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¿Raptada por mi suegra?
¿Raptada por mi suegra?
Por: LashistoriasdeEva
Capítulo 1: El SECUESTRO

    No puedo ver nada, todo está a oscuras, me siento mareada, me duele todo el cuerpo, tengo la garganta reseca y este fuerte dolor de cabeza que no me permite abrir bien mis ojos.

     —¿Qué me pasó? ¿Dónde estoy?

     Poco a poco trato de ver lo que hay a mi alrededor.. 

     —Qué olor tan horrible, huele a orín.

      ¿Qué hago aquí? en este lugar tan espantoso, lo único que veo es este colchón mugriento tirado en el suelo.

     Con la poca luz que entra por las rendijas del techo, puedo observar que en ese cuartucho no hay nada, sólo yo y el colchón.

     —¿Qué es esto? Tengo puesto mi vestido de novia, pero está roto, mi vestido está sucio y desgarrado por todas partes.

     En ese momento mi corazón empieza a latir muy aprisa, estoy asustada, mi mente está muy confusa, aún no puedo entender lo que está pasando.

     En medio de la confusión me llega la imagen de Marcus, mi novio, recuerdo su sonrisa y sus palabras antes de la boda.

     —Amor, mañana serás mi esposa, te amo y te amaré siempre, mañana serás mía, nada ni nadie nos separará, esto es el comienzo de una nueva vida para los dos.

     —Marcus mi amor, no pude llegar a la boda, ¿quién me trajo para acá?, Dios me voy a volver loca, lo único que recuerdo es que estaba en el auto en dirección al lugar donde se iba a realizar la ceremonia, el auto fue interceptado por otro vehículo, dos hombres bajaron con pistola en mano, apuntaron al chófer y me sacaron del auto a la fuerza, me colocaron un pañuelo que despedía un olor muy fuerte, perdí el conocimiento y ahora estoy aquí, en esta habitación oscura y hedionda a orín. 

     ¿Quién me hizo esto y por qué? 

      Pego mi rostro en una de las rendijas de la pared de zinc que cubren la habitación donde me encuentro, grito lo más que puedo.

     —Auxilio, alguien que me escuche, saquenme de aquí. Por favor, ayúdenme, estoy encerrada.

      Por minutos grito con toda mi fuerzas, pero nadie viene en mi auxilio.

     Me siento cansada de tanto gritar, me tumbo  en el piso, lloro y lloro.

     De pronto la puerta de la habitación se abre, dos hombres con el rostro cubierto con una máscara negra entran, uno de ellos trae una bandeja.

     —Ya despertaste, te traje un poco de agua y comida.

     —¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué estoy aquí?

     —No hagas preguntas que no podamos responder, es mejor que comas, porque no sabemos cuánto tiempo vas a estar aquí.

     —Por favor ayúdenme, mi novio tiene mucho dinero, si ustedes me ayudan a salir de aquí les prometo que los voy a recompensar bien.

     Los dos secuestradores se vieron la cara y uno de ellos soltó la risa.

     — Mira niñita, es mejor que te portes bien, acá no hay escapatoria, no hagas que mi amigo se moleste y te lastime, él tiene muy mal carácter, así que come y no hagas ruido, por aquí nadie te va a escuchar.

     —¿Quién les está pagando por esto? La familia de mi novio puede duplicar la oferta.

     —No seas necia, será mejor que te duermas.

     Los dos hombres salen y me dejan más aturdida que antes y ahora, 

¿qué hago?, me pregunto sin obtener respuesta.

     Me siento en el piso, en un rincón de la habitación, allí  recuerdo el día que conocí a Marcus. Yo estaba con mi amiga Fabiola paseando por el bulevard cerca de la playa

     —Amiga cómete ese helado que se te va a derretir en la mano.

     —Ya va, deja sujetarme el pelo con mi peineta.

     Mi peineta se salió de mi pelo cayendo al piso, yo me agaché para recogerla cuando me levanté tropecé con el cuerpo de un hombre que me cautivó desde el primer momento que lo vi, fue tanto mi nerviosismo que mi helado fue a caer en su camisa.

     —Disculpe, mire como le ensucié su camisa.

     —No se preocupe, la próxima vez mire bien por donde camina.

     Tragué en seco, quizás por la vergüenza o quizás por lo aturdida que estaba, ese hombre me inquietó demasiado, aunque en ese momento yo pasé inadvertida para él.

     La bandeja está allí frente a mí,  no tengo hambre, pero tengo  que comer, no sé el tiempo que voy a estar encerrada, por lo tanto necesito alimentarme, así pensaré mejor como salir de aquí.

     Seguramente Marcus y sus padres estarán buscándome, de seguro ya dieron parte a las autoridades y no tardarán en dar conmigo.

      No sé cuánto tiempo he pasado dando vueltas por este mugriento lugar, tengo muchas ganas de hacer pipí, tengo que llamar para ver si me escuchan .

     —Por favor pueden abrir, necesito ir al baño.

     Grito varias veces hasta que por fin abren la puerta. 

     —¿Qué pasa, por qué tantos gritos? 

     —Necesito ir al baño.

     —¿Qué vas hacer en el baño?

     —Me estoy haciendo pipí.

     —¿Nada más?

     —Sí, sólo eso, quiero hacer pipí.

     —Entonces hazlo en un rincón.

     El hombre dijo eso y cerró la puerta.

     Con razón la habitación despide tanto olor  a orín, está claro que antes de mí hubo otras u otros encerrados en este cuarto.

     Aguanto  lo más que puedo , pero siento que la vejiga se me va a reventar, 

 la necesidad me obliga a buscar un rincón  para orinar. 

     Allí en ese rincón recordé cuando era una niña, el piso de la habitación donde dormía era de tierra igual que este donde estoy ahora, el baño quedaba en el patio un poco lejos de mi habitación.

     —Ya estoy escuchando los gritos de mi mamá, como siempre está borracha, drogada y mi padrastro también, hasta cuándo será esto, siempre discutiendo. Y ahora mi padrastro la está golpeando, voy a tener que esconder los cuchillos, son capaces de matarse, mejor me quedo aquí callada, me estoy orinando, pero si me ven seguro y la agarran  conmigo.

     Por miedo a que me vieran me orinaba en los rincones de mi habitación.

    Después que hago pipí, me tiro en el colchón, para pensar cómo salir de allí, no puedo derrumbarme, tantos libros que he leído de escapes y de secuestros en algo me tienen que ayudar.

     Cierro mis ojos, para imaginarme las palabras y las manos suaves de mi protector, mi suegro, bueno él que iba a ser mi suegro porque no pude llegar a la boda. 

     —Camila hija, tú eres muy inteligente, tienes memoria fotográfica, gracias a esa inteligencia que tienes vas alcanzar puestos grandes en esta empresa, pero eso de seguro te traerá problemas, la envidia de muchos empleados, pero ese es el precio que tenemos que pagar, cuando subimos de nivel.

      Mi jefe inmediato es un hombre déspota, arrogante, que ha alcanzado el nivel que tiene en la empresa por acostarse con las esposas de altos ejecutivos, muchos lo saben, pero nadie dice nada, sólo yo me atreví a enfrentarlo, es un acosador, se vale de su puesto gerencial para dormir con muchas, sobre todo con las nuevas, conmigo no pudo, por eso su rabia hacia mí.

     Por otro lado está la ex novia de Marcus, otra más que me envidia, cuando conocí a Marcus ya ellos habían terminado, pero ella aún conserva la esperanza de volver a ser su novia.

     Dándole vueltas a la cabeza buscando en ellos los posibles culpables de mi secuestro paso muchas horas, el sueño me vence y me quedo dormida, a medianoche siento algo frío en mi pierna, doy un salto que me hizo  levantarme del colchón, es una serpiente.

     —Auxilio, vengan a ayudarme.

      Grito y grito hasta que me escucharon.

     Los hombres entran en la habitación, preguntándome con rabia por haberlos despertado.

     —¿Qué pasa, por qué tantos gritos?

     —Una serpiente, aquí hay una serpiente.

     —¡Ah! Es eso, no te preocupes, las serpientes de por aquí no tienen veneno.

     —¿Cómo saben qué no son venenosas?

     —Porque  hemos matado a varias y todas son inofensivas, te pueden morder , pero no te inyectan veneno.

     —Así no puedo dormir.

     —Si quieres me quedo para hacerte compañía -me dijo uno de ellos, pasando su lengua por sus labios.

     Eso me aterró, pero armándome de valor le respondo.

     —No, yo me sé defender de las alimañas.

     Los hombres salen de la habitación y  puedo notar que no tienen capuchas, aunque está un poco oscuro, puedo ver sus rostros, no con mucha claridad, pero algo vi. 

     Vuelvo al colchón a tratar de dormir, recordé lo frío de la serpiente y eso me produjo escalofrío, no por la serpiente, si no porque esa frialdad en mi pierna me trajo a la memoria la mano helada de mi padrastro, cuando una noche de tormenta entró a mi habitación

     Estoy dormida, pero siento en mi pierna una mano callosa que recorre mi pierna de niña, toda asustada le grité.

     —¿Qué hace usted aquí?, salga de mi habitación.

     Él con su sonrisa macabra, quiso seguir con su recorrido,  pero yo me levanté y de un salto me bajé de la cama.

     —Le dije que saliera de aquí, si no voy a gritar.

      —Grita niña estúpida, nadie te va a escuchar.

     —Mamá, mamá.

     —Tú mamá no te va a oír, ella llegó borracha, está rendida de la cantidad de alcohol que tomó.

     Él tambaleándose por la cantidad de aguardiente que tenía encima quiso abalanzarse sobre mí, yo tomé una plancha de ropa que estaba cerca y con fuerza se la lancé a la cabeza, un hilo de sangre corrió por su frente.

     —Desgraciada mira lo que me hiciste, me rompiste la cabeza.

     Salí de la habitación y corrí bajo la lluvia, a lo lejos escuchaba sus gritos.

     —Me las vas a pagar, esta me la cobro algún día, no me voy a olvidar de esto, te juro por la desgraciada de tu madre que me las pagas.

      Las lágrimas corrían por mis mejillas recordando esos tristes momentos, mis manos están sucias, toda yo estoy sucia y allí en ese cuartucho  a oscuras me arrodillo para hablar  con Dios. 

    —Señor tú no me darás más carga de la que no pueda soportar, sólo te pido que no me dejes sola, sostén mi mano, dame la sabiduría, para salir de esto.

     Así van pasando los días, cerca del amanecer me despierto con  el cantar de un gallo, abro los ojos preguntándome.

     —¿Qué fecha será hoy? ¿Cuántos días habrán pasado desde mi secuestro? ¿Me estarán buscando?

     Estoy tirada en el colchón, cuando me despierta  la voz de una mujer, está como enojada, al parecer está discutiendo con los secuestradores, esa voz me es familiar, pero no logro identificarla, al rato la puerta se abre y uno de los hombres, él más amable de los dos me informa.

     —Dentro de dos días te vas.

     —¿Me voy? ¿Para dónde? ¿Me van a soltar?

     —No lo creo, seguramente te llevan a otro lugar.

     —¿Pagaron mi rescate?

     —No lo sé, escuché a mi amigo hablando por teléfono y creo que te sacan del país.

     —¡Dios, no puede ser!, por favor tienes que ayudarme, tú no eres igual a tu amigo, tú eres diferente, eres bueno, por favor ayúdame a salir de aquí.

     —No puedo, si te ayudo a escapar me matan.

     —Yo no me puedo ir de mi país, ayúdame por favor, si lo haces te prometo que te voy recompensar, no te va a pasar nada.

     —Lo siento, pero no puedo.

      Comienzo a idear un plan para escapar, sé que estoy en un lugar apartado de la ciudad, como un campo, estoy  rodeada de árboles, lo sé porque las ramas golpean el techo de la habitación, el cantar del gallo en la mañana y el ladrido de perros me indican que hay un caserío cerca o bien una casa que está habitada.

     —Tengo que escaparme de aquí, no sé cómo, pero algo me dice que mi salvación está en el muchacho más joven, tengo  que convencerlo para que me ayude.

   

    

     

     

     

     

     

     

     

    

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