De repente me llego algo al celular, aleje mi vista de los papeles que leía con calma, tome el teléfono y al ver que era un mensaje de shon lo abrí dejándome sorprendido. Era una foto de Susana sentada sobre Shon mientras sonreía dándole un beso en la mejilla, sus mejillas levemente teñidas de rojo, y esa sexy coleta que empezaba a volverse un interesante fetiche que no sabía que me gustaba tanto en una mujer... o en ella. Porque siento que siempre me gustaron las mujeres con coleta. Volví a ver su sonrisa y me di cuenta de que jamás la he visto, sonreírme así, siempre tenía una expresión incómoda, o confusa... y si sonreía se le veía nerviosa. Entonces recuerde que el único momento en el que la vi sonreír fue cuando supo que volvería a trabajar en su servicio de catering. —Tal vez he estado jugando demasiado a mi propio juego, sin percatarme de lo que ella quiere... —con una seria expresión manejé hasta llegar a casa sintiendo un raro sentimiento. Cuando abrí la puerta, Susana apare
Se nos hizo costumbre. Se hizo costumbre encontrarnos todos los días en la biblioteca, y hablar de todo... he ignorarnos en los pasillos, no teníamos por qué hacerlo... solo éramos dos personas que nos llevamos bien, pero aquel puntillo de secretismo... de exclusividad entre nosotros daba un poco de morbo, y fidelidad... me hacía sentir que yo era suya y él era mío. Después de salir de mis clases extracurriculares, entre en la biblioteca apurada pensando que Ismael ya no estaría esperándome, el atardecer ya caía en el campus y la luz rojiza entraba cálida en las ventanas de la biblioteca. Al final del último puesto se encontraba Ismael dormitando en la mesa, una sonrisa broto de mis labios y lentamente me acerque hasta él para sentarme a su lado, le mire dormir en silencio... quería despertarle para que se fuera, pero eso suponía alejarme de estar tan cerca de él. Me incline a su rostro mirándolo embelesada, acerque mi mano a sus labios deseosa de saciar mi curiosidad, de repente abr
Debilidades Solo un malnacido podía terminar con una mujer por no hacerle una felación, ¿qué clase de relación había tenido con el imbécil de Jeremy? Con estas palabras me daban más ganas de saberlo, yo no era el hombre más correcto, era un mujeriego libertino, pero hasta para mí me parecía nefasto terminar con una mujer por esa razón. —Susana.... Jeremy es un bastardo, si termino contigo por algo como eso, no lo dudes... es un niño pequeño, e inseguro y consentido por mi tía. —No lo sé, por eso te lo pregunto, eres hombre. Aún sigo preguntándome que hice mal... —intento de nuevo jalar mi cinturón, y con tranquilidad indiqué. —Se desliza así... —presione la chapa aún lado, soltando mi pantalón, perpleja, suelta una carcajada. Alce de nuevo su rostro hacia mí e indiqué. —Te arrepentirás de esto en la mañana, estás borracha, vamos a dormir. —Acaso es una especie de bóveda blindada, porque tiene tanta seguridad.—Río sin escucharme, y con eso me confirmaba que se arrepentiría mañana,
Novia prófuga Preparada para salir, camine con apuro hacia las escaleras, guarde mi celular en mi bolso, cuando vi a Ismael sentado con celular completamente absorto con aquel porte elegante, mi corazón latió con fuerza recordándomelo todo, ¿por qué estaba aquí aún? Se supone que a esta hora él ya no estaría. Alzo sus ojos y como una sonrisa de medio lado llena de intenciones maliciosas, aparte la mirada cuando le escuche decirme. —Cuanto apuro y con resaca, ¿adónde vas? —Tengo... un asunto que tratar —dije intentando esconder mi apuro. —Vaya, así que tienes otra reunión más importante.—Indico lanzándome una mirada que no entendí que significaba. —¿más importante...? —inquirí confusa, rio levemente y soltó. —Qué cruel, ¿ya lo olvidaste...? Bien —indico pinchando su fruta —¿no vas a desayunar? —miro la encimera de la cocina y miles de recuerdos sucios viene a mi mente, le veo sonreí y sin saber que decir suelto. —No tengo hambre, la... la... resaca aún me revuelve el estómago.
Tres y la ecuación Tres personas con muchas cosas que en común sentadas todas en el mismo salón. Ismael, el novio que fue plantado en su boda, Isabel Dumet, una modelo prestigiosa de las segundas familias más importantes de España a la cual había dejado botado su matrimonio, y luego estaba yo... la esposa postiza del novio. Les miré de reojo y hablaban con tanta naturalidad que podía notar lo bien que se llevaban, entonces era verdad... tuvieron una relación antes. Y sin poder aguantar, pregunte lo que ellos parecían obviar. —¿Por qué... no apareciste en tu boda?—Ellos guardaron silenció, me miraron, la chica sonrió y dijo. —No tenía ganas. —Dijo con una enorme sonrisa, sorprendida, la miré con una sonrisa forzada. —No... tenía... ¿Ganas? Pero dejo a su novio en el altar, y en un gran aprieto. —La chica me miro confusa y luego miro a Ismael. —¿No le has dicho nada? —Pensé que lo intuía, después de aceptar mi trato. —Siempre es lo mismo contigo Ismael, tan desinteresado en todo —
¿Y si me gustaras? Me até mi cabello mirándome al espejo un segundo con inseguridad, él había dicho que le gustaba mi coleta, pero no entendía el porqué eso era lindo. Quite mis lentes y respire hondo intentando calmar mis nervios, no podía ser tan difícil, Susana... tú puedes... solo eran unas tontas lentillas, que tan difícil podía ser ponérselas. Acerque la pequeña cajita con líquido, me acerque al espejo y tomando una de las lentillas lo acerque a mi ojo. —¡Ahhh! —grité sintiendo como se me caí mi ojo del dolor, iba a quedar tuerta para mi cita... sería una completa basura si no veía nada. Abrí mis ojos de repente y al mirarme al espejo no me reconocí, mis ojos estaban un poco irritados, pero creo que no había sido tan mal. Satisfecha terminé de arreglarme, poniéndome un bonito vestido azul cielo, y de zapatos unas zapatillas blancas. Tome mi bolso y lista para encontrarme con Ismael, salí de mi casa. Cuando salí de mi habitación, escuché un fuerte estruendo en la habitación de
Un juego para dos Tome unos pantalones de color rosa pálido holgados y una camisa corta que mostraba mi ombligo del un color blanco puro, dejando libre mis hombros. Aún era fin de verano, así que esperaba no morir de frío. Tampoco era mi estiló, pero ¿por qué no...? Tal vez hoy quería sorprender, tal vez hoy quería ser más atrevida, me dije a mí misma sonriendo levemente al espejo, así que para redoblar la apuesta tome un coletero y ate mi cabello en una coleta alta. Toda mi vida me creí que no era tan guapa como las demás, pero crecí y me di cuenta, de que solo necesita florecer a mi tiempo. ¿Ahora como me veía Ismael...? Estaba segura de que él me reconocía o jamás hablaría de mi coleta como lo hacía en el pasado, ¿Entonces porque fingía...? Respire hondo, sintiendo un profundo rencor renacer, quería jugar su mismo juego, enloquecerlo, descolocar su mundo al menos un poco. Armada de valor y con una clara convicción, baje las escaleras encontrándome con Ismael en el salón y shon habl
Carraspeé mi garganta mirando al frente mientras tomaba una curva en la solitaria carretera. Intente cavilar en el silencio que decir. No quería decirle la verdad, me avergonzaba confesar lo tonta que había sido con Jeremy. No quería eso... —Él y yo tenemos negocios que en común, acabamos de terminar, es normal que aún nos veamos para solucionar nuestros problemas. —Yo no te estoy exigiendo que no os veáis, lo que quiero saber es porque no quisiste decirme. —No lo vi necesario, solamente sería una conversación. —¡Una conversación que termino en un beso al cual mi familia se enteró, y ahora tendré que buscar la manera de explicarlo! Detén el puto auto, Susana. —increpo enojado dándole un golpe a la guantera —¡Lo siento, tienes razón... debí avisarte para evitar un escándalo a tu adorada familia, pero tú tampoco me contaste que le enviaste mi anillo a Jeremy! ¿Qué intentabas con eso? ¿Provocarlo? Estaba como loco cuando hablamos por tu pequeño jueguito. —En vez de parar, acelere eno