Él era mi secreto mas oscuro
la prueba de que a veces deseamos el dolor,
solo para comprobar que todavía seguimos vivos,
Por que él podía obligarme a pactar el trato solo con una sonrisa endemoniada
Y yo ardería en el calor de sus brazos con gusto.
Por que podía jurarme amor eterno con los dedos cruzados tras su espalda
y yo arrancaría mi corazón para dárselo como garantía.
Él podía hacerme creer que era mejor vivir en un cielo sin él
y yo sería capaz de arrancarme las alas solo para no perderlo.
Éramos una guerra que no tenia final,
un amor que solo era odio, caos y mentiras.
Un te quiero que en realidad significaba deseo.
Él lo supo desde la primera vez que miro mis ojos llenos de lagrimas
Y yo sabía quien era,
pero aun asÍ lo ame hasta el final.
El equipo de voleibol femenil de la secundaria Bringhton estaba disperso mientras el entrenador caminaba de un lado a otro por la cancha techada sonando su silbato mientras las estudiantes golpeaban el balón, la temporada estaba por empezar y el espíritu de competencia se sentía en cada uno de los miembros del equipo. Adriana amaba jugar la mayoría del tiempo a pesar de que había tenido un año del asco, de vez en cuando el deporte le servía un poco para desahogarse, debido a ello se había convertido en una de las rematadoras principales, siempre realizando ataques que sus contrincantes difícilmente lograban detener, cosa que hacía que sus compañeras de equipo la odiaran aún más ya que la necesitaban para ganar. Era una de las favoritas del entrenador, quien era el mayor beneficiado de las victorias del equipo, ya que al ser las mejores y llevar trofeos constantemente era recompensado por la escuela con bonos y halagos de parte del director, pues se habían convertido en el segundo equi
Adriana caminaba por la sexta avenida en el corazón de Midtown Manhattan con una enorme bolsa llena de cristales para bordar el vestido en el que había estado trabajando esa semana, después de años y años de duro trabajo había conseguido un préstamo con el que por fin pudo abrir su pequeña tienda que estaba a unas calles de los grandes almacenes comerciales de Nueva York, Adrianne Bridal Collection era su sueño hecho realidad, le había costado sudor y lágrimas llegar a donde se encontraba ahora y aunque su tienda no era rival para los grandes almacenes de vestidos de novia, se había abierto su propio camino en la industria de las bodas. Fue un golpe de suerte el día que una de las neoyorkinas más populares en las redes sociales durante ese año haya decidido pasear por la ciudad y pasara por justo frente a su tienda para enamorarse del vestido que justo estaba colocando en el aparador, Adriana había trabajado en el durante un mes, cociéndolo en la pequeña sala de su departamento hasta
Kenneth había tenido reuniones durante todo el día una tras otra sin descanso alguno, había estado trabajando más que nunca ahora que su padre estaba por retirarse y él asumiría el control de todo SisWerth, no había hecho las cosas más fáciles el que su padre abriera una sede de la compañía en el corazón de Manhattan, ochenta pisos llenos de oficinas y empleados que quedarían bajo su cargo muy pronto. Estaba cansado de hablar con personas y todo lo que quería era ir a casa para cenar, tomar un baño e irse a dormir, pero la caprichosa heredera de su prometida había insistido en hacer una fiesta de compromiso con sus amigos. Ni siquiera eran gente importante como para que al menos sacara alguna ventaja de ello y pudiera hacer más contactos en la gran manzana aunque técnicamente SisWerth ya estaba en todas partes, en cada computadora y teléfono celular de toda América y gran parte de Europa.Ya iba tarde cuando finalmente llego al bar donde Emma había decidido realizar ''su pequeña fiest
Adriana estaba recostada en su pequeña cama individual, dibujando en su tableta cuando su bandeja de entrada salto avisándole sobre un nuevo correo electrónico, no tenía planeado abrirlo cuando vio que se trataba de un banco, pero sus ojos alcanzaron a captar la frase ‘’solicitud de préstamo’’ y eso capturo su atención. Abrió rápidamente el correo donde le explicaban que su antigua solicitud de préstamo había sido revisada de nuevo y que esta vez sí había sido aprobada, rápidamente leyó requisitos y comprobó una vez más que no estaba siendo estafada ya que no podía creer lo que estaba viendo, con el dinero que le estaban ofreciendo podía expandir su tienda e incluso contratar más personal. A la mañana siguiente llamo temprano a Jo para avisarle que llegaría tarde y que despejara su agenda, luego le colgó y se detuvo en la puerta del banco perteneciente a Hammer Corporations, observo el letrero que adornaba la lujosa fachada del enorme edificio y con el corazón latiéndole a mil por hor
Adriana estaba en el suelo del taller recortando patrones de tela cuando Jo entro a despedirse, por un momento la miro confundida y luego recordó que sus otras dos empleadas se habían ido hacia unos veinte minutos. — ¿En qué momento se hizo de noche? —Le pregunto mientras se ponía de pie.Jo le sonrió.—Rocié un poco de agua en las flores y las deje en la recepción ya que tu no las quisiste en tu oficina—Jo le guiño el ojo con diversión, —Nos vemos mañana jefa, tu agenda está llena así que llega temprano.Adriana suspiro mientras recogía todo lo que tenía esparcido en el suelo, apago las luces y luego camino hacia la puerta de Adrianne Bridal Collection, se detuvo para darle una última mirada al arreglo florar sobre el mostrador y luego negó con la cabeza.¿En que estaba pensando ese tal Jared al enviarle flores?Cerro la puerta de la tienda y activo la alarma de vigilancia, el estómago le gruñía de hambre pues se había saltado la hora de comida y solo se había comido media bolsa de
Al terminar la cena Jared los llevo de regreso a la ciudad, mientras conducía comenzó a idear formas de alargar la noche, tenía que convencer a Adriana para que firmara los papeles de una forma u otra, estaba decidido a ganarse su confianza por lo que tenía que mantener su fachada de perfecto caballero frente a ella. — ¿Te gusto la cena? —Le pregunto amablemente. —Sí, estuvo delicioso. Adriana se sentía más relajada ahora que tenía el estómago lleno, después del largo día que había tenido el cansancio la hizo sentir ansiosa por llegar a su hogar y lanzarse sobre la cama a dormir, ya que el día siguiente tenía una agenda apretada con las novias que iban a visitarla. — ¿Te gustaría acompañarme un rato más? —Le pregunto Jared de forma casual, —Podríamos ir a mi departamento a tomar un trago. Adriana lo miro con recelo. —Dijiste que me llevarías a mi casa después de la cena. —Sí, lo hice—Afirmo mientras giraba el rostro para mirarla, —Pero aun no estoy listo para dejarte ir. —Ten
A la mañana siguiente Adriana corría por la calles de Nueva York tratando de llegar a tiempo a su cita con la clienta del vestido Luxury, tenía los bocetos listos para mostrarle el vestido de novia de sus sueños y ponerse manos a la obra para volverlo realidad. En esta ocasión Adriana iba a reunirse con la hija del dueño de uno de los salones de belleza más populares. My New York Beauty era un hermoso local en tendencia donde todas las chicas querían ponerse bonitas, el año anterior había abierto su tercer local en la ciudad, posicionándose como uno de los mejores y más accesibles salones de belleza, por supuesto Adriana nunca había ido a un lugar como ese pero había investigado y resultaba que el lugar era tan bueno que había un mes de espera para conseguir cita en cualquiera de sus sucursales. Esta era otra de sus cuentas grandes, y sabía que no obtener el trabajo no era una opción, en un momento como ese la publicidad que sus clientas le podían proporcionar lo significaba todo para
Al finalizar el día luego de que las chicas se despidieran, Adriana fue la encargada una vez más de cerrar la tienda, como siempre antes de cerrar la puerta miro el interior de su pequeño negocio con anhelo, las palabras tontas que le había dicho Kenneth resonaban en su cabeza y aunque había tratado de olvidarse del asunto, las inseguridades aparecieron como sombras en cada esquina a donde volteara. Se odiaba así misma por dejar que él la afectara de ese modo, no era más que un caprichoso hijo de papi el cual le había dado todo y mientras él era una persona privilegiada Adriana había tenido que hacer todo desde cero. Le había prometido a su madre que no importaba que tan malas fueran las cosas jamás le pediría ni un centavo al desalmado que la había engendrado y aunque Adriana fantaseo con ello en sus peores días, nunca lo hizo. — ¿Día difícil? —Le dijo una voz desde atrás cuando ella estaba cerrando la puerta.— ¡Dios! Vas a hacer que me dé un infarto—Se quejó mientras se llevaba la