Adriana estaba en el suelo del taller recortando patrones de tela cuando Jo entro a despedirse, por un momento la miro confundida y luego recordó que sus otras dos empleadas se habían ido hacia unos veinte minutos.
— ¿En qué momento se hizo de noche? —Le pregunto mientras se ponía de pie.
Jo le sonrió.
—Rocié un poco de agua en las flores y las deje en la recepción ya que tu no las quisiste en tu oficina—Jo le guiño el ojo con diversión, —Nos vemos mañana jefa, tu agenda está llena así que llega temprano.
Adriana suspiro mientras recogía todo lo que tenía esparcido en el suelo, apago las luces y luego camino hacia la puerta de Adrianne Bridal Collection, se detuvo para darle una última mirada al arreglo florar sobre el mostrador y luego negó con la cabeza.
¿En que estaba pensando ese tal Jared al enviarle flores?
Cerro la puerta de la tienda y activo la alarma de vigilancia, el estómago le gruñía de hambre pues se había saltado la hora de comida y solo se había comido media bolsa de papas fritas antes de coser el encaje del velo del último vestido en el que había estado trabajando. De reojo vio que alguien estaba parado cerca de la entrada de la tienda hablando por teléfono, pero decidió no prestarle atención y comenzó a caminar por la acera.
Apenas dio unos pasos cuando una voz la hizo detenerse.
— ¿Te gustaron las flores?
Adriana se giró para mirar al hombre frente a su tienda.
Jared Hammer colgó el teléfono y lo metió en el bolsillo de su pantalón, camino con una sonrisa coqueta en el rostro y se detuvo a pocos centímetros de ella invadiendo su espacio personal. Adriana no sabía que responderle, se había quedado pasmada por la presencia de tremendo adonis, lucia más relajado que en la mañana cuando habían tenido su reunión y no pudo evitar notar que se había cambiado el traje, llevaba el cuello de la camisa desabrochado y el cabello peinado aun lucia húmedo, como si hubiese tomado una ducha antes de ir a verla.
— ¿Señor Hammer que está haciendo aquí? —Le pregunto Adriana de forma desconcertada.
— ¿Quería saber si te gustaron las flores y si estabas interesada en ir a cenar conmigo esta noche?
Adriana no pudo evitar la pequeña risa que escapo de ella ante el descaro de él.
—No creo que sea una buena idea—Le respondió ella con diversión.
— ¿Por qué no?
—No deberías mezclar negocios con placer—Le dijo mientras daba un paso lejos de él.
Jared frunció el ceño inmediatamente.
— ¿Crees que te estoy pidiendo un revolcón a cambio de volverme tu inversionista?
— ¿No es lo que todos los hombres poderosos como tú hacen? —Le dijo Adriana con tono acusatorio.
Jared negó con la cabeza.
— Este rostro no necesita pagar para tener la atención de una dama—Se jacto con arrogancia. Adriana estaba por responderle, pero Jared la interrumpió. —Resulta que hoy conocí a una mujer increíblemente hermosa y admirable, que está empezando un negocio exitoso, además me dejo enganchado con sus hermosos ojos y no he podido sacármelos de la cabeza.
Las mejillas de Adriana comenzaron a teñirse de rosado al escuchar sus cumplidos, no es que no recibiera atención masculina regularmente pero pocos hombres habían alabado su trabajo y normalmente se dedicaban a decirle cosas obscenas que creían que la harían sentir bien. Es por eso que ella evitaba a los hombres trajeados de Wall Street como si fueran la peste, había tenido malas experiencias teniendo citas con chicos de aplicaciones y finalmente se había rendido con los hombres.
—Agradezco tu invitación pero…
El estómago le gruño mientras hablaba y el ruido fue tan fuerte que Jared lo escucho perfectamente, las mejillas de Adriana que ya estaban rosadas se tornaron completamente rojas y la vergüenza la hizo cubrirse el rostro con una de sus manos.
—Yo…
Cerró los ojos con fuerza, quería que se la tragara la tierra en ese momento.
—Solo es una cena—Le dijo Jared con una voz tranquila, —Te llevare a casa al terminar y si no quieres volver a verme nunca entonces yo lo entenderé y te juro que el préstamo no tiene nada que ver, yo soy el director de Hammer Corporations pero no soy quien aprueba esas cosas.
Adriana se mordió el labio mientras lo miraba indecisa.
—Está bien, solo una cena—Dijo aceptado.
Ambos caminaron hacia el lujoso auto estacionado en la acera, Jared le abrió la puerta del copiloto como todo un caballero y espero mientras Adriana subía para luego cerrar la puerta y rodear el auto. Una vez que estuvo arriba encendió el motor el cual emitió un ronroneo que hizo que la piel de Adriana se erizara, los nervios la atacaron porque nunca se había subido a un auto como ese y con un hombre tan hermoso como era Jared.
— ¿Entonces eres soltero? —Le pregunto ella de forma inocente.
Lo cierto era que se había subido al auto de un hombre al que apenas conocía y no tenía idea de nada sobre él, nunca había imaginado ni es sus sueños más locos que conocería a uno de los peces gordos en una circunstancia así o que se interesarían en alguien tan ordinaria como ella.
—Sí, estoy soltero—Le respondió Jared de forma vaga mientras la miraba de reojo. El tráfico era más fluido a esa hora pero Jared manejaba un auto demasiado caro y lo último que quería era involucrarse en un choque, además tenía que llegar en tiempo record al restaurante ya que le había pedido un favor a su amigo para que lo mantuviera abierto hasta tarde para él. —No suelo involucrarme en relaciones sentimentales.
—Oh.
Adriana no supo que más decirle.
Jared escucho su tono de decepción y comprendió que había cometido un error falta.
—Creo que acabo de admitir que soy un mujeriego en voz alta—Le dijo con un tono de voz mortificado. —No es lo que quise decir, lo lamento.
—Está bien, tampoco me sorprendería que fuera verdad—Le dijo ella fingiendo no estar preocupada, —Solo mírate, debes ser codiciado por las chicas de Nueva York.
—Escucha nena, admito que he salido con varias chicas, pero jamás he estado en una relación seria porque la mayoría solo ven mi apellido y que tengo una compañía, así que no suelo tomarlas en serio pero tú eres diferente, realmente me sentí cautivado por ti desde que te vi sentada en la sala de reuniones.
Jared quería golpear su rostro contra el volante del auto por todas las cosas tontas que estaba diciendo, una parte de él esperaba que Adriana no lo rechazara y la otra sabía que lo que estaba haciendo haría que Kenneth estallara de furia.
— ¿Entonces a dónde vamos? —Le pregunto Adriana de forma incomoda tratando de cambiar la conversación.
—Al River Café, la vista del rio es espectacular en ese lugar y el dueño es mi amigo.
— ¿Eres de esos? —Le pregunto Adriana de forma seria.
— ¿De esos? —Repitió Jared confundido.
—Sí, de esos que conocen a media ciudad y que usan sus contactos para impresionar.
Jared se encogió de hombros.
—No es un crimen ser una persona sociable—Le dijo con tono juguetón tratando de aligerar el ambiente entre los dos. — ¿Quieres escuchar algo de música?
—Claro, ¿puedo elegir algo? —Le dijo Adriana fingiendo entusiasmo.
Al menos la música llenaría el silencio incómodo.
—Toma mi teléfono, puedes poner lo que quieras—Le dijo Jared desbloqueándolo y entregándoselo.
Adriana entro a la aplicación de música y selecciono una lista aleatoria, luego le regreso el móvil a Jared y ambos se mantuvieron en silencio mientras conducía hasta el restaurante. Una vez que llegaron, Jared se bajó primero y corrió a abrirle la puerta a Adriana cosa que ella no pasó desapercibido. Al entrar al restaurante solo dos parejas continuaban sentadas en sus respectivas mesas, pues ya casi era la hora de cerrar y la cocina solo estaba esperando a Jared, uno de los meseros los llevo a una mesa frente a las ventanas que tenían la mejor vista y les dio las cartas para que pudieran ordenar, Jared pidió una botella de vino y la Terrina como aperitivo, Adriana solo ordeno una ensalada de burrata y melón, pero ambos decidieron que comerían el pato como plato principal.
—Tenías razón, la vista es muy bonita—Le dijo Adriana luego de que el camarero los dejara solos.
—Es realmente hermosa—Estuvo de acuerdo Jared.
Adriana lo miro y se dio cuenta de que él había dicho eso mientras la miraba. Ella solo le sonrió, pero por dentro no pudo evitar sentir que era completamente ridículo y un cliché, como si Jared hubiese buscado en internet ‘’como ser la cita perfecta’’. Una parte de ella sentía que no estaba siendo honesto y la hacía sentir terriblemente incomoda, no importaba que el fuera hermoso, todo se sentía forzado. La cena transcurrió sin contratiempos, todo era realmente esplendido desde la comida hasta la vista impresionante, la charla entre ambos comenzó a fluir más cuando Jared dejo de tratar de aparentar ser un chico tierno y romántico, se sentía terrible por lo incomodo que se había vuelto la situación entre ambos y mientras cenaban no podía dejar darle vueltas a su cabeza para encontrar la forma de redimirse ante ella. Una vez que terminaron de comer el postre, el camarero trajo la cuenta y Adriana se ofreció a pagar su parte, pero Jared se negó rotundamente ya que él la había invitado. No pudo evitar sentirse sorprendido, ya que era la primera vez que salía con una chica y esta se ofrecía a pagar, Jared era millonario y el dinero no era un problema para él, por lo que siempre terminaba pagando todo cuando salía a cualquier sitio. No se había equivocado con Adriana cuando le dijo que ella no era como las demás chicas que conocía, no estaba tratando de hacerle insinuaciones para llevárselo a la cama y definitivamente no parecía deslumbrada por su dinero, ni siquiera le había hecho preguntas sobre su empresa o su familia.
‘’ ¿Por qué Kenneth odiaba a una chica dulce como ella?’’
Aunque Adriana era el tipo de mujeres que Jared y Kenneth habían evitado, no pudo evitar pensar que quizás su mejor amigo tenía un secreto y la hermosa chica sentada frente a él había robado el corazón del hombre más cruel que conocía. Si era ese el caso, existía la oportunidad de evitar que Kenneth cometiera el mayor error de su vida al casarse con Emma. Había algo extraño con esa chica, Jared lo había sentido desde el primer momento en el que se conocieron y en el fondo sospechaba que ella estaba más interesada en contraer matrimonio que el mismo diablo de su amigo, lo que significaba que tenía sus propios motivos ocultos.
Era su deber salvar a su mejor amigo y si Kenneth no lo escuchaba entonces tendría que poner su propio plan en marcha.
Al terminar la cena Jared los llevo de regreso a la ciudad, mientras conducía comenzó a idear formas de alargar la noche, tenía que convencer a Adriana para que firmara los papeles de una forma u otra, estaba decidido a ganarse su confianza por lo que tenía que mantener su fachada de perfecto caballero frente a ella. — ¿Te gusto la cena? —Le pregunto amablemente. —Sí, estuvo delicioso. Adriana se sentía más relajada ahora que tenía el estómago lleno, después del largo día que había tenido el cansancio la hizo sentir ansiosa por llegar a su hogar y lanzarse sobre la cama a dormir, ya que el día siguiente tenía una agenda apretada con las novias que iban a visitarla. — ¿Te gustaría acompañarme un rato más? —Le pregunto Jared de forma casual, —Podríamos ir a mi departamento a tomar un trago. Adriana lo miro con recelo. —Dijiste que me llevarías a mi casa después de la cena. —Sí, lo hice—Afirmo mientras giraba el rostro para mirarla, —Pero aun no estoy listo para dejarte ir. —Ten
A la mañana siguiente Adriana corría por la calles de Nueva York tratando de llegar a tiempo a su cita con la clienta del vestido Luxury, tenía los bocetos listos para mostrarle el vestido de novia de sus sueños y ponerse manos a la obra para volverlo realidad. En esta ocasión Adriana iba a reunirse con la hija del dueño de uno de los salones de belleza más populares. My New York Beauty era un hermoso local en tendencia donde todas las chicas querían ponerse bonitas, el año anterior había abierto su tercer local en la ciudad, posicionándose como uno de los mejores y más accesibles salones de belleza, por supuesto Adriana nunca había ido a un lugar como ese pero había investigado y resultaba que el lugar era tan bueno que había un mes de espera para conseguir cita en cualquiera de sus sucursales. Esta era otra de sus cuentas grandes, y sabía que no obtener el trabajo no era una opción, en un momento como ese la publicidad que sus clientas le podían proporcionar lo significaba todo para
Al finalizar el día luego de que las chicas se despidieran, Adriana fue la encargada una vez más de cerrar la tienda, como siempre antes de cerrar la puerta miro el interior de su pequeño negocio con anhelo, las palabras tontas que le había dicho Kenneth resonaban en su cabeza y aunque había tratado de olvidarse del asunto, las inseguridades aparecieron como sombras en cada esquina a donde volteara. Se odiaba así misma por dejar que él la afectara de ese modo, no era más que un caprichoso hijo de papi el cual le había dado todo y mientras él era una persona privilegiada Adriana había tenido que hacer todo desde cero. Le había prometido a su madre que no importaba que tan malas fueran las cosas jamás le pediría ni un centavo al desalmado que la había engendrado y aunque Adriana fantaseo con ello en sus peores días, nunca lo hizo. — ¿Día difícil? —Le dijo una voz desde atrás cuando ella estaba cerrando la puerta.— ¡Dios! Vas a hacer que me dé un infarto—Se quejó mientras se llevaba la
Halloween era de las festividades preferidas de Adriana, el aura de la ciudad solía tornarse oscura, las personas solo pensaban en que disfraz usar y los adornos terroríficos abundaban en cada esquina, Adriana amaba salir de fiesta en esa fecha, cuando estaba en la universidad todos enloquecían diseñando sus disfraces y hacian concursos para ver cual era el mejor. Pero los últimos años Halloween se habia transformado en ella trabajado hasta tarde para luego volver a casa con la cena comprada de algún lugar de comida rápida, vería alguna película cualquiera de terror de las que solían transmitir en televisión y luego iría a dormir, pero ese año era todo diferente gracias a Jared ya que asistirian a una fiesta exclusiva en el mejor club de la ciudad. Cuando Jared paso a recogerla y la vio, casi se le salieron los ojos al ver lo sexy que lucía, había esperado que ella se pusiera un disfraz bonito, algo como una princesa o el típico atuendo de bruja, pero esa noche era Halloween y podía
Adriana había pasado los últimos días con la mente completamente dispersa, el trabajo en la tienda había aumentado al doble, nuevas novias habían estado llegando a su tienda gracias a sus redes sociales y el duro trabajo de Jo administrándolas, también había estado ocupada en su propuesta de negocios para la sociedad con la empresa de Jared y estaba muy nerviosa al respecto ya que conseguir ese trato significaba un salto enorme para la expansión de la tienda. Además estaba el hecho de que esa misma tarde tenía la cita con Emma para formalizar la compra y creación de su vestido, por lo que estaba preparada para lanzarle lo mejor que tenía y darle un vestido de princesa de cuentos. —Necesitas comer algo— Le dijo Jo cuando entro a su oficina, —Fui a esa cafetería que me gusta y te compre un refrigerio. —¿La del chico guapo que te pone corazones cuando escribe tu nombre en la taza?— Adriana despego la mirada de su computadora y le sonrió a su asistente. —Quisiera que él estuviera en el
El corazón se le iba a salir del pecho mientras caminaba por el pasillo cubierto de alfombra de las oficinas de Hammer Holding Limited, había visto Shark tank como si fuera su religión durante los últimos días, había hecho un guion y lo sabía de memoria al derecho y al revés, conocía bien el material en sus diapositivas y aunque temblaba de los pies a la cabeza, se puso una máscara de falsa cortesía y se paró frente al grupo de hombres que conformaban el equipo de adquisiciones y fusiones de Jared. “Eres un riesgo” “Una diseñadora novata” “Una perdida millonaria” “No” “No” “No, no, no…” Adriana quería que se la tragara la tierra, pero se forzó a sí misma y salió de la sala con la frente en alto, tenía un nudo en la garganta tan apretado que ni siquiera podía pasar saliva. — ¿Puedo utilizar el baño? — Le dijo a una de las secretarias que iba pasando junto a ella y la chica le señalo una puerta. Una vez adentro se miró en el espejo, llevaba puesto un traje de segunda mano que
Central Park estaba lleno de corredores al amanecer, neoyorquinos que empezaban su día ejercitándose para después pasar el resto sentados en pequeños cubículos frente a un computador mirando hojas de cálculo hasta necesitar anteojos, jefes presionándolos para obtener mejores resultados trabajando más de cuarenta horas a las semana por el salario mínimo, Adriana se había salvado de ese estilo de vida por poco, las deudas que tenia casi la hicieron renunciar a sus sueños y pasarse el resto de la vida sentada en una oficina era la pesadilla de cualquier artista. La música resonaba en sus oídos mientras corría tan rápido como sus piernas se lo permitían, había tenido una larga semana luego de haber recibido el dinero, inmediatamente había contratado a un agente para que la ayudara a encontrar el local perfecto para mover la tienda, habían recorrido la ciudad entera y al final habían encontrado un local amplio de dos pisos con grandes ventanales que solía ser un pequeño almacén de ropa, per
Kenneth odiaba cuando su padre lo hacía involucrarse con proyectos de caridad, nada era más hipócrita que recibir una lección de humildad de Brock Wertherimer, pero con el tiempo aprendió que no solo se trataba de despilfarrar dinero a los pobres, sino que también se trataba de la imagen de la compañía, SisWerth se había posicionado como una de las grandes empresas del sector tecnológico y cuando logro entrar al mercado accionario de la tecnología las empresas competidoras habían brincado directo a su yugular para intentar frenarlo y le ofrecieron tanto dinero para absorberlo que los hijos de sus hijos podrían haber vivido el restos de sus días sin tener que mover un dedo en absoluto. Pero no solo se trataba de dinero. Kenneth amaba el poder y ser el hombre más importante de la empresa que su padre había levantado con todo su esfuerzo y que él había convertido en un imperio, esa era su mayor recompensa, él era quien mandaba y todos a su alrededor eran sus pequeñas perras. Abrir una s