Al terminar la cena Jared los llevo de regreso a la ciudad, mientras conducía comenzó a idear formas de alargar la noche, tenía que convencer a Adriana para que firmara los papeles de una forma u otra, estaba decidido a ganarse su confianza por lo que tenía que mantener su fachada de perfecto caballero frente a ella.
— ¿Te gusto la cena? —Le pregunto amablemente.
—Sí, estuvo delicioso.
Adriana se sentía más relajada ahora que tenía el estómago lleno, después del largo día que había tenido el cansancio la hizo sentir ansiosa por llegar a su hogar y lanzarse sobre la cama a dormir, ya que el día siguiente tenía una agenda apretada con las novias que iban a visitarla.
— ¿Te gustaría acompañarme un rato más? —Le pregunto Jared de forma casual, —Podríamos ir a mi departamento a tomar un trago.
Adriana lo miro con recelo.
—Dijiste que me llevarías a mi casa después de la cena.
—Sí, lo hice—Afirmo mientras giraba el rostro para mirarla, —Pero aun no estoy listo para dejarte ir.
—Tengo que volver a casa, mañana debo ir a trabajar—Dijo ella excusándose.
—Entonces tendré que secuestrarte—Le dijo de forma juguetona. —Yo también tengo que ir a la oficina mañana, te prometo que no será tanto tiempo.
Adriana dudo unos segundos pero luego asintió.
—De acuerdo—Le dijo Adriana sin muchos ánimos.
Jared vivía en un ático en el corazón de Manhattan, al extremo sur de Central Park en uno de los pisos más lujosos que Adriana había visto jamás, contaba con su propio elevador personal y sótano con estacionamiento privado. Mientras subían Adriana no pudo evitar mirar a Jared a través de los espejos, cosa que él noto. Jared le dio un guiño coqueto cuando vio que Adriana se lo estaba comiendo con los ojos y ella rápidamente bajo la mirada avergonzada de haber sido descubierta. Una vez que entraron, encendió las luces con la pantalla táctil en una de las paredes que controlaba desde la iluminación, temperatura y sistema de sonido.
—Ponte cómoda—Le dijo Jared mientras aflojaba la corbata que se había puesto antes de entrar al restaurante. —Iré por una botella a mi bar privado.
Adriana se quitó la chaqueta de su traje de dos piezas, y se dejó caer sobre un sofá de cuero negro, la briza del aire acondicionado sobre su piel se sentía de maravilla, los tacones que llevaba puestos hacían que le dolieran los pies pero el precio por ello siempre valía la pena, le gustaba ser una mujer empoderada tratando de conquistar la ciudad mientras usaba unos lindos zapatos. Jared no tardo demasiado en volver con una botella de vino en la mano y una pequeña bandeja con aperitivos en la otra, dejo las cosas sobre una mesita frente a ella y luego regreso corriendo a la cocina por dos copas de cristal.
—Parece que estas bien preparado para recibir visitas—Le dijo Adriana mientras se estiraba para tomar un pequeño cuadro de queso.
—Me gusta ser un buen anfitrión—Le dijo Jared mientras se encogía de hombros. —Pondré algo de música si te parece bien.
Adriana asintió una vez más.
Una melodía suave inundo la habitación mientras Adriana observaba a Jared quitarse el saco y luego desabrocharse los gemelos de la camisa que llevaba puesta, doblo las mangas hacia arriba y una vez que estuvo cómodo tomo la botella para descorcharla, sirvió el vino en las copas y luego le dio una de ellas a Adriana. El olor a frutos secos y madera inundo su nariz cuando acerco el rostro al cristal y no pudo evitar sonreír ante ello. Allí estaba ella, con un hermoso hombre, vino y una bandeja con quesos, después de que la llevara a una cita en un romántico restaurante debajo del puente de Brooklyn.
— ¿Qué es tan gracioso? —Le pregunto Jared con curiosidad.
—Tú lo eres.
Jared sonrió, pero en realidad quería fruncir el ceño. Ella tenía razón, había estado actuando toda la noche como un payaso, había estado interpretando la versión romántica que todas las mujeres querían de él.
Pero todo era una mentira.
—Creo que me atrapaste—Le dijo de forma juguetona, —Llevo toda la noche tratando de impresionarte y ser un buen tipo, pero siento que crees que solo quiero follarte.
— ¿Para qué otra cosa me traerías a tu departamento? —Le dijo ella con un pequeño tono sarcástico.
—Solo… ¿Charlar?
Adriana se rio de él.
—Entonces hablemos—Le dijo ella, —Cuéntame quien eres Jared Hammer.
‘’Bingo’’ Pensó Jared mientras la miraba tomar unos sorbos del vino.
Ella se estaba abriendo finalmente.
—Bien, te lo diré todo pero debo advertirte una cosa.
Adriana lo miro de forma intrigada.
— ¿Si? ¿Qué cosa?
—Que yo soy un hombre que sabe lo que quiere y en este momento, lo único que quiero más que nada en el mundo es estar aquí y ahora contigo.
De pronto el ambiente pasó de ligero a una atmosfera electrizante.
El corazón de Adriana dio un vuelco inesperado que la tomó por sorpresa, nunca nadie la había visto de una forma tan intensa como lo estaba haciendo Jared en ese momento, todo era como un sueño y desde que lo vio parado en la acera frente a su tienda, se dijo así misma que sería hora de despertar en cualquier momento, pero las horas seguían pasando y ambos seguían aquí.
¿Por qué se sentía de esta forma? ¿Era solo por lo terriblemente atractivo que era? ¿Pero quién era Jared Hammer?
—Me alegra haber aceptado salir contigo esta noche entonces.
Jared le sonrió.
—Me gusta esta canción—Le dijo poniéndose de pie y rompiendo la tensión entre ambos — ¿Bailarías conmigo?
Adriana parpadeo saliendo del trance en el que la habían atrapado sus ojos.
— ¿Ahora?
Jared asintió.
Adriana dudo unos segundos y luego tomo su mano.
—Hay algo que quiero mostrarte—Le dijo Jared tirando de ella suavemente.
Adriana se dejó llevar sin poner resistencia, caminaron hasta una puerta de cristal que daba a un hermoso y espacioso balcón, Jared se detuvo brevemente antes de salir para configurar el sonido y que la música sonara en las bocinas del exterior, reinicio la canción y luego se giró para tomar a Adriana de la cintura y atraerla más cerca de él.
Era muy alto.
Adriana tuvo que mirar hacia arriba ahora que estaban demasiado cerca el uno del otro, todo en el parecía hecho para envolverla en sus garras, desde sus hermosos ojos grises como una tormenta, hasta los rasgos cincelados de su perfecto rostro, los mechones de cabello oscuro que caían sobre su frente y los músculos que sintió bajo sus dedos, cuyo traje de negocios había estado ocultando de su vista. Adriana le rodeo el cuello con los brazos y entonces ambos se balancearon de un lado al otro, se mantuvieron la mirada y fue como si el universo se burlara de ella en ese momento.
‘’Aquí está la respuesta a tus suplicas’’
Mientras tanto Jared trataba de descifrarla, de meterse en su piel y su cabeza, quería saber todo sobre ella y descubrir por qué era tan adictiva, porque alguien como Kenneth Wherterimer la odiaba tanto y estaba dispuesto a todo con tal de destruirla.
Adriana rompió el contacto visual y se recargo en su pecho, era consciente de que lo que estaban haciendo era peligroso, por qué un demonio la estaba mirando con codicia y ella en el fondo deseaba caer ante la tentación. ‘’Era una noche que jamás olvidaría’’ se dijo así misma, todo a su alrededor la hacía sentirse como en una película romántica, desde la increíble vista que tenía Jared desde su terraza, hasta los sonidos ahogados de la ciudad mezclándose con la música de fondo. En los brazos de él se sentía mujer, sus ojos gritaban deseo, un hambre que solo podía despertar una bestia como él y la forma en que los dedos de Jared se deslizaban por sus brazos, por su espalda y luego subían de regreso para tomarla del cabello e inclinar su rostro hacia el cielo.
El ángel no pudo evitar cerrar los ojos cuando los labios del demonio rosaron su cuello y entonces el calor exploto a su alrededor.
Estaba cansada de sobrevivir.
De luchar cada día consigo misma.
De ocultarse tras los sueños de otras.
Ni siquiera le importaba quemarse, quería experimentar el amor al rojo vivo.
Y Jared era el tipo de hombre que ella quería.
A la mañana siguiente Adriana corría por la calles de Nueva York tratando de llegar a tiempo a su cita con la clienta del vestido Luxury, tenía los bocetos listos para mostrarle el vestido de novia de sus sueños y ponerse manos a la obra para volverlo realidad. En esta ocasión Adriana iba a reunirse con la hija del dueño de uno de los salones de belleza más populares. My New York Beauty era un hermoso local en tendencia donde todas las chicas querían ponerse bonitas, el año anterior había abierto su tercer local en la ciudad, posicionándose como uno de los mejores y más accesibles salones de belleza, por supuesto Adriana nunca había ido a un lugar como ese pero había investigado y resultaba que el lugar era tan bueno que había un mes de espera para conseguir cita en cualquiera de sus sucursales. Esta era otra de sus cuentas grandes, y sabía que no obtener el trabajo no era una opción, en un momento como ese la publicidad que sus clientas le podían proporcionar lo significaba todo para
Al finalizar el día luego de que las chicas se despidieran, Adriana fue la encargada una vez más de cerrar la tienda, como siempre antes de cerrar la puerta miro el interior de su pequeño negocio con anhelo, las palabras tontas que le había dicho Kenneth resonaban en su cabeza y aunque había tratado de olvidarse del asunto, las inseguridades aparecieron como sombras en cada esquina a donde volteara. Se odiaba así misma por dejar que él la afectara de ese modo, no era más que un caprichoso hijo de papi el cual le había dado todo y mientras él era una persona privilegiada Adriana había tenido que hacer todo desde cero. Le había prometido a su madre que no importaba que tan malas fueran las cosas jamás le pediría ni un centavo al desalmado que la había engendrado y aunque Adriana fantaseo con ello en sus peores días, nunca lo hizo. — ¿Día difícil? —Le dijo una voz desde atrás cuando ella estaba cerrando la puerta.— ¡Dios! Vas a hacer que me dé un infarto—Se quejó mientras se llevaba la
Halloween era de las festividades preferidas de Adriana, el aura de la ciudad solía tornarse oscura, las personas solo pensaban en que disfraz usar y los adornos terroríficos abundaban en cada esquina, Adriana amaba salir de fiesta en esa fecha, cuando estaba en la universidad todos enloquecían diseñando sus disfraces y hacian concursos para ver cual era el mejor. Pero los últimos años Halloween se habia transformado en ella trabajado hasta tarde para luego volver a casa con la cena comprada de algún lugar de comida rápida, vería alguna película cualquiera de terror de las que solían transmitir en televisión y luego iría a dormir, pero ese año era todo diferente gracias a Jared ya que asistirian a una fiesta exclusiva en el mejor club de la ciudad. Cuando Jared paso a recogerla y la vio, casi se le salieron los ojos al ver lo sexy que lucía, había esperado que ella se pusiera un disfraz bonito, algo como una princesa o el típico atuendo de bruja, pero esa noche era Halloween y podía
Adriana había pasado los últimos días con la mente completamente dispersa, el trabajo en la tienda había aumentado al doble, nuevas novias habían estado llegando a su tienda gracias a sus redes sociales y el duro trabajo de Jo administrándolas, también había estado ocupada en su propuesta de negocios para la sociedad con la empresa de Jared y estaba muy nerviosa al respecto ya que conseguir ese trato significaba un salto enorme para la expansión de la tienda. Además estaba el hecho de que esa misma tarde tenía la cita con Emma para formalizar la compra y creación de su vestido, por lo que estaba preparada para lanzarle lo mejor que tenía y darle un vestido de princesa de cuentos. —Necesitas comer algo— Le dijo Jo cuando entro a su oficina, —Fui a esa cafetería que me gusta y te compre un refrigerio. —¿La del chico guapo que te pone corazones cuando escribe tu nombre en la taza?— Adriana despego la mirada de su computadora y le sonrió a su asistente. —Quisiera que él estuviera en el
El corazón se le iba a salir del pecho mientras caminaba por el pasillo cubierto de alfombra de las oficinas de Hammer Holding Limited, había visto Shark tank como si fuera su religión durante los últimos días, había hecho un guion y lo sabía de memoria al derecho y al revés, conocía bien el material en sus diapositivas y aunque temblaba de los pies a la cabeza, se puso una máscara de falsa cortesía y se paró frente al grupo de hombres que conformaban el equipo de adquisiciones y fusiones de Jared. “Eres un riesgo” “Una diseñadora novata” “Una perdida millonaria” “No” “No” “No, no, no…” Adriana quería que se la tragara la tierra, pero se forzó a sí misma y salió de la sala con la frente en alto, tenía un nudo en la garganta tan apretado que ni siquiera podía pasar saliva. — ¿Puedo utilizar el baño? — Le dijo a una de las secretarias que iba pasando junto a ella y la chica le señalo una puerta. Una vez adentro se miró en el espejo, llevaba puesto un traje de segunda mano que
Central Park estaba lleno de corredores al amanecer, neoyorquinos que empezaban su día ejercitándose para después pasar el resto sentados en pequeños cubículos frente a un computador mirando hojas de cálculo hasta necesitar anteojos, jefes presionándolos para obtener mejores resultados trabajando más de cuarenta horas a las semana por el salario mínimo, Adriana se había salvado de ese estilo de vida por poco, las deudas que tenia casi la hicieron renunciar a sus sueños y pasarse el resto de la vida sentada en una oficina era la pesadilla de cualquier artista. La música resonaba en sus oídos mientras corría tan rápido como sus piernas se lo permitían, había tenido una larga semana luego de haber recibido el dinero, inmediatamente había contratado a un agente para que la ayudara a encontrar el local perfecto para mover la tienda, habían recorrido la ciudad entera y al final habían encontrado un local amplio de dos pisos con grandes ventanales que solía ser un pequeño almacén de ropa, per
Kenneth odiaba cuando su padre lo hacía involucrarse con proyectos de caridad, nada era más hipócrita que recibir una lección de humildad de Brock Wertherimer, pero con el tiempo aprendió que no solo se trataba de despilfarrar dinero a los pobres, sino que también se trataba de la imagen de la compañía, SisWerth se había posicionado como una de las grandes empresas del sector tecnológico y cuando logro entrar al mercado accionario de la tecnología las empresas competidoras habían brincado directo a su yugular para intentar frenarlo y le ofrecieron tanto dinero para absorberlo que los hijos de sus hijos podrían haber vivido el restos de sus días sin tener que mover un dedo en absoluto. Pero no solo se trataba de dinero. Kenneth amaba el poder y ser el hombre más importante de la empresa que su padre había levantado con todo su esfuerzo y que él había convertido en un imperio, esa era su mayor recompensa, él era quien mandaba y todos a su alrededor eran sus pequeñas perras. Abrir una s
Adriana había estado entrevistando personas toda la semana, al final había contratado a seis nuevos empleados y junto con las chicas se encargaría de entrenarlas para que todo fuera perfecto una vez que las remodelaciones de la nueva tienda terminaran. Había estado tan sumida en el trabajo que cuando Jared apareció al final de la semana con un arreglo de flores, se sintió realmente avergonzada porque lo había olvidado por completo. —Lamento haber desaparecido— Le dijo el pelinegro mientras escondía el rostro detrás del gran ramo de flores. —Tuve mucho trabajo esta semana y no era mi intensión no responderte, tuve que viajar de improvisto y… Adriana tomo el ramo de flores. —Son muy bonitas— Le dijo tímidamente. Jared soltó las flores y levanto una de sus manos hasta el rostro de Adriana. —No tanto como tú. Adriana sentía que el corazón le iba a estallar. Ese hombre que tenía enfrente, no solo era hermoso si no que le había entregado la oportunidad de cumplir sus sueños sin pedi