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Capítulo 5: Una noche de encanto

Al terminar la cena Jared los llevo de regreso a la ciudad, mientras conducía comenzó a idear formas de alargar la noche, tenía que convencer a Adriana para que firmara los papeles de una forma u otra, estaba decidido a ganarse su confianza por lo que tenía que mantener su fachada de perfecto caballero frente a ella.

— ¿Te gusto la cena? —Le pregunto amablemente.

—Sí, estuvo delicioso.

Adriana se sentía más relajada ahora que tenía el estómago lleno, después del largo día que había tenido el cansancio la hizo sentir ansiosa por llegar a su hogar y lanzarse sobre la cama a dormir, ya que el día siguiente tenía una agenda apretada con las novias que iban a visitarla. 

— ¿Te gustaría acompañarme un rato más? —Le pregunto Jared de forma casual, —Podríamos ir a mi departamento a tomar un trago.

Adriana lo miro con recelo.

—Dijiste que me llevarías a mi casa después de la cena.

—Sí, lo hice—Afirmo mientras giraba el rostro para mirarla, —Pero aun no estoy listo para dejarte ir.

—Tengo que volver a casa, mañana debo ir a trabajar—Dijo ella excusándose.

—Entonces tendré que secuestrarte—Le dijo de forma juguetona. —Yo también tengo que ir a la oficina mañana, te prometo que no será tanto tiempo.

Adriana dudo unos segundos pero luego asintió.

—De acuerdo—Le dijo Adriana sin muchos ánimos.

Jared vivía en un ático en el corazón de Manhattan, al extremo sur de Central Park en uno de los pisos más lujosos que Adriana había visto jamás, contaba con su propio elevador personal y sótano con estacionamiento privado. Mientras subían Adriana no pudo evitar mirar a Jared a través de los espejos, cosa que él noto.  Jared le dio un guiño coqueto cuando vio que Adriana se lo estaba comiendo con los ojos y ella rápidamente bajo la mirada avergonzada de haber sido descubierta. Una vez que entraron, encendió las luces con la pantalla táctil en una de las paredes que controlaba desde la iluminación, temperatura y sistema de sonido.

—Ponte cómoda—Le dijo Jared mientras aflojaba la corbata que se había puesto antes de entrar al restaurante. —Iré por una botella a mi bar privado.

Adriana se quitó la chaqueta de su traje de dos piezas, y se dejó caer sobre un sofá de cuero negro, la briza del aire acondicionado sobre su piel se sentía de maravilla, los tacones que llevaba puestos hacían que le dolieran los pies pero el precio por ello siempre valía la pena, le gustaba ser una mujer empoderada tratando de conquistar la ciudad mientras usaba unos lindos zapatos. Jared no tardo demasiado en volver con una botella de vino en la mano y una pequeña bandeja con aperitivos en la otra, dejo las cosas sobre una mesita frente a ella y luego regreso corriendo a la cocina por dos copas de cristal.

—Parece que estas bien preparado para recibir visitas—Le dijo Adriana mientras se estiraba para tomar un pequeño cuadro de queso.

—Me gusta ser un buen anfitrión—Le dijo Jared mientras se encogía de hombros. —Pondré algo de música si te parece bien.

Adriana asintió una vez más.

Una melodía suave inundo la habitación mientras Adriana observaba a Jared quitarse el saco y luego desabrocharse los gemelos de la camisa que llevaba puesta, doblo las mangas hacia arriba y una vez que estuvo cómodo tomo la botella para descorcharla, sirvió el vino en las copas y luego le dio una de ellas a Adriana. El olor a frutos secos y madera inundo su nariz cuando acerco el rostro al cristal y no pudo evitar sonreír ante ello.  Allí estaba ella, con un hermoso hombre, vino y una bandeja con quesos, después de que la llevara a una cita en un romántico restaurante debajo del puente de Brooklyn.

— ¿Qué es tan gracioso? —Le pregunto Jared con curiosidad.

—Tú lo eres.

Jared sonrió, pero en realidad quería fruncir el ceño. Ella tenía razón, había estado actuando toda la noche como un payaso, había estado interpretando la versión romántica que todas las mujeres querían de él.

Pero todo era una mentira.

—Creo que me atrapaste—Le dijo de forma juguetona, —Llevo toda la noche tratando de impresionarte y ser un buen tipo, pero siento que crees que solo quiero follarte.

­— ¿Para qué otra cosa me traerías a tu departamento? —Le dijo ella con un pequeño tono sarcástico.

—Solo… ¿Charlar?

Adriana se rio de él.

—Entonces hablemos—Le dijo ella, —Cuéntame quien eres Jared Hammer.

‘’Bingo’’ Pensó Jared mientras la miraba tomar unos sorbos del vino.

Ella se estaba abriendo finalmente.

—Bien, te lo diré todo pero debo advertirte una cosa.

Adriana lo miro de forma intrigada.

— ¿Si? ¿Qué cosa?

—Que yo soy un hombre que sabe lo que quiere y en este momento, lo único que quiero más que nada en el mundo es estar aquí y ahora contigo.

De pronto el ambiente pasó de ligero a una atmosfera electrizante.

El corazón de Adriana dio un vuelco inesperado que la tomó por sorpresa, nunca nadie la había visto de una forma tan intensa como lo estaba haciendo Jared en ese momento, todo era como un sueño y desde que lo vio parado en la acera frente a su tienda, se dijo así misma que sería hora de despertar en cualquier momento, pero las horas seguían pasando y ambos seguían aquí.

¿Por qué se sentía de esta forma? ¿Era solo por lo terriblemente atractivo que era? ¿Pero quién era Jared Hammer?

—Me alegra haber aceptado salir contigo esta noche entonces.

Jared le sonrió.

—Me gusta esta canción—Le dijo poniéndose de pie y rompiendo la tensión entre ambos — ¿Bailarías conmigo? 

Adriana parpadeo saliendo del trance en el que la habían atrapado sus ojos.

— ¿Ahora?

Jared asintió.

Adriana dudo unos segundos y luego tomo su mano.

—Hay algo que quiero mostrarte—Le dijo Jared tirando de ella suavemente.

Adriana se dejó llevar sin poner resistencia, caminaron hasta una puerta de cristal que daba a un hermoso y espacioso balcón, Jared se detuvo brevemente antes de salir para configurar el sonido y que la música sonara en las bocinas del exterior, reinicio la canción y luego se giró para tomar a Adriana de la cintura y atraerla más cerca de él. 

Era muy alto.

Adriana tuvo que mirar hacia arriba ahora que estaban demasiado cerca el uno del otro, todo en el parecía hecho para envolverla en sus garras, desde sus hermosos ojos grises como una tormenta, hasta los rasgos cincelados de su perfecto rostro, los mechones de cabello oscuro que caían sobre su frente y los músculos que sintió bajo sus dedos, cuyo traje de negocios había estado ocultando de su vista. Adriana le rodeo el cuello con los brazos y entonces ambos se balancearon de un lado al otro, se mantuvieron la mirada y fue como si el universo se burlara de ella en ese momento.

‘’Aquí está la respuesta a tus suplicas’’

Mientras tanto Jared trataba de descifrarla, de meterse en su piel y su cabeza, quería saber todo sobre ella y descubrir por qué era tan adictiva, porque alguien como Kenneth Wherterimer la odiaba tanto y estaba dispuesto a todo con tal de destruirla.

 Adriana rompió el contacto visual y se recargo en su pecho, era consciente de que lo que estaban haciendo era peligroso, por qué un demonio la estaba mirando con codicia y ella en el fondo deseaba caer ante la tentación.  ‘’Era una noche que jamás olvidaría’’ se dijo así misma, todo a su alrededor la hacía sentirse como en una película romántica, desde la increíble vista que tenía Jared desde su terraza, hasta los sonidos ahogados de la ciudad mezclándose con la música de fondo. En los brazos de él se sentía mujer, sus ojos gritaban deseo, un hambre que solo podía despertar una bestia como él y la forma en que los dedos de Jared se deslizaban por sus brazos, por su espalda y luego subían de regreso para tomarla del cabello e inclinar su rostro hacia el cielo.

El ángel no pudo evitar cerrar los ojos cuando los labios del demonio rosaron su cuello y entonces el calor exploto a su alrededor.

Estaba cansada de sobrevivir.

De luchar cada día consigo misma.

De ocultarse tras los sueños de otras.

Ni siquiera le importaba quemarse, quería experimentar el amor al rojo vivo.

Y Jared era el tipo de hombre que ella quería.

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