorios universitarios.—Para qué... para que todos se burlen de mí como en la uni. A ti nadie te trata como un puto bicho raro. —Tomo mis manos y dijo —Solo te estoy pidiendo que compartas este pedacito de felicidad conmigo, te prometo que no dejaré que te hagan sentir mal, pero por favor pon un poco de ánimo, ¿sí? —desanimada intente poner la mejor cara mientras arreglaba mis lentes. Animado tomo mi mano para entrar, pero de nuevo mi sonrisa se borró. Siempre iba detrás de Velo, ella tomaba la delantera a la aventura y yo su fiel protectora en las sombras. Ella intentaba que hiciera todo lo que ella le gustaba, que me untara de su personalidad, pero era tan lejana a ella.—¡Velo, joder, por fin estás aquí! —indico un chico alegre con u
—Parece que llegue en un buen momento.—Avergonzado aparte la mirada mientras se sentaba a mi lado. ¿Por qué tenía que llegar en este preciso momento? Sé, habrá creído lo que dije, le mire de reojo y sonreía gallardo y relajado como siempre.—¿Por qué no tocas antes de entrar?—Tenía impaciencia por saber lo que conversaban. Por cierto abuelo... ¿No te parece que has exagerado mucho con el ambiente?—¿De qué hablas?—Porque citaste a mi prometida en este lugar, intentas asustarla a propósito, ¿no es verdad? —sorprendida los mire a los dos.—¿No sé de qué hablas? —dijo bebiendo de su copa de coñac sin darle mucha importancia a lo que decía, no entendí a que se refería, pero parecía que me había tendido una trampa.—Traes aquí a tus posibles peces gordos, para negociar con tus técnicas de perro viejo, ni finjas...—No es mi invitada, porque tendría que tratarla con una calurosa bienvenida, ya suficientemente agradecida, tendría que estar por haberla aceptado en mi casa después del espectá
Había pasado una semana desde que me fui a vivir al apartamento de lujo de Ismael, creo que hasta me estaba empezando a acostumbrar a despertar cada mañana en esta habitación y al lado de Ismael. No sé cómo había terminado durmiendo todas las noches juntos, pero era así... ahora parecíamos una verdadera pareja, una que no se tocaba... desde lo que había pasado, no había pasado nada más, y no lo deseaba... pero me sentía extraña, era como si me ignorara. Había cambiado algo.... de hecho muchas cosas habían cambiado en mi vida, empezando por esto.—Como es posible que ahora haya tanta ropa de mujer en este ropero, ni yo pongo tantos vestidos en el día. —Cerré el ropero directo a la cocina para desayunar, en las escaleras me encuentre con Rosita, la empleada de servicio.—Hoy se ha levantado más tarde, señorita Susana.—Sí, eso parece.... —dije con un poco de vergüenza.—Con lo insistente que estaba ayer para ayudarme hacer el desayuno, no paraba de hacer cosas en la casa —dijo risueña la