Verano del 90 en Ibiza, España—Vamos, rápido susy. Con este ritmo llegaremos para cuando se acabe la diversión —Te dije que quería quedarme a estudiar.—Por dios, hermanita queda dos días para que se acaben las vacaciones, solo sal un día de los dormitorios universitarios.—Para qué... para que todos se burlen de mí como en la uni. A ti nadie te trata como un puto bicho raro. —Tomo mis manos y dijo —Solo te estoy pidiendo que compartas este pedacito de felicidad conmigo, te prometo que no dejaré que te hagan sentir mal, pero por favor pon un poco de ánimo, ¿sí? —desanimada intente poner la mejor cara mientras arreglaba mis lentes. Animado tomo mi mano para entrar, pero de nuevo mi sonrisa se borró. Siempre iba detrás de Velo, ella tomaba la delantera a la aventura y yo su fiel protectora en las sombras. Ella intentaba que hiciera todo lo que ella le gustaba, que me untara de su personalidad, pero era tan lejana a ella.—¡Velo, joder, por fin estás aquí! —indico un chico alegre con u
—Parece que llegue en un buen momento.—Avergonzado aparte la mirada mientras se sentaba a mi lado. ¿Por qué tenía que llegar en este preciso momento? Sé, habrá creído lo que dije, le mire de reojo y sonreía gallardo y relajado como siempre.—¿Por qué no tocas antes de entrar?—Tenía impaciencia por saber lo que conversaban. Por cierto abuelo... ¿No te parece que has exagerado mucho con el ambiente?—¿De qué hablas?—Porque citaste a mi prometida en este lugar, intentas asustarla a propósito, ¿no es verdad? —sorprendida los mire a los dos.—¿No sé de qué hablas? —dijo bebiendo de su copa de coñac sin darle mucha importancia a lo que decía, no entendí a que se refería, pero parecía que me había tendido una trampa.—Traes aquí a tus posibles peces gordos, para negociar con tus técnicas de perro viejo, ni finjas...—No es mi invitada, porque tendría que tratarla con una calurosa bienvenida, ya suficientemente agradecida, tendría que estar por haberla aceptado en mi casa después del espectá
Había pasado una semana desde que me fui a vivir al apartamento de lujo de Ismael, creo que hasta me estaba empezando a acostumbrar a despertar cada mañana en esta habitación y al lado de Ismael. No sé cómo había terminado durmiendo todas las noches juntos, pero era así... ahora parecíamos una verdadera pareja, una que no se tocaba... desde lo que había pasado, no había pasado nada más, y no lo deseaba... pero me sentía extraña, era como si me ignorara. Había cambiado algo.... de hecho muchas cosas habían cambiado en mi vida, empezando por esto.—Como es posible que ahora haya tanta ropa de mujer en este ropero, ni yo pongo tantos vestidos en el día. —Cerré el ropero directo a la cocina para desayunar, en las escaleras me encuentre con Rosita, la empleada de servicio.—Hoy se ha levantado más tarde, señorita Susana.—Sí, eso parece.... —dije con un poco de vergüenza.—Con lo insistente que estaba ayer para ayudarme hacer el desayuno, no paraba de hacer cosas en la casa —dijo risueña la
—Padre buen día, déjeme ayudarle a bajar. —Tome su brazo ayudándole a bajar del auto para dirigirnos a la sede de la empresa, hoy temprano teníamos reunión. —Muchas gracias, Minerva. ¿Qué tal tu día? —Atareado como siempre.... Más importante, ¿cómo fue la reunión con.... con aquella mujer? Se llegó algún acuerdo. —Guardo silencio, caminando con despaciosos y elegantes movimientos, saludando a todos los trabajadores. —De hecho, me imaginé que sería mucho peor. —Preocupada solté. —¿A qué te refieres, padre? —No es una mujer tonta, de hecho, tiene más carácter del que me imagine. Me sostuvo la mirada con firmeza sin temor a la encerrona que le hice. —¿y qué? Eso la hace más problemática. Te dije que fue novia de mi pequeño Jeremy, y esa mujer solo salta de hombre en hombre cuando le conviene. ¿Acaso ahora confías en ella? —¡Yo no he dicho eso minerva! ¡Cuida como le hablas a tu padre! —propino deteniendo sus pasos a la asamblea. Respiré hondo y solté. —Pido, disculpas padr
—No... puedo más, Ismael... para...—rogué mientras se movía encima de mí provocando que mi cuerpo temblara entre convulsiones.—Ismael... estoy casada, deja que me recueste... —gemí esperando que me escuchara, pero solo escuchaba sus jadeos intentando recuperar el aliento.—Por favor.... —Volví a rogar, de repente me giro y nuestros ojos se encontraron, su respiración acelerada, el sudor que surcaba se cabelló y la mirada perdida en la lujuria y el placer, la misma que seguramente tenía yo. Al girarme me aferré a su cuello abrazándole con fuerza, me acostó en la cama y moviéndose lentamente dentro de mí sin poder aguantar más, me corrí en un leve gemido enterrando mis uñas en su espalda.—No te pedí que no te corrieras sola... —susurro sobre mi rostro húmedo por el sudor.—p-pero, como quieres qué aguante si no me dejas descansar, Ismael... —se irguió un poco para mirarme con esos, intoxicantes ojos verdes lima, alce mi mano hacia su mejilla, e inerte se quedó como si aquel acto le par
Sin darme cuenta empecé a verlo por todas partes desde aquel día, al principio me molestaba, siempre estaba rodeado de gente ruidosa y maleducada, pero después de tantos encuentros fortuitos me di cuenta de que su sonrisa era siempre falsa... era como si estuviera rodeado por mucha gente todo el tiempo, pero él no se encontraba ahí, parecía más solitaria y como si su mente no se encontrara en ese lugar. Porque me preguntaba todo el tiempo... porque una persona que parecía brillar todo el tiempo donde estuviera, su voz siempre era autoridad para todos. Entonces porque... aquella pregunta, no salía de mi mente. —¿Dónde estuviste? Te estuve buscando en toda la fiesta superpreocupada. —Me fui. —Indique sin darle mucha importancia mientras caminaba de un lado por a otro mirando su celular con ansiedad. —Pues debiste haberme avisado, pensé que te había pasado algo más.... ¡Porque nunca me contesta! —propino provocando que girara mi mirada. —Realmente estás molesta porque me fui, o porqu
—¿Estás nerviosa?—¿Qué? No... claro que no —dije arreglando mi coleta por Decimosexta vez. —No deberías preocuparte, te ves hermosa, lo harás bien, señorita Susana —dijo shon luciendo un traje claro que le hacía resalta su piel oscura.—Estoy, bien —Zanje, con una sonrisa, repitiéndose que esto lo hacía para volver a trabajar, si esto salía buen, al menos un poco todo volvería a la normalidad. Cuando entramos en el edificio u a mujer pelirroja con lentes nos dio la bienvenida.—Hola, soy la reportera Sevion. —estiro su mano y con seguridad la, estreche.—Un placer, señorita Sevion.—Le parece si empezamos.—Sí, por supuesto. —Sígame. —Asentí y antes de irme le, lance una última mirada shon que con tranquilidad me mostró una cálida sonrisa.°Llegamos a una linda terraza destechada, por suerte el clima era cálido, y las vistas de aquel lugar eran preciosas. Me senté frente a la mesa y la mujer hizo lo mismo, de su bolso saco una grabadora y sin más preámbulo dijo. Empecemos. Encendid
—Ismael... —le, llame adormilada al no sentir la calidez de su hombro, me erguí sobre la manta sintiendo el frío de aquella noche en aquel bosque oscuro y solitario. Asustada volví llamarle mientras intentaba buscarle en la oscuridad de las sombras de las ramas de los árboles.—¿Ismael donde estás...? —escuche unos pasos, venir de los árboles y volví a llamarle pensado que era él —¡Está por aquí, vengan! Parece que está esperando a Ismael. Está loca... la oí hablar sola. —¿Dónde? Yo quiero ver...—¿Dónde está Susana la loca? Realmente dice que está con Ismael, —Tiene menos luces que una patera, esta chica... —escuche sus risas acercándose a mí.—¡Que sí! Es verdad... vengan, es muy ridículo —aquellas voces se acercarán quebrando las ramas secas, mientras las luces de las linternas me deslumbraban. Me abracé levantando de la manta temblorosa. Cuando el grupo llego hasta mí, las risas entre ellos no se hicieron de esperar.—¿D-donde está Ismael? —dije asustada mientras las luces de la