Halloween era de las festividades preferidas de Adriana, el aura de la ciudad solía tornarse oscura, las personas solo pensaban en que disfraz usar y los adornos terroríficos abundaban en cada esquina, Adriana amaba salir de fiesta en esa fecha, cuando estaba en la universidad todos enloquecían diseñando sus disfraces y hacian concursos para ver cual era el mejor. Pero los últimos años Halloween se habia transformado en ella trabajado hasta tarde para luego volver a casa con la cena comprada de algún lugar de comida rápida, vería alguna película cualquiera de terror de las que solían transmitir en televisión y luego iría a dormir, pero ese año era todo diferente gracias a Jared ya que asistirian a una fiesta exclusiva en el mejor club de la ciudad. Cuando Jared paso a recogerla y la vio, casi se le salieron los ojos al ver lo sexy que lucía, había esperado que ella se pusiera un disfraz bonito, algo como una princesa o el típico atuendo de bruja, pero esa noche era Halloween y podía
Adriana había pasado los últimos días con la mente completamente dispersa, el trabajo en la tienda había aumentado al doble, nuevas novias habían estado llegando a su tienda gracias a sus redes sociales y el duro trabajo de Jo administrándolas, también había estado ocupada en su propuesta de negocios para la sociedad con la empresa de Jared y estaba muy nerviosa al respecto ya que conseguir ese trato significaba un salto enorme para la expansión de la tienda. Además estaba el hecho de que esa misma tarde tenía la cita con Emma para formalizar la compra y creación de su vestido, por lo que estaba preparada para lanzarle lo mejor que tenía y darle un vestido de princesa de cuentos. —Necesitas comer algo— Le dijo Jo cuando entro a su oficina, —Fui a esa cafetería que me gusta y te compre un refrigerio. —¿La del chico guapo que te pone corazones cuando escribe tu nombre en la taza?— Adriana despego la mirada de su computadora y le sonrió a su asistente. —Quisiera que él estuviera en el
El corazón se le iba a salir del pecho mientras caminaba por el pasillo cubierto de alfombra de las oficinas de Hammer Holding Limited, había visto Shark tank como si fuera su religión durante los últimos días, había hecho un guion y lo sabía de memoria al derecho y al revés, conocía bien el material en sus diapositivas y aunque temblaba de los pies a la cabeza, se puso una máscara de falsa cortesía y se paró frente al grupo de hombres que conformaban el equipo de adquisiciones y fusiones de Jared. “Eres un riesgo” “Una diseñadora novata” “Una perdida millonaria” “No” “No” “No, no, no…” Adriana quería que se la tragara la tierra, pero se forzó a sí misma y salió de la sala con la frente en alto, tenía un nudo en la garganta tan apretado que ni siquiera podía pasar saliva. — ¿Puedo utilizar el baño? — Le dijo a una de las secretarias que iba pasando junto a ella y la chica le señalo una puerta. Una vez adentro se miró en el espejo, llevaba puesto un traje de segunda mano que
Central Park estaba lleno de corredores al amanecer, neoyorquinos que empezaban su día ejercitándose para después pasar el resto sentados en pequeños cubículos frente a un computador mirando hojas de cálculo hasta necesitar anteojos, jefes presionándolos para obtener mejores resultados trabajando más de cuarenta horas a las semana por el salario mínimo, Adriana se había salvado de ese estilo de vida por poco, las deudas que tenia casi la hicieron renunciar a sus sueños y pasarse el resto de la vida sentada en una oficina era la pesadilla de cualquier artista. La música resonaba en sus oídos mientras corría tan rápido como sus piernas se lo permitían, había tenido una larga semana luego de haber recibido el dinero, inmediatamente había contratado a un agente para que la ayudara a encontrar el local perfecto para mover la tienda, habían recorrido la ciudad entera y al final habían encontrado un local amplio de dos pisos con grandes ventanales que solía ser un pequeño almacén de ropa, per
Kenneth odiaba cuando su padre lo hacía involucrarse con proyectos de caridad, nada era más hipócrita que recibir una lección de humildad de Brock Wertherimer, pero con el tiempo aprendió que no solo se trataba de despilfarrar dinero a los pobres, sino que también se trataba de la imagen de la compañía, SisWerth se había posicionado como una de las grandes empresas del sector tecnológico y cuando logro entrar al mercado accionario de la tecnología las empresas competidoras habían brincado directo a su yugular para intentar frenarlo y le ofrecieron tanto dinero para absorberlo que los hijos de sus hijos podrían haber vivido el restos de sus días sin tener que mover un dedo en absoluto. Pero no solo se trataba de dinero. Kenneth amaba el poder y ser el hombre más importante de la empresa que su padre había levantado con todo su esfuerzo y que él había convertido en un imperio, esa era su mayor recompensa, él era quien mandaba y todos a su alrededor eran sus pequeñas perras. Abrir una s
Adriana había estado entrevistando personas toda la semana, al final había contratado a seis nuevos empleados y junto con las chicas se encargaría de entrenarlas para que todo fuera perfecto una vez que las remodelaciones de la nueva tienda terminaran. Había estado tan sumida en el trabajo que cuando Jared apareció al final de la semana con un arreglo de flores, se sintió realmente avergonzada porque lo había olvidado por completo. —Lamento haber desaparecido— Le dijo el pelinegro mientras escondía el rostro detrás del gran ramo de flores. —Tuve mucho trabajo esta semana y no era mi intensión no responderte, tuve que viajar de improvisto y… Adriana tomo el ramo de flores. —Son muy bonitas— Le dijo tímidamente. Jared soltó las flores y levanto una de sus manos hasta el rostro de Adriana. —No tanto como tú. Adriana sentía que el corazón le iba a estallar. Ese hombre que tenía enfrente, no solo era hermoso si no que le había entregado la oportunidad de cumplir sus sueños sin pedi
Adriana tenía ganas de vomitar de solo pensar en bajarse de la limosina, mientras esperaban en la fila detrás de las otras personas que estaban descendiendo en la entrada llena de reporteros, los flashes de las cámaras se volvían locos cada vez que el personal que vigilaba abría las puertas de los autos. —Luces hermosa, no tienes que estar nerviosa—Le dijo Jared mientras la tomaba de la mano. —Nunca había estado en un evento así—Le dijo Adriana con preocupación. Jared le dio una sonrisa tranquilizadora. —Prepárate porque se van a volver locos cuando te vean—Le dijo con diversión. —No me estas ayudando—Le dijo ella mientras hacía un puchero. Jared se estiro hacia ella y la atrajo para darle un pequeño beso en los labios tomándola por sorpresa. Adriana sintió que la cara se le ponía roja. —No olvides sonreír, es nuestro turno— Dijo Jared mientras abrían la puerta de su lado. Jared se bajó primero y los paparazzi cayeron sobre el cómo buitres, les dio la espalda cuando se giró
El día que Carter vio por primera vez a Adriana pensó que se trataba de una alucinación, jamás en su vida había visto un rostro tan hermoso lleno de tanta melancolía, ella estaba perdida en sus pensamientos mientras Carter la observaba desde lejos, el otoño había teñido las calles de la ciudad de colores marones y rojizos, el viento soplaba fuerte mientras Adriana caminaba ajena a su presencia y como un demente comenzó a seguirla por la calle. Adriana apenas había dormido esa noche, había trabajado hasta las dos de la mañana en un restaurante lujoso como mesera ya que daban buenas propinas y esa misma mañana había despertado a las seis para su turno como vendedora en una tienda de productos de belleza, había conseguido el empleo recientemente y aunque tenía que estar de pie todo el día, si conseguía cumplir su cuota de ventas le darían una paga decente que la ayudaría a cubrir la renta de su pequeño departamento. Al salir, estaba tan cansada que ni siquiera noto al hombre que la seg