Tengo frente a mí a ese hombre hermoso, esperándome con los brazos abiertos, no me puedo negar a ese abrazo. —Ven. Y yo voy. Me envolvió en esos brazos y luego así abrazados me lleva a la cama. —Pensabas que ibas a dormir sola. —Sí, tienes visita y una de ellas estoy segura que quiere dormír contigo. —Pero yo no, prefiero estar aquí entre estos brazos que ya me tienen preso, tú eres mi cárcel, pero yo quiero esta condena. Quiero pedirte disculpas. —¿Por qué? —Creo que fui muy rudo contigo, nunca me imaginé que era tu primera vez, para serte sincero pensé que eras más experimentada, como te secuestraron con tu traje de novia, no sé por un momento creí que eras la pareja de Marcus. —Y te asusta el hecho que tú seas el primero. —El primero y el último, no en realidad no me asusta, más bien me complace, tengo que agradecerte que me hayas dado el privilegio de encaminarte, yo seré tu instructor, tu modelo, pero ojo, no quiero que
Acá estoy en el lugar que acordé con mi amiga Fabiola, mientras espero estoy mirando como pasean las parejas agarrados de la mano. Esto nunca hice con Marcus, nuestros encuentros eran en paseos, centros nocturnos, cines, pero nunca paseamos por las calles de la ciudad y mucho menos agarrados de la mano. Allí viene la loca de mi amiga, como siempre llamando la atención de la gente, con sus trajes tan alegres y esa risa que siempre la acompaña. —Hola amiga. —Hola Fabiola. —¿ Y eso, tú por aquí? Acordamos que nos veríamos la próxima semana. —Sí, pero surgieron imprevistos y decidí venir antes. —¿De qué clase de imprevistos hablas? —Después te cuento, ahora dime hablaste con tu novio el policía. —No es mi novio, aunque estamos saliendo, vamos a ver cómo me va, sí hablé con él, pero antes deja tomarme un café y luego te cuento. —Ya te lo pedí, cuando te ví entrar sabía que necesitabas un café, ya te lo traen. —Gracias amiga, como
No sé cuánto tiempo ha transcurrido, pero aún permanecemos así, abrazados, muy apretados el uno con el otro. —¿Sabes lo que me dijo el primo cuándo te conoció? —No, no lo sé. —No seas odiosa, por supuesto que no lo sabes. —Disculpa, quise reírme un rato. —Me dijo que bien necio es el hombre que te conoce y te deja ir, que más se puede pedir, una mujer hermosa y que puede hablar de cualquier tema sin aburrir, esas palabras me han estado dando vueltas en la cabeza, bien estúpido sería si te dejo ir, pero sabes a veces tengo miedo de que esto nuestro no sea real. —¿Por qué tienes miedo? —De mis sentimientos no, yo estoy seguro que te amo, pero temo que lo tuyo no sea amor, que sólo sean las ganas inmensas que tienes de buscar un protector, yo sé, te siente sola, desvalida, de repente entro yo y eso puede llegar a confundirte, pasaste muchos días sola, en un cuarto miserable, sin baño, en situaciones precarias, tú no estás acostumbrada a pasar tantas necesidades, de pronto aparezco
Jam y Fabiola ya estaban esperándonos sentados en la barra del restaurante. —Hola amiga. —Hola Fabiola. —Cristhofer, él es Jam, quién nos va ayudar con el caso de Camila. —Es un placer Jam. —Igual para mí Cristhofer, su cara me es familiar me da la impresión haberlo visto en algún lugar. —Bueno en la policía no fue. —Espero que no. El mesonero se acerca y nos conduce a una mesa. —Doctor por aquí por favor. ¿Doctor? Cristhofer aún no me ha dicho cuál es su profesión, pero por la casa que tiene creo que lo que esté haciendo le está dando buenos beneficios. —¿No estás de servicio? Porque voy a pedir una botella de whisky, para que me acompañes. —No, tranquilo puede pedir la botella yo lo acompaño. Cristhofer está molesto por eso quiere tomar, en realidad no me gusta la idea, tenemos que tomar carretera y a Cristhofer le gusta mucho correr, pero si le digo que no tome se puede molestar más de lo que está. —Jam, qui
MANSIÓN DE LOS ASTURIAS. —Marcus, ¿ya el pedido está listo? —Sí mamá, ya tengo todo arreglado para cuando llegue. —¿Cuándo llega el barco? —La semana que viene. —¿Ya hablaste con los inspectores? Mira que no quiero problemas, todo tiene que estar en un supuesto orden de legalidad. —Sí mamá, por favor confía en mí. —Ese es el problema, la última vez que confié en ti, lo echaste todo a perder, tu enamoramiento por poco echa a perder todo. —Mamá hasta cuándo me lo vas a echar en cara. —Siempre te lo voy a echar en cara, por estúpido por poco se pierde todo por lo que he peleado durante tantos años. —Bueno, pero ya eso está solucionado. —Eso espero Marcus, no quiero errores, dejé todo en tus manos, espero que no vuelvas a cometer las mismas equivocaciones, yo tengo mucho trabajo para tener que arreglar también tus errores, así que error que usted cometa, usted los arreglas, yo no quiero meter mis manos, tú sabes Marcos si yo vue
—Amor despierta, ¿tienes que comer? —¿Qué hora es? —Ya se está haciendo de noche y tú no has comido, ¿cómo te sientes? —Me duele el vientre, estoy mareada. —Amor, ¿estarás embarazada? —No lo creo, unos días antes de la boda fui al ginecólogo y me inyectó para prevenir el embarazo, yo no quería salir embarazada tan pronto. —Ósea que no quieres tener hijos. —Por alguna razón yo no quería tener hijos tan pronto. —Y conmigo, ¿tampoco los quieres tener? —Sí, contigo sí quiero, pero no ahora, entiéndeme yo estoy viviendo una vida de mentiras, como si no existiera. Cuando salga embarazada, quiero vivir mi embarazo, gritarlo al mundo, ahorita no puedo ni siquiera abrir mis cuentas bancarias. —Tú conmigo no necesitas tus cuentas bancarias, para eso yo tengo las mías que también son tuyas. —Sí amor, pero yo no puedo vivir toda la vida encerrada en estás montañas. —¿No te gusta vivir aquí? —Me gusta vivir donde tú estés
—¿Dónde estabas? —Haciendo unas llamadas, luego me quedé en la biblioteca resolviendo unos asuntos. Me está mintiendo, estaba llorando, tiene los ojos rojos, no me dice nada porque está dolido, él cree que yo no quería al bebé, es verdad por ahora yo no quiero tener hijos, pero cuando me dijo el doctor que estaba embarazada lo sentí en mi vientre, lo quise, era mi bebé, él que fue hecho con amor con el hombre que amo más que mi vida misma. Ahora ese hombre está allí, y no quiere mirarme a los ojos, sé que me cree culpable, cómo hago para convencerlo que a mí también me duele haberlo perdido. —¿Cómo te sientes? —Estoy bien ¿y tú? Me mira, por fin lo hace, sus ojos aún están empañados en lágrimas, de inmediato esquiva la mirada, pero no responde mi pregunta. —Voy a la cocina para decirle a Paola que te prepare el desayuno, luego vengo. No puedo mirarla a la cara, es tanto el dolor que siento que puedo decir cosas que la vayan a herir, mejor
—Fabiola voy en camino. —Okey amiga, acá estoy esperándote. Bueno ya di el paso más difícil, irme de esa casa que me acogió cuando necesitaba de un refugio, de esos brazos que me dieron calor y protección, pero tenía que hacerlo, ahora una vez más estoy sola. —Amiga, bienvenida a tu casa. —Gracias Fabiola. —Ahora vamos a conversar, ya preparé café para que me cuentes todo mientras lo tomamos. —Sí, pero antes déjame ir a la habitación, necesito descansar. —Señorita Camila, si me permite déjeme llevarle la maleta, usted no puede tomar peso, recuerde que tiene que descansar, usted todavía está de reposo. —Gracias Frederick. —No se preocupe señor yo le llevo la maleta a Camila. —Bueno entonces me voy, cualquier cosa que necesite no dude en llamarme. —Está bien, lo tendré en cuenta. —Oye, ya que el señor se fue me puedes explicar porque estás de reposo. —Fabiola tuve un aborto. —¿Qué, estabas embarazada? —Sí, l