Sin darme cuenta empecé a verlo por todas partes desde aquel día, al principio me molestaba, siempre estaba rodeado de gente ruidosa y maleducada, pero después de tantos encuentros fortuitos me di cuenta de que su sonrisa era siempre falsa... era como si estuviera rodeado por mucha gente todo el tiempo, pero él no se encontraba ahí, parecía más solitaria y como si su mente no se encontrara en ese lugar. Porque me preguntaba todo el tiempo... porque una persona que parecía brillar todo el tiempo donde estuviera, su voz siempre era autoridad para todos. Entonces porque... aquella pregunta, no salía de mi mente. —¿Dónde estuviste? Te estuve buscando en toda la fiesta superpreocupada. —Me fui. —Indique sin darle mucha importancia mientras caminaba de un lado por a otro mirando su celular con ansiedad. —Pues debiste haberme avisado, pensé que te había pasado algo más.... ¡Porque nunca me contesta! —propino provocando que girara mi mirada. —Realmente estás molesta porque me fui, o porqu
—¿Estás nerviosa?—¿Qué? No... claro que no —dije arreglando mi coleta por Decimosexta vez. —No deberías preocuparte, te ves hermosa, lo harás bien, señorita Susana —dijo shon luciendo un traje claro que le hacía resalta su piel oscura.—Estoy, bien —Zanje, con una sonrisa, repitiéndose que esto lo hacía para volver a trabajar, si esto salía buen, al menos un poco todo volvería a la normalidad. Cuando entramos en el edificio u a mujer pelirroja con lentes nos dio la bienvenida.—Hola, soy la reportera Sevion. —estiro su mano y con seguridad la, estreche.—Un placer, señorita Sevion.—Le parece si empezamos.—Sí, por supuesto. —Sígame. —Asentí y antes de irme le, lance una última mirada shon que con tranquilidad me mostró una cálida sonrisa.°Llegamos a una linda terraza destechada, por suerte el clima era cálido, y las vistas de aquel lugar eran preciosas. Me senté frente a la mesa y la mujer hizo lo mismo, de su bolso saco una grabadora y sin más preámbulo dijo. Empecemos. Encendid
—Ismael... —le, llame adormilada al no sentir la calidez de su hombro, me erguí sobre la manta sintiendo el frío de aquella noche en aquel bosque oscuro y solitario. Asustada volví llamarle mientras intentaba buscarle en la oscuridad de las sombras de las ramas de los árboles.—¿Ismael donde estás...? —escuche unos pasos, venir de los árboles y volví a llamarle pensado que era él —¡Está por aquí, vengan! Parece que está esperando a Ismael. Está loca... la oí hablar sola. —¿Dónde? Yo quiero ver...—¿Dónde está Susana la loca? Realmente dice que está con Ismael, —Tiene menos luces que una patera, esta chica... —escuche sus risas acercándose a mí.—¡Que sí! Es verdad... vengan, es muy ridículo —aquellas voces se acercarán quebrando las ramas secas, mientras las luces de las linternas me deslumbraban. Me abracé levantando de la manta temblorosa. Cuando el grupo llego hasta mí, las risas entre ellos no se hicieron de esperar.—¿D-donde está Ismael? —dije asustada mientras las luces de la
De repente me llego algo al celular, aleje mi vista de los papeles que leía con calma, tome el teléfono y al ver que era un mensaje de shon lo abrí dejándome sorprendido. Era una foto de Susana sentada sobre Shon mientras sonreía dándole un beso en la mejilla, sus mejillas levemente teñidas de rojo, y esa sexy coleta que empezaba a volverse un interesante fetiche que no sabía que me gustaba tanto en una mujer... o en ella. Porque siento que siempre me gustaron las mujeres con coleta. Volví a ver su sonrisa y me di cuenta de que jamás la he visto, sonreírme así, siempre tenía una expresión incómoda, o confusa... y si sonreía se le veía nerviosa. Entonces recuerde que el único momento en el que la vi sonreír fue cuando supo que volvería a trabajar en su servicio de catering. —Tal vez he estado jugando demasiado a mi propio juego, sin percatarme de lo que ella quiere... —con una seria expresión manejé hasta llegar a casa sintiendo un raro sentimiento. Cuando abrí la puerta, Susana apare
Se nos hizo costumbre. Se hizo costumbre encontrarnos todos los días en la biblioteca, y hablar de todo... he ignorarnos en los pasillos, no teníamos por qué hacerlo... solo éramos dos personas que nos llevamos bien, pero aquel puntillo de secretismo... de exclusividad entre nosotros daba un poco de morbo, y fidelidad... me hacía sentir que yo era suya y él era mío. Después de salir de mis clases extracurriculares, entre en la biblioteca apurada pensando que Ismael ya no estaría esperándome, el atardecer ya caía en el campus y la luz rojiza entraba cálida en las ventanas de la biblioteca. Al final del último puesto se encontraba Ismael dormitando en la mesa, una sonrisa broto de mis labios y lentamente me acerque hasta él para sentarme a su lado, le mire dormir en silencio... quería despertarle para que se fuera, pero eso suponía alejarme de estar tan cerca de él. Me incline a su rostro mirándolo embelesada, acerque mi mano a sus labios deseosa de saciar mi curiosidad, de repente abr
Debilidades Solo un malnacido podía terminar con una mujer por no hacerle una felación, ¿qué clase de relación había tenido con el imbécil de Jeremy? Con estas palabras me daban más ganas de saberlo, yo no era el hombre más correcto, era un mujeriego libertino, pero hasta para mí me parecía nefasto terminar con una mujer por esa razón. —Susana.... Jeremy es un bastardo, si termino contigo por algo como eso, no lo dudes... es un niño pequeño, e inseguro y consentido por mi tía. —No lo sé, por eso te lo pregunto, eres hombre. Aún sigo preguntándome que hice mal... —intento de nuevo jalar mi cinturón, y con tranquilidad indiqué. —Se desliza así... —presione la chapa aún lado, soltando mi pantalón, perpleja, suelta una carcajada. Alce de nuevo su rostro hacia mí e indiqué. —Te arrepentirás de esto en la mañana, estás borracha, vamos a dormir. —Acaso es una especie de bóveda blindada, porque tiene tanta seguridad.—Río sin escucharme, y con eso me confirmaba que se arrepentiría mañana,
Novia prófuga Preparada para salir, camine con apuro hacia las escaleras, guarde mi celular en mi bolso, cuando vi a Ismael sentado con celular completamente absorto con aquel porte elegante, mi corazón latió con fuerza recordándomelo todo, ¿por qué estaba aquí aún? Se supone que a esta hora él ya no estaría. Alzo sus ojos y como una sonrisa de medio lado llena de intenciones maliciosas, aparte la mirada cuando le escuche decirme. —Cuanto apuro y con resaca, ¿adónde vas? —Tengo... un asunto que tratar —dije intentando esconder mi apuro. —Vaya, así que tienes otra reunión más importante.—Indico lanzándome una mirada que no entendí que significaba. —¿más importante...? —inquirí confusa, rio levemente y soltó. —Qué cruel, ¿ya lo olvidaste...? Bien —indico pinchando su fruta —¿no vas a desayunar? —miro la encimera de la cocina y miles de recuerdos sucios viene a mi mente, le veo sonreí y sin saber que decir suelto. —No tengo hambre, la... la... resaca aún me revuelve el estómago.
Tres y la ecuación Tres personas con muchas cosas que en común sentadas todas en el mismo salón. Ismael, el novio que fue plantado en su boda, Isabel Dumet, una modelo prestigiosa de las segundas familias más importantes de España a la cual había dejado botado su matrimonio, y luego estaba yo... la esposa postiza del novio. Les miré de reojo y hablaban con tanta naturalidad que podía notar lo bien que se llevaban, entonces era verdad... tuvieron una relación antes. Y sin poder aguantar, pregunte lo que ellos parecían obviar. —¿Por qué... no apareciste en tu boda?—Ellos guardaron silenció, me miraron, la chica sonrió y dijo. —No tenía ganas. —Dijo con una enorme sonrisa, sorprendida, la miré con una sonrisa forzada. —No... tenía... ¿Ganas? Pero dejo a su novio en el altar, y en un gran aprieto. —La chica me miro confusa y luego miro a Ismael. —¿No le has dicho nada? —Pensé que lo intuía, después de aceptar mi trato. —Siempre es lo mismo contigo Ismael, tan desinteresado en todo —